¿Has oído nunca hablar de Curitiba?
Domingo, 15 de Julio del 2001.
¿Has oído nunca hablar de Curitiba?
Dario Fo y Franca Rame News...
El C@C@O del domingo de Dario Fo, Franca Rame y Jacopo Fo.
No, tampoco nosotros conocíamos esta historia hasta hace una semana. La hemos descubierto leyendo «Capitalismo natural»1 de Paul Hawken, Amory y Hunter Lovins. Es realmente increíble que no se sepa nada porque Curitiba es una de las más grandes experiencias de cambio social que haya sido realizada jamás.
Curitiba no es una pequeña comunidad alternativa. Es una ciudad de casi dos millones y medio de habitantes. Se encuentra en el sur del Brasil. No se trata tampoco de una historia nueva: Funciona desde hace treinta años. En el 1971, en plena dictadura fascista, una serie de casualidades llevaron a la designación de Jaime Lerner como alcalde de la ciudad. Lo eligieron porque era un inofensivo experto de arquitectura. Un hombre de treinta y tres años que no se comprometió nunca políticamente y que pareció el ideal para poner de acuerdo a las muchas facciones en el poder.
Jaime Lerner, primero, tardó un poco en organizarse y, luego, en el 1972 decidió crear la primera isla peatonal del mundo. Lerner sabía que tenía en contra a buena parte de la ciudad. Los comerciantes estaban aterrorizados por la idea de que sus negocios fueran perjudicados por la prohibición de acceso de los coches al centro. Y los automovilistas odiaban la idea de tener que ir andando al centro. Los adversarios dicen que tuvo miedo de que un requerimiento judicial pudiera frenar su iniciativa. El hecho es que los trabajos se iniciaron justo un viernes, una hora después del cierre del tribunal. Una horda de obreros invadió el centro de la ciudad y empezaron a instalar farolas y macetas, repavimentaron las calles y cavaron bancales plantando árboles. Trabajaron ininterrumpidamente durante cuarenta y ocho horas. Cuando el primer contingente cayó exhausto fue reemplazado por un segundo batallón de obreros y así sucesivamente. El lunes por la mañana, cuando el tribunal reabrió, los trabajos estaban acabados. Creemos que en la historia del mundo ninguna obra pública fue jamás realizada tan velozmente.
Jaime Lerner.
Los ciudadanos de Curitiba se quedaron con la boca abierta. Se habían plantado miles de plantas en flor. Lo nunca visto. Y la población empezó a arrancar todas las flores para llevárselas a casa. Pero Lerner lo había previsto y ya tenía listos equipos de jardineros que reemplazaron enseguida las plantas. Duró unos días pero al final los ciudadanos dejaron de robar las flores. Además los comerciantes estaban asombrados porque se percataron que el centro ciudadano transformado en un salón, excitava las ventas. Y cuando el sábado siguiente un cortejo de coches del Automóvil-club intentó invadir la isla peatonal, se encontró con la imposibilidad de hacerlo porque miles de niños estaban pintando grandes tiras de papel que cubrían buena parte del suelo. Desde entonces, todos los sábados los niños de la ciudad se encuentran en la isla peatonal para cubrir de dibujos maravillosos enormes rollos de papel extendidos en el suelo.
Vista de Curitiba.
La segunda operación de Lerner fue crear un sistema revolucionario de transporte con calles principales reservadas a los autobuses y rampas especiales cubiertas (de tubos transparentes) que ponían la acera al mismo nivel que los transportes públicos, permitiendo a los pasajeros entrar en el autobús sin subir peldaños y, por lo tanto, más rápidamente. Estas rampas también permitían acceder a los transportes públicos a los usuarios en silla de ruedas. Particular atención fue dada a los enlaces con los barrios pobres de la ciudad; se adquirieron autobuses compuestos de tres vagones, con puertas más grandes que se abrían en correspondencia con las puertas correderas de los tramos cubiertos. Para cortar los costes y los tiempos, los cobradores también fueron abolidos y se decidió confiar en el hecho de que si los transportes funcionan realmente bien el ciudadano paga el billete de buena gana. Gracias a estas innovaciones, los tiempos de recorrido de los autobuses de Curitiba son tres veces más veloces y transportan en una hora el triple de pasajeros, con una relación entre el dinero invertido y los pasajeros superior al 69%. Prácticamente crearon un extraordinario metro a cielo abierto.
