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Al servicio de este pueblo. Lluís Maria Xirinacs. Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.
Diario de un senador. Lluís Maria Xirinacs. Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.
El mejor presidente de la Argentina: artículo histórico de Arturo Illia.
Presentación.
En este reportaje recordamos a un político ético que alcanza democráticamente la presidencia de su estado e implanta el establecimiento de propuestas en favor de su propio pueblo. Su talante a la vez honesto y valiente hace que tome medidas que desvelan la reacción de los poderes fácticos, lo que provoca un golpe de estado que lo aleja de su cargo.
Desde el Centro de Estudios Joan Bardina agradecemos la labor de quienes han escrito este reportaje a modo de homenaje a Arturo Umberto Illia, reivindicando un sistema económico, político y social que facilite que sean personas de talante ético las que ocupen los cargos de responsabilidad política, donde no haya contradicciones entre los medios utilizados y la finalidad de servicio a la colectividad.
Equipo del Centro de Estudios Joan Bardina.
Viernes, 6 de abril de 2018.
El mejor presidente de la Argentina: artículo histórico de Arturo Illia.
Hace 35 años, el 18 de enero de 1983, fallecía en la pobreza el ex Presidente Arturo Illia. Médico de profesión, transitó sus últimos días trabajando en la panadería de un amigo, ya que había renunciado a su jubilación.
Entre sus pertenencias sólo se encontraba un par de zapatos.
No tenía auto, ya que lo había tenido que vender durante su mandato para pagar el tratamiento médico a su esposa, que finalmente moriría de cáncer.
Se desempeñó como médico en Cruz del Eje, Córdoba, donde era llamado el «Apóstol de los Pobres», por dedicarse a atender a pacientes sin recursos, para lo que se trasladaba a caballo, en sulky o a pie, y compraba él mismo los medicamentos.
El premio Nobel Federico Leloir, según cuenta Marcos Aguinis, tuvo el coraje de refutar a quienes pretendieron disminuir la herencia de Arturo Illia expresando: «la Argentina tuvo una brevísima Edad de Oro en las artes, la ciencia y la cultura: fue de 1963 a 1966».
Arturo Illia (1900-1983).
Cuando Arturo Umberto Illia asumió como presidente (1963-1966), su declaración jurada consistió en un plazo fijo, un auto y su casa en Cruz del Eje. Su vivienda había sido regalada por vecinos, pacientes y amigos.
Al dejar el poder, sólo le quedaba la casa, cuatro trajes y otras prendas de uso personal.
Arturo Illía luchó toda su vida por los derechos de los más débiles, demostrando a todo un país y demás naciones latinoamericanas, que se puede ejercer el Gobierno de una República sin dejar de lado los valores éticos y los principios ideológicos, gobernó para el pueblo, sin poner nunca por delante especulaciones políticas personales o partidarias, sino haciendo siempre lo mejor para su país, su soberanía política y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.
«Esta es la hora de la reparación nacional, a la que todos tenemos algo que aportar. Esta es la hora de la gran revolución democrática, la única que el pueblo quiere y espera; pacífica, sí, pero ética, profunda y vivificante, que, al restaurar las fuerzas morales de la nacionalidad, nos permite afrontar un destino promisorio con fe y esperanza».
Arturo Umberto Illia.
Ese fue el mensaje que pronunció al ser nombrado presidente.
Portada de revista: «Un médico para un país enfermo: Arturo Illia».
Resulta importante destacar de su gestión: el impulso de la Ley de Medicamentos, la Ley de Salario Mínimo Vital y Móvil, la anulación de los Contratos Petroleros, la anulación de los Gastos Reservados, la defensa de la Soberanía de Malvinas ante la ONU, y la instauración de un 25 % del presupuesto nacional para la Educación, la mayor cifra en la historia del país, como así también, garantizar la vigencia de los derechos civiles, las libertades públicas, y el diseño de una política exterior soberana y solidaria, sobre todo, para con los pueblos en vías de desarrollo y además llevó a cabo un plan de alfabetización y bajó la desocupación... todo eso en menos de 3 años.
«Lo que nuestra democracia necesita es ser auténtica expresión de su verdadera esencia. Lo importante no es que el sentido social de la democracia esté en nuestras declaraciones políticas o estatutos partidarios, sino que los argentinos tengan la decisión y la valentía de llevarlo a la práctica».
