Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 25 de Agosto de 1978. Página 5.
Prospectiva política.
Ayer hablaba de que la política tiene unas servidumbres ante el futuro y unas responsabilidades importantes. El modelo político electoral esconde unos peligros graves. Un político o un partido puede venderse el futuro de su país por cuatro reales si por encima de todo quiere ganar unas elecciones. El electoralismo quiere resultados inmediatos, victorias políticas ahora. Luego, que pase lo que pase. El rey absoluto francés decía: «Después de mí, el diluvio». Y en cambio un político responsable, preparando un futuro mejor para su pueblo, se juega la incomprensión del público en su tiempo y puede terminar derrotado en las elecciones.
No quiero decir que todo derrotado es hombre de futuro. Puede ser un alocado. Pero el acierto de las acciones políticas de largo alcance no se ve hasta después y resulta difícil juzgarlas, en bien o en mal, en el momento en que se plantean.
Durante el primer mandato de Adolfo Suárez, el jefe de gobierno preparó las elecciones del 15 de Junio de 1977. El país iba por el pedregal en materia de economía. Las medidas restrictivas y estabilizadoras de la economía eran impopulares y habrían restado votos al partido de Suárez. Dejó, pues, que la economía siguiera su camino de descenso y se concentró en ganar las elecciones. Las ganó, pero muchos sufrimientos del país, que podían ser ahorrados, no han hecho más que aumentar. El político oportunista rehuye las medidas de gobierno necesarias, pero impopulares. No soporta la derrota de un proyecto de ley, a pesar de que le prepare un futuro mejor. No sabe ahorrar para invertir. No sabe morir para dar vida.
Hay que buscar un equilibrio justo entre el presente y el futuro. Todos tienen derecho a la felicidad. No es justo que nuestros hijos sufran nuestras desenfrenos. Pero tampoco es justo que para hacer feliz a la generación futura reste la presente sin una brizna de felicidad, a la que también tiene derecho. He hecho muchas enmiendas a la Constitución. Las hay de futuro lejano que serán inevitablemente derrotadas, pero que, ya desde ahora comienzan a hacer su presión política sobre las estructuras del Estado y sobre el corazón del pueblo. Las hay de futuro próximo, que serán derrotadas con poco margen. Las hay de presente, que pueden ser ganadas. Si he presentado más de las primeras y de las segundas que de las terceras es porque, en el terreno del oportunismo, ya hay muchos políticos que trabajan con desazón, con pisadas, codazos y empujones.
Recuerdo que Josep Santamaria, el hermano del famoso escritor, me dio una vez un consejo muy bueno: «Luis, elige siempre el último lugar. Es el único lugar donde no hay empujones».
Lluís M. Xirinacs.