Tras la pérdida de los derechos y libertades durante la Guerra de Sucesión, el proceso del despertar de la conciencia nacional del pueblo catalán que comenzó con el Renacimiento literario de principios del siglo XIX ha ido creciendo, hasta llegar a un deseo mayoritario y una lucha no violenta de nuestro pueblo por recuperar aquellas libertades perdidas.
Los detractores de este estado propio cuestionan la oportunidad de hacerlo en un mundo cada vez más interdependiente. Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez qué pasaría si todos los pueblos del mundo hiciéramos lo mismo? ¿De verdad sería un desastre o, en cambio, todos saldríamos ganando? ¿Qué pasaría si, de repente, todos los pueblos del mundo nos pusiéramos de acuerdo al mismo tiempo en reivindicar nuestras libertades como naciones libres?
El más elemental sentido común nos dice que no debemos hacer a los demás lo que no queramos que los demás nos hagan a nosotros mismos. Sin embargo, sabemos que una acción es correcta cuando la hace todo el mundo y todo el mundo sale beneficiado.
Para empezar, la acción conjunta de todos los pueblos vernáculos nos llevaría a una fragmentación política de cada continente. Lo que viene a continuación también forma parte de nuestra voluntad como catalanes por lo que respecta a nuestro continente: El establecimiento de diferentes confederaciones continentales de naciones sustituyendo o modificando, en algunos casos, las uniones de estados ya existentes.
De repente, desaparecerían numerosos fenómenos de opresión de unos estados contra naciones minoritarias que pertenecían a estos estados. Para empezar, finalizarían las disputas entre las naciones de la Península Ibérica. De los franceses contra los occitanos, bretones, alsacianos, catalanes y vascos. De los ingleses contra los escoceses, galeses, irlandeses del Norte, de Cornualles. Pero también de los árabes contra los amazigs, de los turcos contra los kurdos, armenios, etc.
Como deseamos los catalanes, preservaríamos las culturas y idiomas originarios de cada pueblo. Como ninguna nación sufriría por su supervivencia cultural y lingüística, no habría ningún inconveniente en reconocer la propia evolución con el paso del tiempo y, como los catalanes, nos adaptaríamos a las nuevas realidades, como la necesidad de aprender más de un idioma y el uso de una lengua común que nos comunique a todos.
Erradicando tanto el deseo de posesión y dominio, como los agravios y rencores recíprocos, si todos los pueblos de cada continente hiciésemos como los catalanes, las diferentes confederaciones continentales se avendrían muy bien a confederarse entre ellas, emulando a los catalanes del siglo XI y sustituyendo, con esta nueva estructura, la que tiene la Organización de las Naciones Unidas.
¿A qué nos dedicaríamos los pueblos del mundo si no nos peleásemos entre nosotros? Pues, como queremos los catalanes, a resolver el resto de problemas que tiene la Humanidad, incluyendo, como hicieron algunos antepasados catalanes del siglo XV, el de estimular el avance y la aplicación conjunta de la ciencia necesaria para alcanzar otros lugares donde vivir y dar salida a nuestra numerosa población.
Brauli Tamarit Tamarit.
Jueves, 8 de Diciembre de 2016.
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