Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 4 de Junio de 1978. Página 7.
¿El búnker ha dado el indulto?
He estado internado en la cárcel Modelo de Barcelona en 1973, 1975 y 1976. La conozco bastante bien para saber que es una prisión segura. A lo largo de su historia se han producido poquísimas fugas. He estado en prisión alrededor de dos años y he recibido confidencias de presos sobre proyectos frustrados de fuga de esta prisión. He estado ante la Modelo también alrededor de dos años y resulta absurdo que con la vigilancia exterior, desde lo alto de las murallas, puedan ir saliendo por las tapas de las alcantarillas de Entença-Provença y Entença-Córcega decenas de presos, que puedan amenazar conductores de coches y llevarse los coches sin que desde las torres no les disparen una ráfaga de ametralladora. Yo he visto intervenciones fulminantes de la guardia por cosas insignificantes, pero sospechosas. Los vecinos anteayer veían salir los presos y la guardia civil no. Después, sólo hay que añadir que los presos más responsables no se han fugado.
Todo ello me recuerda el asunto de Aldo Moro. En su largo secuestro la policía nunca encontró el lugar donde estaba. Inmediatamente muerto, se fueron encontrando enseguida un cubil tras otro.
La impresión general, como insinúa el AVUI de ayer, es que, aunque algunos presos se hayan podido aprovechar sin ninguna intencionalidad política, la operación ofrece todo el aspecto de provocación para impedir la reforma penitenciaria. He avisado otras veces que hay que ayudar perentoriamente los responsables de la reforma.
Estas palabras quieren ser un toque de alerta a ciudadanos que han luchado con toda la generosidad y, quizás, radicalidad contra la dictadura y ahora oportunísticamente piensan: «¿No han dado el indulto? ¿Han continuado apaleando presos? Pues ya les está bien, que les hayan escapado unos cuantos».
Tenemos un hábito de lucha clandestina del tiempo de la dictadura, de ir indiscriminadamente contra toda autoridad. Estamos entrando en un tiempo nuevo, «un tiempo que ya es un poco nuestro», donde la autoridad del Estado ya empieza también a ser un poco nuestra. Hay que distinguir funcionarios y funcionarios, autoridades y autoridades. Hay que ayudar a los unos y combatir los demás. Y, sobre todo, hay que empezar la más difícil tarea de construir y no limitarse a la única tarea posible antes, que era la de criticar. Los responsables de los cambios necesitan mucho más apoyo y ayuda de las Cortes, los partidos, los sindicatos, de las asociaciones cívicas y los ciudadanos.
Lluís M. Xirinacs.