Arturo Umberto Illia.
Su gestión en el Gobierno.
Arturo Illia asumió el cargo el 12 de octubre de 1963. Su primer acto de gobierno consistió en eliminar las restricciones que pesaban sobre el peronismo. Desde la Revolución Libertadora las manifestaciones de ese partido estaban prohibidas por el Decreto 4161/56, sin embargo cinco días luego de que Illia asumiera el gobierno se realizó un acto conmemorativo por el 17 de octubre en Plaza Miserere sin limitación alguna. De la misma manera se levantaron las restricciones electorales, habilitando la participación del peronismo en los comicios legislativos del año 1965. También se levantó la prohibición que pesaba sobre el Partido Comunista y se promulgaron penalidades a la discriminación y violencia racial.
Jairo cuenta una anécdota familiar con Don Arturo Illia como protagonista. Vídeo de 4 minutos y 22 segundos.
Ley del salario mínimo, vital y móvil.
El 15 de junio de 1964 se publica en el Boletín Oficial la Ley 16.459, del salario mínimo, vital y móvil, previa a la constitución del Consejo del Salario, integrado por representantes del Gobierno, los empresarios y los sindicatos.
Entre los objetivos del proyecto figuraban la necesidad de «evitar la explotación de los trabajadores en aquellos sectores en los cuales puede existir un exceso de mano de obra», «asegurar un ingreso mínimo adecuado» y «mejorar los salarios de los trabajadores más pobres».
Con los mismos objetivos, se promovió la Ley de Abastecimiento, destinada a controlar los precios de la canasta familiar y la fijación de montos mínimos de jubilaciones y pensiones.
«Debemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace bambolear los tiranos y falsos dioses. Y si no sabemos con seguridad que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien, en cambio, donde está la mentira».
Arturo Umberto Illia.
La política petrolera.
El Presidente de Argentina Arturo Umberto Illia hablando en público.
Arturo Frondizi había iniciado en su gobierno una política de explotación petrolera basada en la concesión de los yacimientos a empresas privadas reservando a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) la actividad de exploración y la compra de la producción a las empresas concesionarias. A las objeciones de carácter económico y comercial (como el traslado del riesgo empresario a YPF que debía realizar la inversión en nuevas exploraciones, o el aumento de los precios de los combustibles), la plataforma electoral de Illia denunciaba la política de las concesiones por considerarla contraria a los intereses nacionales y se comprometió a anular los contratos de concesión.
El 15 de noviembre de 1963 Illia firmó los Decretos 744/63 y 745/63 que anulaban dichos contratos por «vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación».
La Educación.
Durante su gestión de gobierno, la educación tuvo un peso significativo en el Presupuesto Nacional. En el año 1963, su participación era del 12%, en el año 1964, del 17%, en el año 1965, del 23%.
El 5 de noviembre de 1964 se pone en marcha el Plan Nacional de Alfabetización, con el objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo que para la época se estimaba en poco más del 10% de la población adulta. En junio de 1965 el Programa contaba con doce mil quinientos centros de alfabetización y su tarea alcanzaba a trescientos cincuenta mil alumnos de dieciocho a ochenta y cinco años de edad.
Entre 1963 y 1966 se graduaron de la UBA 40.000 alumnos, cifra más alta en toda la historia de la casa de estudios.
La Ley de medicamentos.
La Ley 16.462, también llamada Ley Oñativia en homenaje al Ministro de Salud Arturo Oñativia, fue aprobada por todos los bloques, excepto UDELPA y la Federación de Partidos del Centro, y sancionada el 28 de agosto de 1964. Establecía una política de precios y de control de medicamentos, congelando los precios a los vigentes a fines de 1963, fijando límites para los gastos de propaganda, imponiendo límites a la posibilidad de realizar pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos. La reglamentación de la Ley mediante el Decreto 3042/65 fijaba además la obligación para las empresas de presentar mediante declaración jurada un análisis de costos y a formalizar todos los contratos de regalías existentes.
Esta ley surge, a partir de un estudio realizado por una comisión creada por el Presidente Illia sobre 300.000 muestras de medicamentos. Muchos de estos medicamentos no eran fabricados con la fórmula declarada por el laboratorio y su precio excedía en un 1000% al costo de producción.