Autobús turístico de Curitiba.
Las autovías de Curitiba transportan veinte mil pasajeros por hora (más de cuántos viajan sobre los medios públicos de Nueva York). Los autobuses recorren cada día una distancia igual a nueve veces la vuelta del mundo. Río tiene un metro que transporta un cuarto de pasajeros y cuesta doscientas veces más.
Gracias a esta gestión cautelosa de los costes, las líneas de transporte se autofinancian sólo con el coste de los billetes (unas mil liras), amortizan los costes medios de un parque que cuesta 45 millones de dólares, ofrecen beneficios a las diez empresas que tienen en contrata el servicio y recompensan el capital invertido con unos beneficios del 12% anual. La autorización concedida a los gestores del servicio es revocable al instante.
Los bancos, reacios a colaborar con otras administraciones locales, están dispuestos a prestar dinero al ayuntamiento de Curitiba. Los transportes son tan eficientes que en 1991 un cuarto de los automovilistas de la ciudad renunció a poseer un coche y el 28% de los pasajeros incluso poseyendo un coche prefirió no usarlo. Y esto a pesar de que el tráfico sea muy fluido y los atascos desconocidos.
Entrada lateral del mercado municipal de Curitiba.
A este rechazo en masa del coche también contribuyen ciento sesenta kilómetros de carriles para bicicleta. Iniciar la reforma de la ciudad empezando por los transportes para Lerner era fundamental porque él teorizaba que nada influye más rápidamente en la conciencia de los ciudadanos que la eficiencia de los medios públicos.
Pero la reforma no se ha parado en los transportes. El problema del chabolismo y la miseria ha sido afrontado encontrando sistemas simples, capaces de ofrecer a largo plazo efectos positivos inmediatos y un cambio radical de la cultura. Es la imaginación de las soluciones lo que asombra más. Parecen locas pero contienen una eficiencia enorme. Hay servicios de distribución cotidiana de comidas gratuitas. Han sido construidas catorce mil casas de protección oficial. Pero se ha procedido también a la distribución de pequeños trozos de tierra para huertos y para construir casas. Los materiales de construcción se adquieren con una financiación municipal a largo plazo que se devuelve con pagos mensuales equivalentes al coste de dos cajetillas de cigarrillos. Cada nueva casa recibe como regalo del ayuntamiento un árbol frutal y uno ornamental. El Ayuntamiento también ofrece una hora de consultoría de un arquitecto que ayuda a las familias a construirse casas más confortables y armoniosas. Los barrios pobres en Curitiba son los más bellos del mundo.
Existe un servicio de furgonetas que circulan por la ciudad intercambiando dos quilos de basura separada (recogida selectiva) por un bono de compra que permite adquirir un kilogramo de comida (o bien cuadernos, libros o billetes para los autobuses). Así el 96% de la basura de la ciudad es recogida y reciclada. Lo que ha permitido ahorrar millones de dólares para construir y administrar un vertedero. Gracias a la limpieza de la ciudad y una mejor alimentación de la población pobre se ha conseguido una neta mejoría de la salud.
La tasa de mortalidad infantil es un tercio con respecto a la media nacional. Hay treinta y seis hospitales con cuatro mil quinientas camas, medicinas gratuitas y asistencia médica distribuida por todo el territorio. Hay veinticuatro líneas telefónicas a disposición de los ciudadanos para informaciones de todo tipo. Una de estas líneas provee a los ciudadanos más pobres los precios corrientes de doscientos veintidós productos básicos. De este modo se les garantiza a los consumidores que no serán víctimas de comerciantes deshonestos.
También hay treinta bibliotecas de barrio con siete mil volúmenes cada una. Se llaman «Faros del saber» y son casitas prefabricadas y dotadas de un tubo a tiras blancas y rojas de 15 metros de altura. Sobre la cumbre de la torre, hay una burbuja de vidrio desde la que un policía controla que niños y ancianos puedan ir a la biblioteca tranquilamente. Hay veinte teatros, setenta y cuatro museos y centros culturales y las ciento veinte escuelas de la ciudad ofrecen cursos nocturnos.
