Diario de un senador.
Mundo Diario. Miércoles, 28 de Junio de 1978.
Referéndum y democracia.
Al amigo Eduardo Haro Tecglen: acabo de leer tu artículo de 25-6-1978 de MUNDO DIARIO en que hablas de «no» de la extrema derecha a la Constitución, de su gusto por los referéndums, del sí de la derecha pero a base de fomentar constitucionalmente y legalmente el caciquismo. Estoy contigo en estos juicios. Pero la contraria no es necesariamente cierta. Se puede faltar a la democracia por un lado y por otro. El que se falte por un lado no da patente de democracia al lado opuesto.
Si lees despacio tu propio artículo verás que esa derecha que tú criticas dice muchas cosas que son verdad como la manipulación que suelen hacer los estados mayores de los partidos sobre la voluntad popular o cómo hay que proteger las zonas rurales de la voracidad de los grandes centros urbanos.
En cambio tú dices cosas poco exactas. Te cito: «La vía del referéndum o de democracia directa, está condenada por los tratadistas democráticos». Primero hay que decir que, si esa vía está agotada ¿por qué someter la Constitución a referéndum? Segundo, habrás de saber que la democracia directa ni se agota con el ejercicio del referéndum ni está condenada por los tratadistas democráticos. Está combatida por los partidos políticos de derechas y de izquierdas. Y consiste fundamentalmente en la organización del pueblo en asambleas sin moverse de la base, donde sí hay posibilidad de discusión y proceso abierto a un proyecto de ley o lo que sea. Esa organización y el derecho a la acción popular directa en todos los organismos del Estado siguen previstos en las constituciones democráticas. Léete, por ejemplo, los números 1.2, 23, 28, 80.4, 85, 97, 109.1, 117, 121, etc., de la nuestra. Y tercero, piensa que si los partidos no entorpecieran, antes ayudaran a las asambleas de barrio, de empresa, de municipio, de sector, de comarca, de nación, otro gallo nos cantara en eso de la manipulación derechista de los referéndums.
¡Ala, Eduardo, a ver si nos echas una mano!
Lluís M. Xirinacs.