Diario de un senador.
Mundo Diario. Domingo, 26 de Febrero de 1978.
La bomba de la paz.
Siempre he dicho que la problemática de la paz era de difícil solución. Sobre asuntos de noviolencia los orientales tienen mucha más autoridad que los occidentales. No en vano llevan meditando y experimentando sobre ella durante milenios. Y son muy prudentes. No critican la violencia indiscriminadamente. Se guardan muy bien de no combatir una violencia determinada cuando con ella se neutraliza otra violencia igual y contraria, mientras no se disponga de un suficientemente poderoso «ejército no violento» para sustituirla con igual o mayor eficacia. Lo contrario sería provocar conflagraciones o situaciones permanentes de opresión, peores que el mal que se quería combatir. En cambio abunda la especie de no violentos dogmáticos occidentales que combaten sin discernimiento toda violencia, produciendo, sin darse cuenta, desequilibrios nefastos.
Esta consideración viene a cuento porque asisto como parlamentario, en nombre de l'Entesa dels Catalans, en Ginebra, a una doble conferencia internacional contra la bomba de neutrones y a favor del desarme, invitado por el Consejo Mundial de la Paz.
En nuestra situación histórica mundial, el centro del poder capitalista se ha ido consolidando en los Estados Unidos. El capitalismo ha estado llevando siempre la iniciativa, una vez desaparecidos los poderes feudales absolutos de la Edad Moderna. Enfrente de este poder y en defensa de las clases trabajadoras, surgieron las diferentes revoluciones socialistas y, en primer lugar cronológico, la soviética. Por ser el socialismo soviético el primer socialismo histórico se ha visto obligado a asumir un papel ingrato y deformador del socialismo, el papel de gendarme que se opone, con muralla irreductible al expansionismo del capitalismo imperialista. Es, pues, una violencia secundaria de reacción ante la violencia primaria de la gran burguesía mundial. Y esta violencia secundaria se ha tenido que hacer forzando la economía soviética a base de un gran sacrificio, a base de relegar a un segundo plano la agricultura y la producción abundante de bienes de consumo, a base de una rigidez política para mantener, en este estado permanente de sacrificio militante a una población deseosa de comodidades, merecidas después de las largas penurias del zarismo, de la primera guerra mundial, de la guerra civil y de la segunda guerra mundial. Los gendarmes de una sociedad no son precisamente el mejor modelo de esta sociedad. Nos gustan más otros modelos socialistas que el soviético, pero estos otros modelos viven de renta bajo el paraguas militar soviético.
Ahora, Norteamérica produce una nueva escalada del terror con la bomba de neutrones. Esto sí que debe combatirse sin contemplaciones. Y la propuesta de desarme mutuo controlado también resulta una contribución a la paz sin riesgos peligrosos.
Pero un no violento responsable nunca combatirá aquella misma violencia necesaria para parar los pies a la violencia opresora en un mundo en el cual la fuerza de la no violencia eficaz todavía está en pañales.
Lluís M. Xirinacs.