Partidarios, opositores y observadores imparciales coincidieron en que esta política tuvo un peso decisivo en el proceso político que culminara con el derrocamiento del presidente a manos de un golpe militar.
«Solo será justo nuestro orden social cuando se logre que los recursos humanos, unidos al avance técnico del país, permitan asegurar al hombre argentino la satisfacción de sus necesidades físicas y espirituales».
Arturo Umberto Illia.
Política económica.
En materia económica, el gobierno de Arturo Illia tuvo una política de ordenamiento del sector público, de disminución de la deuda pública y de impulso a la industrialización. Se creó la Sindicatura de Empresas del Estado, para un control más eficaz de las empresas públicas.
La evolución del Producto Bruto Interno durante ese período fue del -2,4% para el año 1963, del 10,3% para el año 1964 y del 9,1% para el año 1965. La evolución del Producto Bruto Industrial fue del -4,1% para el año 1963, del 18,9% para el año 1964 y del 13,8% para el año 1965. La deuda externa disminuyó de 3.400 millones de dólares a 2.600 millones.
El salario real horario creció entre diciembre de 1963 y diciembre de 1964 un 9,6%. La desocupación pasó de 8,8% en 1963 a 5,2% en 1966.
El derrocamiento.
El 28 de junio de 1966 a la madrugada Illia se encontraba en la Casa de Gobierno, acompañado por los ministros, colaboradores, algunos senadores y diputados nacionales radicales. A las 5 horas y 10 minutos, de ese día martes penetraron el general Julio Alsogaray, el Jefe de la Casa Militar brigadier Rodolfo Pío Otero, el coronel Luis Perlinger y un grupo de oficiales.
El Presidente argentino Arturo Umberto Illia en público.
El diálogo reconstruido fue publicado por la revista «Somos» el 21 de enero de 1983:
Alsogaray: «Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe...».
Illia: El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo. (Señalando un libro que está a un costado de su mesa). Mi autoridad emana de esa Constitución que nosotros hemos cumplido y que usted también ha jurado cumplir. A lo sumo, usted es un general sublevado que engaña a sus soldados.
Alsogaray: En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho. La escolta de granaderos lo acompañará.
Illia: Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sino tan sólo a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos...
Alsogaray: Señor Presid... (rectificándose) doctor Illia...
Varias voces: «¡Señor Presidente!».
Alsogaray: Con el fin de evitar actos de violencia, lo invito nuevamente a que abandone esta casa.
Illia: Son Ustedes quienes están provocando la violencia. Ustedes no tienen nada que ver con el Ejército de San Martín y de Belgrano. Le han causado mucho mal a la patria y lo seguirán causando. El país los condenará por esta usurpación...
Alsogaray: Usted está llevando las cosas a un terreno que no le corresponde, doctor IIlia; le garantizamos su traslado a la residencia de Olivos. Su integridad física está asegurada.
Illia: Mi bienestar personal no me interesa. Me quedo trabajando en el lugar que me indica la ley y mi deber: Como comandante en jefe, le ordeno que se retire.
Alsogaray: Yo sólo recibo órdenes del comandante en jefe del Ejército.
IIlia: El único jefe supremo de las Fuerzas Armadas soy yo. Ustedes son los insurrectos. ¡Retírense!
Los jefes militares abandonan el despacho presidencial. A las seis, retorna el coronel Perlinger en compañía de oficiales subalternos. Perlinger se acerca por la izquierda hasta la mesa de Illia y le dice en tono firme:
Perlinger: Doctor Illia, en nombre de las Fuerzas Armadas, vengo a decirle que ha sido destituido.
Illia: Ya le he dicho al general Alsogaray que ustedes no representan a las Fuerzas Armadas.
Perlinger: Me rectifico. En nombre de las fuerzas que poseo...
Illia: Traiga esas fuerzas.
Perlinger: No lleguemos a eso...
Illia: Son ustedes los que emplean la fuerza, no yo.
El Presidente argentino Arturo Umberto Illia sentado, hablando en público.
«Jamás acepten los jóvenes que les cercenen el más importante de los derechos que tiene el ser humano, que es la libertad de pensar».
Arturo Umberto Illia.
Perlinger y sus acompañantes se retiran. A las 7 horas y 25 minutos vuelve Perlinger está vez al frente de un grupo de efectivos de la guardia de infantería de la Policía Federal, portando pistolas lanzagases.