Se organizan cursos de formación profesional para diez mil personas al año. El «Teléfono de la solidaridad» sirve para recoger electrodomésticos y muebles usados que arreglan los aprendices artesanos y se revenden a bajo precio en los mercados o se regalan.
Gracias al microcrédito, una vez aprendida una profesión los jóvenes pueden establecerse. También se ayuda a los que quieren ser vendedores ambulantes facilitando la concesión de autorizaciones. Y es precisamente la lógica con la que se enfrentan los problemas lo que es diferente. Por ejemplo, las acciones de un grupo de jóvenes gamberros que arrancaban las flores del jardín botánico fueron interpretadas como una solicitud de ayuda y los chicos fueron contratados como ayudantes de jardineros.
Otra gran iniciativa de Lerner ha sido crear decenas de parques dotados de pequeños lagos y plantar árboles por todas partes. Curitiba es la ciudad más verde del mundo. En fin, un paraíso con el 96% de alfabetización (en 1996). Los habitantes que tienen un título de estudio superior son el 83%. La ciudad tiene un tercio menos de pobres que el resto del Brasil y la vida mediana llega a setenta y dos años, a grosso modo como en los EE.UU. pero con una renta por capita que llega solo al 27% de la de los Estados Unidos. Así que, para ser una ciudad del Tercer Mundo no está mal...
Llegados a este punto, hay que preguntarse por qué la experiencia de Curitiba no es conocida en Italia. Hemos realizado una búsqueda y nos han dicho que hace años la revista «Nuova Ecologia» publicó un largo artículo sobre este milagro de la honestidad creativa. Y también el «Espresso» habló de ello. ¿Entonces como es que Curitiba no se ha convertido en un ejemplo a imitar? ¿Por qué no se han convertido estas técnicas ingeniosas y entusiasmantes en el caballo de batalla de nuestra izquierda? ¿Qué tienen nuestros políticos? ¿Están desprovistos de sentido práctico? ¿Están enfermos de seriedad? ¿Ya no saben soñar?
Nota:
1PS: «Capitalismo Natural» es realmente un libro excepcional que cuenta todas las experiencias prácticas de ahorro energético y de primeras materias llevadas a cabo con éxito en el mundo. Descubrimos así que nuestra sociedad no es la sociedad del consumismo sino del despilfarro.
Pensemos solamente que si los Estados Unidos adoptasen las mismas normas de construcción de las casas y de las industrias japonesas conseguirían 200 billones de dólares de ahorro en energía al año. El libro muestra que por medio de la racionalización del consumo y el reciclaje se podrían ahorrar en el mundo hasta el 95% de las primeras materias y de la energía.
Y ¡ojo! estos ahorros en general no exigirían unos costos de construcción más elevados. Incluso se han construido viviendas que no necesitan instalaciones de calefacción y refrigeración, y cuyos costos de realización son inferiores a los de las casas convencionales. Y todas estas tecnologías no son nuevas, sino que han sido experimentadas durante años, o incluso decenios.
Esto significa que la pobreza, el hambre, la contaminación y la destrucción del medio ambiente no son una cuestión de maldad, sino de estupidez.
Queremos apoyar la difusión de este libro, y por ello hemos llegado a un acuerdo con Edizioni Ambiente para introducirlo en nuestros espacios de venta. Lo podéis comprar por internet por 25,- euros y recibirlo en casa sin más gastos en unos diez días, contra reembolso o pagando con tarjeta de crédito (http://www.commercioetico.it/Default.aspx).
Enlaces relacionados:
El urbanismo de Cataluña. Las ciudades históricas. Ricard Giralt i Casadesús. Revista de Girona.
Municipalización del suelo. La experiencia de Hungría. Agustí Chalaux de Subirà, Brauli Tamarit Tamarit.
Introducción progresiva de las galerías de servicios en las vías públicas de ciudades y pueblos. Agustí Chalaux de Subirà, Brauli Tamarit Tamarit.
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