Donald Trump o el ejercicio de valorar a un político por sus hechos y no por su ideología.
«Por sus frutos los conoceréis».
(Mateo 7, 15-20).
En el presente artículo, quiero comenzar una costumbre consistente en valorar a un dirigente político no por su ideología, sino por sus actos. Dejaremos de seguir, pues, el esquema partidista según el cual sólo son buenos los políticos de la ideología propia y malos los del resto, tan propia de las redes clientelares de los partidos y de los medios llamados de información que se hacen eco y nos basaremos en acciones concretas.
En el año 2016, de haber sido ciudadano de los Estados Unidos, siguiendo mi afinidad ideológica probablemente hubiera votado en las primarias demócratas al candidato Bern Sanders. Después me enteré de que Sanders hubiera ganado la elección presidencial si en aquella ocasión se hubieran producido unas elecciones limpias, tanto en las primarias demócratas como en las presidenciales.
A muchos votantes de Sanders les pasó que, al darse cuenta del pucherazo demostrado contra él (ver el informe de la Universidad de Stanford) por parte del staff de la candidata Hillary Clinton, no quisieron seguir los consejos del mismo Sanders de regalar sus votos a quienes le quitaron la elección, en manifiesto acto de Síndrome de Estocolmo. Por esta razón ganó Trump, con votos prestados de la izquierda. Aun así, la candidata Hillary Clinton se atrevió a decir que quién hizo trampas no era ella sino el propio Donald Trump.
Probablemente hubiera continuado haciendo mis valoraciones políticas de manera partidista, si no fuera por una amistad que me hizo ver que Trump, situado a la derecha del espectro político, empezaba a llevar a cabo algunas medidas a favor de su pueblo en circunstancias muy concretas. Esto me hizo recordar una cita del autocalificado clarividente Mario de Sábato donde afirmaba en un libro suyo que, algún día, la izquierda sería derecha y la derecha izquierda, como el catolicismo sería protestante y el protestantismo católico. Tenía una sensación de estar dentro de un espejo cuando veía fotografías de Donald Trump levantando el puño derecho. Me pregunté: ¿De verdad que se está produciendo esta situación?
Del señor Trump destaco luces y sombras. Entre las luces escribiré unas cuantas.
En primer lugar, nacionalizó la Reserva Federal, situándola jerárquicamente bajo las órdenes del Departamento del Tesoro. Trump revertió una medida por la que banqueros como Morgan provocaron el hundimiento del Olimpic disfrazado como el Titanic, junto con los banqueros opositores a esta medida, no sin inventar una leyenda para ocultar el atentado. Terminaba una Reserva Federal privatizada con la que aquellos inversores ofrecieron su dinero a los dos bandos contendientes en las dos guerras mundiales, así como a los comunistas de Trotsky y Lenin, y a los nazis de Hitler, e hicieron que los EUA alcanzasen una deuda de proporciones estratosféricas.
Además, en ocasión del primer confinamiento sanitario, Trump negoció la concesión de una paga nominativa a cada ciudadano estadounidense con un cheque llevado a casa de cada uno. Con esta medida los ciudadanos no sufrirían la quiebra de sus negocios ni la pérdida de su trabajo. Este acto político fue consensuado con congresistas demócratas defensores de la Renta Básica, demostrando un talante dialogante necesario para llevar a cabo este medida. O sea, rescatar a las personas y a no los bancos, como hubiera reivindicado un economista como podría ser Arcadi Oliveres.
No nos olvidemos tampoco que Donald Trump fue el primer Presidente estadounidense en setenta años de mandatos presidenciales que no ha provocado ninguna guerra nueva. Desde la perspectiva de los enfrentamientos bélicos, el hombre de carácter Donald Trump (cero guerras) mereció mucho más el Premio Nobel de la Paz que el simpático y con buena apariencia Barack Obama (Afganistán, Irak, Siria, Pakistán, Yemen, Somalia y Libia).
Cuando el Señor Trump cogió la gripe, a la cual algunos la llamaban Covid, él anunció que había tomado hidroxicloroquina, que es un derivado de la quinina. O sea que él iba quitando hierro al miedo divulgado por los medios llamados de información por lo que respecta al tema sanitario una vez Trump se iba dando cuenta en qué consistía. Quizás en esto influyó el hecho de tener un hijo con diagnóstico autista probablemente a consecuencia de una vacuna. Está claro que él no era el hombre de paja adecuado para aplicar las medidas que después acabaron llevándose a cabo bajo el mandato de Joe Biden.
Por la parte de sus sombras, tenemos que no fue suficientemente ecuánime y equilibrado en la confrontación entre israelíes y palestinos. En esto, los esfuerzos hechos por el presidente demócrata Jimmy Carter en Camp David fueron un mucho mejor precedente.
A pesar de que John Trump, tío de Donald Trump, fue un estrecho colaborador de Nicola Tesla, no hay un cambio sustancial de la administración Trump por lo que se refiere a la liberación de la tecnología de las energías libres de la que Tesla fue un gran inventor. Las energías libres y otras tecnologías escondidas continúan siendo patrimonio exclusivo de las bases e instalaciones secretas de los estados y no se ponen a disposición general de la población. Son tecnologías que si se aplicasen masivamente probablemente acabarían con las guerras por las fuentes de energía y los recursos naturales. Trump, en cambio, fomenta el fracking para alargar la dependencia energética de la sociedad estadounidense respecto de los hidrocarburos.
