Diario de un senador.
Mundo Diario. Sábado, 1 de Abril de 1978.
Precandidatos predemocráticos.
Este pobre senador, a veces, siente congojas mortales. Se ha hablado tanto de democracia que el pueblo llano, a veces, se puede sentir inclinado a creer que los representantes que eligió el 15 de Junio son realmente unos parlamentarios de un Estado democrático. Entonces ocurre que pasan cosas no muy democráticas que digamos, y le dicen a uno: «¿Cómo usted se hace cómplice de esas cosas tan feas, manteniendo su puesto de senador?».
Creo que la realidad es muy otra y que es necesario que quede muy clara. El punto de partida es erróneo. La democracia no empezó el 15 de Junio. El 15 de Junio es un paso más de un camino largo hacia la democracia, que empezó muchos años atrás. El argumento de que si Franco no hubiese muerto aún estaríamos igual y de que la democracia es un regalo de los epígonos de Franco es falso y pertenece a una ideología enemiga del pueblo que tiende a hacer perder la confianza del pueblo en su propia lucha.
Aparte de que en vida de Franco ya se tuvo que liberalizar la política en diferentes grados y sectores: Ley de Prensa de Fraga, «aperturismo» del primer Gobierno Arias, etc., se pueden poner ejemplos anteriores muy claros. Las elecciones a enlaces y jurados de empresa en el Sindicato Vertical, las elecciones al Tercio Familiar para concejales de municipio y para procuradores en Cortes. El sistema aún era plenamente fascista, pero se empezaba a introducir cuñas democráticas por elecciones, por cierto, bastante poco ortodoxas. Estas elecciones suscitaron escisiones en la clandestinidad. Pero indudablemente son pasos de avance hacia la democracia.
Ahora las elecciones a parlamentarios han sido bastante más ortodoxas. Pero tampoco lo han sido del todo. En una democracia liberal nadie pone condiciones al parlamento. Aquí sí. Que conste. Los parlamentarios elegidos el 15 de Junio somos una nueva cuña democrática más avanzada, pero nada más. Yo no me siento en manera alguna solidario de varios condicionamientos que se nos han impuesto a nuestras responsabilidades legislativas.
Lluís M. Xirinacs.