Perlinger: Doctor llIia, su integridad física está plenamente asegurada, pero no puedo decir lo mismo a las personas que se encuentran con usted. Ellos serán desalojados por la fuerza.
IIlia: Su conciencia le va a reprochar lo que esté haciendo. (dirigiéndose a la tropa policial). A muchos de Ustedes les dará vergüenza cumplir estas órdenes indignas de quien ni siquiera es su jefe. Acuérdense: cuando cuenten a sus hijos lo que hicieron en este momento, sentirán vergüenza...
Perlinger: Doctor Illia tendremos que usar la fuerza...
Illia: Es lo único que tienen...
Perlinger: (Con tono enérgico, a sus subordinados): Dos oficiales a custodiar al doctor Illia, los demás avancen y desalojen el salón.
La tropa avanzó mientras que los dos oficiales de policía que debían vigilar a Illia no pudieron cumplir su cometido, pues éste fue inmediatamente rodeado por sus colaboradores. Hubo forcejeos, pero en pocos minutos el despacho fue desalojado. Illia y sus colaboradores bajaron por las escaleras hasta la planta baja, seguidos de cerca por el pequeño batallón de lanzagases. Eran las 7 horas y 40 minutos sobre las veredas de la Plaza de Mayo y del Banco Nación, varias docenas de soldados cuerpo a tierra apuntaban hacia la Casa Rosada con sus fusiles. A las 7 horas y 45 minutos Illia subía a un taxi, rumbo a la casa de su hermano en Martínez.
«Somos» no reprodujo con fidelidad los diálogos. Otros testimonios nos permiten afirmar algunas expresiones importantes, luego de mencionar que casi todo el equipo balbinista acompañaba a Illia en la circunstancia. Alsogaray se había colocado a la izquierda del Presidente IIlia, quien sin levantar la cabeza, ni mirarlo siquiera, ni inmutarse, continuó con lo que estaba haciendo en ese momento. Eso habría molestado al militar, quien irritado pretendió arrebatarle una fotografía que en ese momento Illia firmaba para uno de sus colaboradores (un empleado de la secretaría privada, o el jefe de la misma, Miguel Angel López, o un ordenanza, según distintas versiones) Illia impidió que el militar le arrebatara la fotografía y, seguidamente, se produjo una parte del diálogo, que la citada revista no tuvo en cuenta:
Alsogaray: Deje eso, permítame...
Illia: Cállese... Yo no lo conozco. Quién es usted?
Alsogaray: Soy el general Alsogaray...
Illia: Espérese. Estoy atendiendo a un ciudadano, ¿cuál es su nombre amigo?
Alsogaray: Respéteme...
Illia: (Al concluir de firmar la fotografía) Este muchacho es más que usted. Es un ciudadano digno y noble. (Parándose y dirigiéndose al general) ¿Qué es lo que quiere?
Alsogaray: Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe...
Luego, sigue en líneas generales el diálogo ya reproducido, pero con una variante:
Alsogaray: En representación de las Fuerzas Armadas le pido que abandone el despacho.
Illia: Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sólo representa a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos, que como los bandidos aparecen de madrugada para tomar la Casa de Gobierno...
Años después, el coronel Luis C. Perlinger envió al doctor Illia la siguiente nota:
«A principios de 1966 siendo usted Presidente de la Nación, tuve algunas reuniones en Mar del Plata y en Buenos Aires con generales que ocupaban altos cargos en el EMGE, a los cuales traté de convencer de no romper el orden institucional. Ante la inutilidad de mi prédica y guiado por el desconcepto de que la unidad de la fuerza amenazada por casos aislados de oposición era más importante que el respeto a la Constitución, me plegué al movimiento que estalló el 28 de junio.
Circunstancias que no se buscan, pero que se dan con frecuencia en los hombres de acción me asignaron un rol importante en su destitución.
En una presentación fechada en julio de 1976, que repartí profusamente y de la cual me ocupé de enviarle un ejemplar escribía: «Hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial. Entonces el doctor Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces: Sus hijos se lo van a reprochar. ¡Tenía tanta razón!». Hace tiempo que yo me lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar a un movimiento auténticamente nacional.
Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo. El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error; si bien no pude reparar el daño causado, da a usted, uno de los grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobierno fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo constitucional...».
Portada en el diario «El Litoral»: «Depusieron al gobierno del Doctor Illia. J. Onganía, Presidente provisional».
