Diario de un senador.
Mundo Diario. Jueves, 22 de Junio de 1978.
Vándalos en el Clot.
La memoria tenaz e insobornable del pueblo que habita en el barrio del Clot dice que en 1855 el Ayuntamiento de Sant Martí de Provençals cedió, sin cobrar nada, a la red de ferrocarriles los terrenos que ha estado ocupando porque el pueblo necesitaba una estación. Ahora ya no funcionan ni la estación ni las edificaciones, ni las instalaciones. No quedan ni vías. Justo fuera que los terrenos regresaran a sus antiguos propietarios, los habitantes de un barrio tan faltado de los más elementales servicios colectivos.
Pues no. El Ayuntamiento de Barcelona ha debido pagar a RENFE doscientos millones de pesetas. Lo hizo en otoño de 1977. No es cantidad pequeña. Y con ello uno pensaba que los terrenos regresarían raudos al barrio. Pues tampoco.
De los 64 mil metros cuadrados se queda RENFE un tercio y en él piensa edificar viviendas y hacer así su negociete. RENFE anda mala de cuentas, pero ¿qué culpa tiene nuestro barrio? Esas casas que se quieren edificar taparán el sol al patio de la escuela de EGB que está planificada según un plan parcial del casco antiguo del barrio, realizado por técnicos del mismo barrio, subvencionados por el Ayuntamiento. Estas viviendas también cerrarán las vistas a otras viviendas de la Gran Vía con derechos adquiridos. Se prometió a sus usuarios la no construcción del edificio delante de sus casas.
De los otros dos tercios la mayor parte no pasará al barrio hasta Febrero del año que viene. Y en la única parte libre que queda tampoco dejan entrar. Las macizas edificaciones están siendo saqueadas vandálicamente por RENFE. Para rescatar cuatro vigas de hierro o unas cuantas maderas se han destruido edificios enteros en buen estado. Además se ha constatado que los destrozos fueron hechos con saña. Se pincharon tableros de ajedrez inutilizándolos. Se rompieron los vidrios de las ventanas usando tuercas de hierro como proyectiles. El conjunto hubiera sido algo parecido a las recuperadas cocheras de Sants. Ahora aparece un espectáculo dantesco, como si hubiera pasado el azote de la guerra.
La guerra no duró tres años. Ha durado cuarenta. Y, por lo que se ve, aún dura. El enemigo se retira practicando una política de tierra calcinada a sus espaldas. Incluso han aparecido unos extraños raspados tramposos en los planes de RENFE al respecto, no concordantes con las copias que obran en el Ayuntamiento. Los vecinos amenazan ocupar los terrenos a partir del dos de Julio si no se les deja entrar antes de aquel día.
Lluís M. Xirinacs.