Lamentamos que tampoco Donald Trump haya otorgado el indulto al reportero de investigación Julian Assange en el proceso que se le ha abierto desde los EE. UU. para encarcelarlo. En esto ha seguido la misma política que Obama y que Biden. No sabemos si Trump esperaba ser reelegido para ofrecer el induto a Assange cuando este hubiera llegado a los EE. UU.
Por lo que respecta al muro con México, tan criticado por los medios llamados de información cuando Trump lo mandaba completar, todos los presidentes desde Bush padre, tanto demócratas como republicanos, lo querían y lo iban haciendo: Bush padre, Bill Clinton, Bush hijo, Obama, Hillary Clinton, todos querían el muro. Lo único que cuando Hillary Clinton ve que Trump lo continúa construyendo, entonces hace ver que no le gusta esta medida.
Pensemos que muchos grandes imperios a lo largo de la historia han establecido un perímetro protector a su alrededor. Podemos mencionar el mismo imperio romano con sus limes o el imperio chino con su Gran Muralla. Otra cosa es que estos imperios hagan rapiña de las riquezas de los pueblos extrangeros para llevar estos recursos a su casa y posteriormente los pueblos espoliados aspiren a apoderarse de las riquezas en parte robadas cuando aquellos imperios entran en decadencia.
En las elecciones presidenciales del año 2020 se produce un fenómeno que incluso el analista político Daniel Estulin afirma que es el mayor pucherazo electoral de la historia de los Estados Unidos. A Donald Trump se le roba la elección presidencial y los medios llamados de información atizan el odio ideológico para intentar convencer al público que el tramposo era Trump y que no sabía perder.
Antes de la elección, Trump previsoramente prepara que las papeletas de elección presidencial tuvieran un tipo de discretas marcas de agua para distinguirlas de posibles papeletas falsas. También establece un sistema informático discreto y paralelo de seguimiento del recuento electoral oficial para detectar alteraciones programadas. Además, ordena instalar discretamente cámaras en los centros de recuento.
Cuando Donald Trump ve que se le roba una elección que hubiera ganado de haber sido limpia, no tira la toalla e impulsa unas auditorías, estado por estado, para demostrar que era el legítimo ganador. Y tiene el empuje y la paciencia suficientes para impulsar un recuento riguroso de los votos en cada estado hasta que logra el resultado completamente revisado a su favor. Aun así, tiene que soportar los improperios de los medios llamados de información que le reprochan que era un mal perdedor.
Comparando Donald Trump con aquel Bern Sanders que hubiera votado encontramos que este último, en dos ocasiones, deja que le quiten su elección tramposamente pero acepta colaborar con quienes le roban la elección, haciéndose cómplice de los malos actos de gobierno del candidato Biden. Comparando los caracteres de Trump y de Sanders, es evidente que Trump es un político que ha demostrado más firmeza a la hora de defenderse y de defender los intereses de sus votantes que el mismo Sanders a la hora de defenderse y defender los intereses de sus electores.
Esta valoración hacia la figura personal de aquel individuo, Trump, no es extensiva al personal de su entorno, ni a los de su partido, ni a los de los partidos de otros lugares del Mundo donde el señor Trump establece vínculos de colaboración.
Entre personas de ideología izquierdista, ya sea moderada o más extrema, se ha producido una crítica a Donald Trump calificándolo de «fascista». Estos mismos críticos se habrán encontrado que aquel Trump que tanto criticaban fue retrasando la guerra entre Ucrania y Rusia, y que su competidor en las elecciones del año 2020, Joe Biden, ha dado soporte a un gobierno ucraniano que ha sido apoyado por unidades combatientes que llevan el símbolo nazi como bandera, junto con los colores de la OTAN.
Hay que recordar una vez más a estos mismos críticos lo que dijo Agustí Chalaux. Una ideología, por más bonita que aparente, si no va acompañada de propuestas concretas a favor del pueblo no vale nada. Es en base a las propuestas concretas que lleva a cabo como se puede valorar a un político. Y en este sentido, evitar o retrasar una posible Tercera Guerra Mundial es mucho mejor que provocarla.
La descripción de estos hechos también pone en evidencia un pacto. El pacto entre buena parte de los grandes capitalistas y buena parte del espectro político de la derecha, el centro y la izquierda políticamente correctos para llevar a cabo la Agenda 2030 y las medidas sanitarias iniciadas en 2020, y la situación de segmentos ideológicos contrarios a esta agenda que en parte han quedado huérfanos de referentes políticos y que no necesariamente se encuentran agrupados.
Un ejemplo de esta nueva situación política se produjo en el Estado francés cuando los diputados del Front National de Marine Le Pen y de la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon tumbaron conjuntamente la propuesta de pasaporte sanitario propuesta por el gobierno centrista de Emmanuel Macron.
Valorar a un político por sus hechos y por la intención con que los lleva a cabo sería el mismo criterio que emplean los maestros o sabios al valorar, en el periodo entre dos vidas, el recorrido de una alma desencarnada en la vida anterior. Valorar a una persona por sus frutos es la mejor manera de aprender a evaluar a un ser de manera espiritual.
Al final, valorar a cada cual por sus frutos es una manera de hacer que tendría que darse más a menudo entre estudiosos de los fenómenos históricos relacionados con la política.
Brauli Tamarit Tamarit.
Primera versión: Viernes, 21 de Octubre de 2022.
Última modificación: Viernes, 9 de Diciembre de 2022.
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