La contaminación del territorio por purines es un grave problema para la comarca de las Garrigues, el territorio se ha sobresaturado y los nitratos han llegado a contaminar la capa freática. No sólo se debe limitar el número de cerdos, sino que es necesario un tratamiento eficaz de los purines. Este es el problema que cae encima de los ganaderos.
En la desesperación de no saber dónde poner los purines, algunos granjeros se agarran a un clavo ardiendo que consiste en aceptar la reapertura de la planta Tracjusa sustituyendo el Gas Natural, por un combustible derivado de residuos (CDR) que inundará de contaminantes toda la comarca. Tracjusa se convertirá en una incineradora de residuos urbanos. Una lluvia de contaminantes irrigará la comarca con los problemas médicos asociados. En una planta de tratamiento de residuos, como la que se pretende instalar, libera multitud de sustancias, fruto de miles de reacciones químicas. Gases tóxicos, como los óxidos de nitrógeno y de azufre, metales pesados como el Plomo, Cadmio, Berilio, Mercurio, etc., dioxinas y furanos y muchas más micropartículas incapaces de ser retenidas por los filtros y que tienen vía libre para entrar dentro el cuerpo humano a través de la respiración y de la alimentación.
Una ley de la física dice que «la materia, como la energía, no se crea ni se destruye, sólo se transforma». La atmósfera de las Garrigues se convertirá en el vertedero donde entrarán, no sólo los residuos de nuestras comarcas sino que una buena parte de los procedentes de Barcelona. Está previsto que más o menos, se quemen 100 toneladas diarias de residuos urbanos (CDR), 40.000 toneladas en un año, un buen negocio para la planta que cobra unos 35 euros por tonelada quemada, unos 3.800 euros diarios, unos 1.500.000 de euros al año. Un precio suculento sino fuera porque es a cuenta de la salud de la población.
La incineración de estos residuos nos asegura una lluvia continua de tóxicos que día a día irá regando los pueblos y campos de cultivos, contaminando huertos, sembrados, olivos, viñedos, árboles frutales, etc. que queremos que sean productos de calidad.
Me gustaría que las granjas sirvieran para dar vida a muchas familias que trabajan en este sector, pero no tengo ninguna simpatía para engordar la cuenta corriente de grandes propietarios que quieren construir granjas con miles de cerdos que son los que insisten más en reabrir Tracjusa y no quieren ver que con el Gas Natural la contaminación sería mínima. El grande se come al pequeño, sin compasión, al igual que las grandes superficies comerciales se han comido al pequeño comercio, en el sector porcino, desde hace años, las granjas cada vez más grandes, con miles de cerdos, son las que hacen que las explotaciones familiares dejen de ser rentables y tengan que cerrar.
En vez de insistir en quemar Residuos Urbanos (CDR), lo que se debería hacer es explorar sistemas alternativos de tratamiento de purines y también involucrar en la solución a las grandes empresas agroalimentarias como los grupos Vall Companys, Corporación Alimentaria Guissona, etc., que no deberían desentenderse del daño ecológico que producen los cerdos que son de su propiedad.
La gente de las Garrigues tenemos un arma invencible, la conciencia de que estamos defendiendo nuestra salud y nuestra comarca, por lo que será imposible que este proyecto salga adelante.
Marcel Estrada.
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