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Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.
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Publicaciones:
Lluís Maria Xirinacs.
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Agustí Chalaux de Subirà.
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Magdalena Grau,
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Anexo: Plan Anticorrupción1.
Propuestas para un regimen de transparencia.
La democracia pierde legitimidad cuando el Estado de Derecho se tambalea.
Y el Estado de Derecho tambalea cuando el sistema judicial no es suficientemente
independiente de toda clase de presiones y no dispone de una buena información
para documentar sus sentencias que evite la impunidad de los crímenes
y delitos. Pero la democracia también se debilita cuando la clase
política no sabe deshacerse de la corrupción y cuando la
administración pública no es transparente ni eficaz.
En las últimas semanas algunos destacados políticos han
pedido públicamente propuestas para hacer imposible la corrupción.
Algunos han querido diluir el problema denunciando que la corrupción
también está presente en la sociedad y no sólo en
la política.
En el reciente libro «El poder del dinero. La monética,
factor de cambio político» se exponen un conjunto de medidas
para asegurar una implantación coherente y democrática de
la monética (moneda electrónica). Estas medidas dotarían
a la Justicia de un eficiente sistema de información que garantizaría
la intimidad y privacidad de los ciudadanos contra ingerencias ilegales
y a la vez facilitaría la necesaria transparencia documentada que
precisa el Estado de Derecho.
El libro es una contribución al debate sobre, qué información
se debe recoger y cuál no, quién puede tener acceso a ella
y para qué. Una de las tesis principales es que con la monética,
en determinadas condiciones muy precisas, la sociedad puede disponer de
un sistema que favorezca la libertad (más allá de las limitaciones
de la burocracia) pero que también facilite la autorresponsabilidad,
para que los actos libres dejen la huella necesaria que permita reseguir
y clasificar las conductas delictivas (terrorismos, drogas, armas, sobornos,
estafas, robos...).
No es el momento de explicitar con más detalle las características
técnicas y las condiciones jurídicas que pueden hacer viable
a corto plazo un sistema de autorresponsabilización social. Pero
sí que parece oportuno poner de manifiesto la coincidencia entre
la publicación de este libro y la demanda pública que la
clase política ha formulado para conocer propuestas que hagan imposible
la corrupción. Así, aprovecho la ocasión para plantear
públicamente a debate algunas líneas de un posible Plan Anticorrupción.
Este plan parte de la aplicación gradual de lo que se puede llamar
«régimen de transparencia».
El «régimen de transparencia» se fundamenta en la
hipótesis de que la persona o institución que lo adopta se
compromete a efectuar todos sus pagos y cobros con unos cheques especiales
a través de las cuentas bancarias. Es decir, que se compromete a
hacer todas sus operaciones con unos cheques nominativos e informativos.
Nominativos, porque sólo serán válidos si consta el
nombre de las dos personas que hacen la transacción. Informativos,
porque además de la función de cheque, también harán
la función de factura; constarán los bienes o servicios motivo
de transacción, con los correspondientes precios y características.
Las personas sometidas al régimen de transparencia -por su función
pública- o que se acojan voluntariamente, no podrán usar
efectivo (billetes de banco anónimos) bajo grave sanción
penal. Para facilitar el procedimiento y evitar burocracia y papeleo, este
sistema de factura-cheque puede ser muy ágil y fiable con las últimas
posibilidades de la monética (transferencia electrónica de
fondos activada con tarjetas monetarias inteligentes).
Para un uso democrático del «régimen de transparencia»
será necesario precisar muy bien quién y cómo tendrá
acceso a esta información. La información derivada de las
operaciones de las instituciones públicas será de libre acceso
a todos los ciudadanos y tendrá que ser presentada de forma comprensible
a los diferentes intereses de la población. En cambio, a la información
de las operaciones personales, incluso, de los cargos políticos
y funcionarios públicos, sólo tendrá acceso el propio
interesado, y el sistema judicial cuando la necesite para abrir una investigación
o para documentar una sentencia.
Por otro lado, a medida que este régimen se vaya extendiendo,
la información no personalizada de las facturas-cheque (bienes,
servicios, precios, fecha, lugar...) proporcionará datos muy exactos
y exhaustivos para mejorar la teoría económica (con un incremento
de la calidad de las estadísticas, de los indicadores...) y para
hacer más operativa la política económica (optimización
del sistema fiscal y financiero, control de presupuestos, distinción
entre actividades económicas reales y especulativas...).
También podría mejorar radicalmente el control de la masa
monetaria (a cada movimiento de dinero correspondería un movimiento
paralelo de bienes o servicios: no se podría mover dinero en falso)
con influencias benefactoras en el dominio de la inflación monetaria.
