Nuevos apartados:
Dolors Marin Tuyà.
Artículos publicados en la revista Penedès Econòmic.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.
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Publicaciones:
Lluís Maria Xirinacs.
Agustí Chalaux de Subirà, Brauli Tamarit Tamarit.
Agustí Chalaux de Subirà.
Agustí Chalaux de Subirà.
Agustí Chalaux de Subirà.
Magdalena Grau Figueras,
Agustí Chalaux de Subirà.
Martí Olivella.
Magdalena Grau,
Agustí Chalaux.
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Introducción.
En los próximos años, en Europa -y en todos los países
industrializados-, la mayoría de ciudadanos irán cargados
con numerosas tarjetas electrónicas -de crédito, de débito,
de identificación...- y deberán memorizar los correspondientes
códigos de seguridad. El dinero de plástico reducirá
costos a los bancos y agilizará algunos servicios públicos
y privados. Pero, ¿quedará protegida la intimidad de los
ciudadanos?; ¿la monética (moneda electrónica) aportará
algún beneficio a la mejora de la economía, de la política
o del sistema judicial?.
Si nada cambia, muchos ciudadanos no dispondrán de tarjetas monetarias
porque no serán solventes. Otros se resistirán a tenerlas
por miedo a ser controlados. Pero, además, cualquiera podrá
continuar obteniendo «billetes de banco» y los podrá
usar, sin dejar ningún rastro, para realizar todo tipo de operaciones
legales e ilegales (fondos reservados, tráfico de influencias, de
drogas, de armas; fraude fiscal y evasión de divisas...).
El panorama europeo será de un aparente gran control y transparencia
de la población, pero con un sutil fraude encubierto y sin beneficios
para casi nadie, a excepción de los derivados de la reducción
de costos de las empresas que apliquen la monética.
En los próximos años, sin embargo, puede darse otra situación:
que cada ciudadano disponga de sólo una tarjeta personal, infalsificable,
que sea la llave de una cuenta corriente en la que se anotarán los
pagos y cobros electrónicos de las operaciones que haga; en la que
ingresará sus rentas; a través de la que podrá cumplir
automáticamente con las obligaciones fiscales...
Un sistema de tarjeta única y cuenta corriente personal puede
llegar, por coherencia funcional, a imponerse. Pero, solamente este cambio,
sin otras modificaciones en las instituciones políticas y judiciales,
¿qué beneficios aportará a los ciudadanos?, ¿garantizará
algo más que la comodidad?, ¿comportará la pérdida
de la intimidad?.
La monética se está imponiendo sin ningún debate
social que pueda indicar los peligros ni las posibilidades. Por otra parte,
muchos problemas actuales parecen insolubles en el marco en que están
planteados. ¿Podemos intentar diseñar unas nuevas reglas
de juego social que no sólo favorezcan una aplicación coherente
y democrática de la monética sino que a su vez contribuyan
también a la resolución de algunos de los principales problemas
que sufrimos actualmente?. ¿Con una aplicación adecuada de
la monética se podrían resolver estas preguntas?:
- ¿evitar la impunidad de los poderes fácticos que actúan
con dinero anónimo?.
- ¿facilitar una ciencia económica que trabaje con datos reales
y que permita analizar con rigor las causas de las crisis, los sistemas
de apropiación y de redistribución?.
- ¿garantizar la privacidad y la intimidad de los ciudadanos sin,
al mismo tiempo, entorpecer la necesaria transparencia de un Estado de
derecho?.
- ¿aumentar la solidaridad social y la redistribución, asegurando
unos mínimos existenciales para todos, pero simplificando y reduciendo
los impuestos?.
- ¿ayudar a descentralizar las decisiones ofreciendo al mismo tiempo
una visión de conjunto del marco donde se toman y de sus repercusiones?.
Desde hace bastantes siglos se está intentando dar respuesta a estos
interrogantes. Los fracasos repetidos, una y otra vez, nos han resignado
a convivir con la impunidad del juego sucio y con la miseria: «siempre
habrá pobres, siempre habrá juego sucio...».
Es probable que «siempre» haya personas que por muchos motivos
no sepan o no puedan generar la riqueza necesaria para vivir y que «siempre»
habrá personas que intenten saltarse la ley y comprar a otras personas
y conciencias para conquistar o mantener poder. No estamos negando estos
hechos. Se trata de intentar poner unas bases para que, en el primer caso,
esto no signifique vivir en la miseria y, en el segundo caso, que estas
corrupciones dejen rastro y no puedan quedar impunes. No buscar todos los
medios posibles para intentar superar la miseria y el juego sucio sólo
indica o incapacidad instrumental o complicidad con la perpetuación
de estas realidades.
El conjunto de reflexiones y de propuestas que se expondrán intentan
ofrecer elementos para romper la complicidad y el fatalismo. Si en la práctica
social estas propuestas se muestran insuficientes será necesario
buscar otros caminos.
Debemos tener en cuenta que el tema de la moneda como instrumento de
cambio no sólo mercantil, sino también social, no surge únicamente
de su posibilidad tecnológica actual -la monética- sino que
va unido a la propia concepción de qué es la moneda -como
veremos en los primeros capítulos- y de la hipótesis de que
el tipo de moneda (anónima o personalizada, desinformativa o documentadora,
escasa/abundante o equilibrada) favorece un tipo u otro de sociedad y de
mercado: favorece el poder irresponsable o la libertad responsabilizada.
La tecnología puede ser usada para crear una moneda con características
liberadoras o represivas. Aunque la monética no sea imprescindible
para realizar un cambio de sociedad, sí que puede ser preciso encontrar
un uso alternativo al actual en las sociedades complejas que lo están
adoptando en sus relaciones mercantiles y sociales.
