Al servicio de este pueblo.

Avui. Miércoles, 19 de Octubre de 1977. Página 5.

La clave de la bóveda.

Ya tenemos presidente. Yo soy de la generación bienaventurada. Formado en el franquismo. Con los padres y educadores mudos para todo lo que fuera historia de Cataluña. Sólo sé cuatro vulgaridades de nuestro pasado, aprendidas al rabillo del ojo, porque mi fuerte nunca ha sido la historia. No sé demasiado quién es Josep Tarradellas i Joan. Ni tampoco sé demasiado quién fueron Irla, Companys o Macià. Me siento, como la mayor parte de este pueblo, mutilado mental por obra y gracia de la defensa de los valores eternos. Nos han cortado las raíces, forma encubierta de genocidio. Nos han robado la historia en nombre de la eternidad. Grandes personalidades nuestras, ya muertas o aún vivas, han sido disminuidas o aniquiladas. Literatos, como Joan Triadú, que nunca quisieron publicar nada en castellano mientras el catalán fuera prohibido y que tuvieron que permanecer cuarenta años prácticamente callados. Un eclesiástico como José Bardés, que polarizaba la vida cristiana de Barcelona, de modo que era el obispo de hecho, y tuvo que someterse a impuestos obispos desadaptados, con una paciencia inacabable. Políticos, educadores, científicos, artistas, militares, economistas, etc.

Cataluña fue prohibida en 1938. El exponente de Cataluña, el presidente Lluís Companys, fue fusilado en 1940. Ahora Cataluña es reconocida y abolido el decreto de 1938. Ahora se confirmado presidente Josep Tarradellas, como exponente de Cataluña. Esto, lo dijo Jordi Pujol en la IV Asamblea Plenaria de Parlamentarios, en el Palacio del Parlamento de Cataluña. Hecho único en todo el Estado español. Generalitat anulada, generalitat restaurada. Presidente fusilado, presidente rehabilitado. No es una concesión. Es una devolución, una restitución de una cosa robada. Es una condena de estos cuarenta años de sujeción. Es ruptura.

No nos devolverán la historia robada, las vidas truncadas o disminuidas. Ahora necesitamos recuperar el tiempo perdido. Ahora hay que ponerse a hacer horas extra como aquellos alemanes de la posguerra mundial, como aquellos viejos catalanes tras la derrota de 1714. Ahora cada uno tiene que valer por dos. Es necesario que nos multiplicamos. Cada uno tendrá que preguntarse ¿qué puedo hacer yo para la reconstrucción? Volvemos a poder trabajar bajo tejado, no a la intemperie, como nuestros predecesores heroicos. La presidencia, la clave de nuestro enderezamiento político, ha sido puesta. El trabajo ahora se hace más fácil. Nadie ya no tiene excusa. Y el trabajo se hace más digno. Nuestro pueblo ya tiene cabeza. Una cabeza que simboliza aquella escondida raíz que nunca nos pudieron cortar. Una cabeza que afirma la voluntad firme y pacífica de existencia de nuestro pueblo. Una cabeza que expresa, ante todo el mundo, nuestra identidad dramática.

Lluís M. Xirinacs.