Una parte importante de los problemas sociales actuales tendrán
que ser reenfocados en función del nuevo marco que se irá
creando: algunas soluciones quedarán obsoletas y en cambio, habrá
que dar respuesta a nuevos retos.
En cuanto a la seguridad de las bases de datos que gestionen la información,
se podrá incrementar muchísimo el autocontrol del sistema
si el procesamiento y almacenamiento de datos se realiza simultáneamente
por tres redes paralelas (con hardware, sofware y equipos humanos diferentes),
con claves de acceso muy personalizadas y especificadas. Existen sistemas
de autocontrol que ya se usan para sectores de alta seguridad que, una
vez puestos en marcha, hacen estadísticamente imposible la manipulación.
Se tendría que garantizar la total independencia (política
y financiera) del organismo encargado de los datos, independencia que no
debe provocar miedo ya que no tendría ningún poder ejecutivo
efectivo.
El plan de aplicación del «régimen de transparencia»
contempla diferentes propuestas de implantación para los cuatro
principales grupos sociales en los cuales se podría aplicar: la
clase política, las instituciones públicas, las empresas
privadas y los ciudadanos. El plan pretende empezar a introducir mecanismos
obligatorios de transparencia y responsabilización de los dos primeros
grupos: clase política e instituciones públicas; y mecanismos
voluntarios, favorecidos fiscalmente, en los dos restantes: empresas privadas
y ciudadanos.
Propuestas
de transparencia para la clase política.
Gran parte de los problemas de corrupción provienen del sistema
de financiamiento de los partidos y de las elecciones. Los ciudadanos conocen
poco el conjunto de leyes y mecanismos que regulan, con no demasiada eficacia,
el financiamiento de los actores y de los mecanismos de renovación
política. No entraremos ahora en el debate que habría que
hacer sobre el sistema de partidos y elecciones. En cualquiera de los modelos
actuales o posibles futuros habría que introducir la transparencia
total como condición exigible a aquellos dicen servir al bien común.
Quien quiera jugar, que juegue limpio. Pero para jugar limpio es necesario
que el conjunto de jugadores estén sometidos a la misma transparencia.
La idea principal del plan, en este caso, sería que el régimen
de transparencia se aplicase íntegramente a los partidos, a sus
cuadros, a los candidatos electorales y a los cargos electos. Es decir,
que cualquier aportación pública o privada y cualquier gasto
del partido o de sus cargos estuviese bajo el «régimen de
transparencia». Y que el sistema judicial -como veremos, también
sometido a transparencia- pudiera comprobar la legalidad de las operaciones
de forma clara. Los que consideren que con estas condiciones nadie querrá
dedicarse a la política, olvidan que quizá la falta de transparencia
es quizá uno de los factores que hace que muchos ciudadanos no se
quieran dedicar, mientras el precio sea el juego oscuro en el que no siempre
puede progresar el mejor.
Propuestas
de transparencia para las instituciones públicas.
Gran parte de la mala gestión de fondos públicos y de
la ineficacia de la administración pública provienen de su
excesiva burocratización, que exige numerosísimos controles
formales, los cuales, de hecho, no sólo no impiden la mala gestión
sino que acostumbran a incrementarla: concursos, subastas, adjudicaciones...
frenan decisiones ágiles y responsables, encarecen las obras y los
servicios, y encubren ineptitudes y mafias que, en definitiva, perjudican
a los ciudadanos y al país. El «régimen de transparencia»
no hace más que dotar de coherencia a lo que algunas administraciones
públicas dicen que ya tienen como norma. La presidenta de Renfe,
Mercè Sala, ha hecho público que en esta empresa es obligatorio
que todos los cheques sean nominativos. Sólo se trataría,
pues, que fuesen obligatorios en toda la administración pública
y que, además, informase del motivo de la operación (factura).
Para complementar la responsabilización de las instituciones y de
sus servidores, habría que extender el régimen de transparencia
a todos los que cobran dinero público (políticos, jueces,
militares, funcionarios) de manera que los que controlan también
puedan ser legalmente controlados con las debidas protecciones jurídicas.
Habría que estudiar si el régimen de transparencia se tendría
que aplicar a las personas y entidades que reciben subsidios o subvenciones
públicas: tanto para saber si los sistemas de adjudicación
son suficientemente equitativos como para conocer si el derecho de obtenerlos
y el uso que se hace de ellos son legalmente correctos. Las empresas públicas
y mixtas también tendrían que someterse al «régimen
de transparencia»: no sólo porque es a través de empresas
intermedias -con muchos menos controles- que se pueden realizar operaciones
poco claras, sino porque se conseguiría que casi la mitad de la
actividad económica del país, la que debe dar ejemplo de
una gestión responsable, presentase cuentas claras de su gestión.
Propuestas
de transparencia para las empresas privadas.