«La falta de ostentación es fundamental en todo hombre que quiera ejercitar una acción docente de cualquier finalidad... para ser útil hay que ser austero, desinteresado y modesto».
Arturo Umberto Illia.
«El golpe de Estado del 28 de junio de 1966 que derrocó al gobierno constitucional, fue uno de los actos más perjudiciales para la continuidad institucional y el auténtico desarrollo socioeconómico de la Argentina. Obedeció a varias causas: el posible retorno al poder del peronismo, su enfrentamiento con los capitales petroleros y las empresas multinacionales farmacéuticas, la extraordinaria campaña de acción psicológica a través de todos los medios de comunicación; y una nueva coalición entre las jerarquías sindicales y los mandos militares con orientación franquista e inspirados en la Doctrina de la Seguridad Nacional, son las más mencionadas.
Aunque no se diga con frecuencia por temor a incurrir en la afirmación de algo políticamente incorrecto, hay que destacar que el golpe contra Illia fue posible fundamentalmente en virtud del pacto o alianza militar-sindical peronista, de raigambre corporativista y reminiscencias franquistas.
¿Porqué pacto? Porque todo pacto incluye una contraprestación entre las partes intervinientes, y el pacto militar-sindical peronista se concretó en la escalada de violencia gremial que se corporizó en el plan de lucha con toma de fábricas decretado por la CGT y ejecutado con precisión cronométrica y finalizó con la entrega por parte del gobierno dictatorial de Onganía entregando el manejo del sistema de las obras sociales a los sindicatos peronistas, en lo que constituye una auténtica rémora de corporativismo fascistoide y una deuda del estado democrático aún hoy. Eso ha significado afiliados a los gremios y obras sociales sin adecuada y eficaz atención médica y dirigentes sindicales corruptos y enriquecidos.
Aquel pacto entre los militares cursillistas de derecha y los sindicalistas peronistas se viene cumpliendo hasta la fecha con rigurosa minuciosidad y ha significado el mecanismo de financiamiento irregular del peronismo con los aportes de todos los trabajadores argentinos mal administrados y direccionados», apunta Diego Barovero.
Arturo Umberto Illia sirviéndose un vaso.
Perón apoyó y simpatizó con el golpe.
La evidencia está en los archivos. A fin de junio, en el preciso momento en que el general Juan Carlos Onganía juraba como nuevo presidente, Perón recibía en Puerta de Hierro al periodista Tomás Eloy Martínez, enviado de la revista Primera Plana, y le decía: «Para mí, éste (el golpe) es un movimiento simpático porque se acortó una situación que ya no podía continuar. Cada argentino sentía eso. Onganía puso término a una etapa de verdadera corrupción. Illia había detenido al país queriendo imponerle estructuras del año mil ochocientos, cuando nace el demoliberalismo burgués, atomizando a los partidos políticos. Si el nuevo gobierno procede bien, triunfará».
«El golpe de 1966 no tuvo sólo dos actores, entre otras cosas, por el papel desestabilizador que cumplió el peronismo»
Como prueba del apoyo peronista al golpe, lo habitual ha sido recordar que importantes dirigentes, como el metalúrgico Augusto Vandor, asistieron a la jura del nuevo dictador en la Casa Rosada. Sin embargo, la palabra del líder parece ser más elocuente que los gestos políticos de aquel dirigente sindical luego rebelde, que terminaría sus días asesinado por una célula guerrillera.
Lo que publicó Primera Plana el 30 de junio de 1966 está reproducido en el sitio El historiador, de Felipe Pigna, quien no suele ser tildado de «gorila» por la historiografía peronista. Dice allí Perón: «Simpatizo con el movimiento militar porque el nuevo gobierno puso coto a una situación catastrófica. Como argentino hubiera apoyado a todo hombre que pusiera fin a la corrupción del Gobierno Illia. La corrupción, como el pescado, empezó por la cabeza. Illia usó fraude, trampas, proscripciones; interpretó que la política era juego con ventaja; y en política, como en la vida, todo jugador fullero va a parar a Villa Devoto. El hombre que acabó con eso, por supuesto, tiene que serme simpático, pero no sé si también lo será en el futuro. El defecto del actual gobierno es no saber exactamente lo que quiere, pero la cosa va a ser cuando desate el paquete, porque ellos tampoco saben lo que hay allí».