Se deben precisar con claridad las condiciones de aplicación
de la monética porque se corre el peligro de que el poder quiera
legitimarla como control del pueblo, sin que el pueblo controle a quien
le controla.
Optar por establecer un sistema de garantías para el uso democrático
y coherente de la moneda electrónica es, ciertamente arriesgado,
pero necesario.
El libro está vertebrado por veinte tesis sobre
la importancia que tiene el tipo de instrumento monetario para dificultar
o para facilitar el respeto a las leyes, la información económica,
la responsabilización de la libertad, la contrastación y
aplicabilidad de modelos económicos... Los últimos capítulos
estudian los peligros y las posibilidades de las diferentes aplicaciones
de la monética, y presentan el esbozo de nuevas reglas de juego
social que permitan una aplicación correcta y aprovechen, al mismo
tiempo, su potencial transformador.
El lector que quiera obtener una visión sintética de lo
que se expone puede leer Las veinte tesis que se presentan al final
del libro. Si quiere profundizar en alguna de las tesis puede ir al capítulo
correspondiente.
No hemos querido incluir la propuesta extensa de un hipotético
nuevo modelo social -uno de los muchos que se podrían plantear-
para evitar que se juzguen las tesis centrales sobre el necesario cambio
de moneda, expuestas en este libro, en función de las carencias
y simplificaciones que un modelo global acostumbra a tener. Éste
se presentará en otro volumen, aunque se indican algunos elementos
en el capítulo 19. No quisiéramos proponer un cambio monetario
sin que se entrevieran algunas de las potencialidades, creemos, liberadoras.
Las presentes líneas están escritas desde
una sociedad «occidental», es decir, urbanizada, industrializada,
compleja, pro-científica, monetizada... Este tipo de sociedad no
es el único que existe, ni posiblemente es el mejor. No se puede
prescindir del condicionamiento que ejerce la sociedad en que se vive.
Como hijos de Occidente, pero también atentos al resto de culturas,
podemos considerar que la mejor manera de respetarlas es buscar los medios
para frenar la impetuosa civilización occidental que las/nos está
destruyendo. La mejor cooperación con las otras culturas consiste,
para nosotros, en descifrar los elementos clave que impiden a Occidente
modificar sus comportamientos depredadores. El enfoque que se presenta
nace de Occidente, pero se dirige también a todas las culturas que
han adoptado, en mayor o menor grado, los mecanismos de mercado y moneda.
En el campo de las propuestas de modelos sociales se debe reconocer
que no hay soluciones únicas válidas para todas las escalas.
Lo que suele ser apropiado para una escala no acostumbra a serlo para otra
mayor o menor. El tamaño o la complejidad de cada cultura y de cada
sociedad determinará la adaptación de respuestas adecuadas.
Pero ésta es una tarea que corresponde a cada cultura y sociedad,
y sobrepasa, evidentemente, las posibilidades de este libro.
Incluso, limitándonos a una formulación de los problemas
y de las propuestas en el marco occidental, su percepción es muy
segmentada según los diferentes sectores de población. Los
«lentes» de cada uno, según sea empresario o trabajador,
político o ciudadano, desarrollista o ecologista, pobre o rico,
hombre o mujer... hacen que tengamos unas prioridades y unas sensibilidades
diferentes. En este sentido se exponen en el libro las argumentaciones
más generales o comunes y se dejan, de momento, las más específicas
de cada sector social. Las argumentaciones generales son susceptibles de
interesar, incluso, a los que parece que podrían perder más.
Como en toda propuesta sintética y sinérgica, todos tienen
algo que ganar y todos, también, algo que perder; pero, en conjunto
todos ganan más que pierden. El dinero es muy importante, pero no
lo es todo. Y las actuales relaciones sociales establecidas para obtenerlo
pueden no ser las mejores, incluso, para sus amantes más incondicionales.
Nos consideraremos satisfechos si estas páginas
permiten que el lector vea como problemática una realidad que antes
no la consideraba como tal y que de esta conciencia pueda generar una nueva
visión de otros problemas, así como de sus posibles soluciones.
Cambiar la realidad no es una tarea de los libros, aunque los libros
hayan sido a menudo un eficaz instrumento. El futuro y la política
son dos aspectos vitales apasionantes porque la voluntad de los hombres
no es previsible. Si las pistas que se sugieren no son acertadas, sabremos
que es necesario buscar otras diferentes.
El cómo del cambio, la concreción práctica,
es la prueba de fuego y la gran incógnita, pero es un campo abierto
que sobrepasa la responsabilidad del autor, porque es una responsabilidad
colectiva de quienes comparten críticamente lo que se propone. La
viabilidad sólo podrá demostrarse, por tanto, con la experimentación
social, fruto de la voluntad política.
Las ideas fundamentales que se expondrán son una
selección de parte de la investigación que durante toda su
vida ha hecho Agustí Chalaux de Subirà. Los posibles aciertos
que puedan contener son, ciertamente, de él.
Sin la reflexión y la ayuda del equipo de amigos que, primeramente
en el Centro de Estudios Joan Bardina y actualmente en EcoConcern, estamos
estudiando en común estos temas, tampoco las páginas que
siguen habrían visto nunca la luz. Quiero agradecer también
a los amigos del Mas Blanc las semanas de serenidad que me han permitido
acabar el texto después de años de redacciones interrumpidas,
así como a mi amigo Stefano Puddu Crespellani por haber compartido
esta aventura. La ayuda de la Fundación Jaume Bofill ha sido también
importante para decidirme a concretar las ideas en el papel. Las sugerentes
conversaciones de Tavertet me han ofrecido la ocasión de vertebrar
las tesis del libro.
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