La mayoría de las empresas grandes y parte de las medianas disponen
hoy de sistemas de información interna que les permiten tener una
visión muy exacta de sus movimientos y operaciones, tanto de las
propias como de las realizadas con otras empresas. La facturación
y el pago electrónico se están imponiendo en amplios sectores.
Pero, a causa de la desconfianza que origina el sector público,
gracias a la presión fiscal poco equitativa (los honrados que pagan,
lo hacen por ellos y por los que no pagan: el resultado es que no se puede
ser honrado sin condenarse a la ruina) no parece fácil imponer el
«régimen de transparencia» sin que antes las empresas
y los ciudadanos estén seguros de que el sector público da
ejemplo y de que la gestión pública eficaz justifica unos
impuestos determinados. Pero el camino hacia una transparencia con garantías
parece democráticamente inevitable y habría que favorecerlo
premiando a las empresas y a las entidades privadas que quisieran acogerse
voluntariamente al régimen de transparencia. En este caso se establecerían
un conjunto de reducciones fiscales y de incentivos diversos que favorecieran
claramente a las empresas transparentes, ofreciéndoles ventajas
competitivas respecto a las otras. El coste público de estas gratificaciones
no sólo quedaría compensado por la reducción de costos
de inspecciones y controles ineficaces, sino por el incremento de entradas
seguras y por el aumento de entusiasmo que provocaría en los sectores
honrados, hasta ahora abatidos por la competencia desleal e ilegal.
Propuestas
de transparencia para los ciudadanos.
La dificultad técnica de implantar un sistema de factura-cheque
(en papel o electrónicamente) para la administración pública
o para las empresas no parece una excusa para no intentarlo. Es tècnicamente
viable en una sociedad europea como la nuestra. Pero, para las pequeñas
empresas y comercios, así como para muchos ciudadanos, puede no
parecer tan fácil la implantación a corto plazo de un sistema
general de factura-cheque. También hay que considerar hasta que
punto el ciudadano quiere someterse a un régimen de transparencia
sin estar seguro de que las instituciones no sólo no dan ejemplo
sino que serán capaces de impedir el acceso fraudulento o con finalidad
totalitaria. Hay, pues, que dejar un tiempo para que los resultados de
aplicación del plan anticorrupción en el sector público
sean suficientemente evidentes. Mientas tanto, hay que tener en cuenta
que la dificultad técnica de la implantación de un sistema
de factura-cheque para el consumidor es cada vez más reducida. Las
tarjetas inteligentes (tarjetas que disponen de un xip con capacidad de
almacenar información y de impedir el acceso fraudulento) avanzan
rápidamente. En Francia se está a punto de lanzar el «monedero
electrónico». Con una sola tarjeta personal, en la cual cada
uno carga el dinero de su cuenta bancaria, se podrá hacer toda clase
de pagos: transportes, servicios, comercios... Toda la banca francesa y
«la Poste» están interesadas, porque comporta una reducción
de costos para todos: para los bancos (compensar un cheque es mucho más
caro), para los comercios (reducción de costos de gestión
de caja, de stocks y de contabilidad), para los clientes (una sola tarjeta
mucho más segura que las de banda magnética, protección
contra robo o pérdida, protección de la intimidad).
Para acabar, algunos hechos a tener en cuenta. La Fábrica Nacional
de Moneda y Timbre es la que produce estas tarjetas inteligentes en España
(incluidas las de Telefónica que ya aplican -parcialmente- este
sistema). El ECU (European Currency Unit), la moneda europea, es una pura
Unidad de Cuenta prácticamente electrónica. En los próximos
años coincidirán tanto el acuerdo para implantar el ECU como
la contabilidad total de las tarjetas inteligentes en todos los cajeros
y terminales de venta de Europa. ¿No habría que pensar en
una aplicación coherente y democrática del ECU-chip que favoreciese
la transparencia y la buena gestión en la construcción de
Europa? La innovación social debe modificar las reglas de juego
social a medida que las innovaciones técnicas ofrecen nuevos peligros,
pero, también nuevas posibilidades.
La democracia irá perdiendo legitimidad si no encuentra un sistema
que pueda a la vez garantizar el Estado de Derecho, evitar la corrupción,
proteger la intimidad de los ciudadanos y hacer eficaz y clara la gestión
pública. La pérdida de legitimidad pretende abrir un debate
sobre cómo favorecer la profundización de la democracia responsabilizada.
Aquellos ciudadanos, militantes, cuadros o dirigentes que quieran jugar
limpio, tienen una pista para intentarlo.
Barcelona, 24 de febrero de 1992.
Nota:
1Este
«Plan Anticorrupción» fué redactado a principios
de 1992, cuando empezaron a estallar los primeros casos de corrupción
en el Estado español. La situación se ha agravado, pero no
se han tomado medidas que impidan «estructuralmente» la corrupción.
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