La realidad está llena de paradojas, y la realidad política aún más. El proceso que está siguiendo la nación catalana para alcanzar unas más altas cotas de libertad nos anima a enumerar unas cuantas, para dejar claro que el verdadero sentido común es que no hagamos a los demás lo que no queramos que los demás nos hagan a nosotros. Que tarde o temprano todo lo que hagamos nos es devuelto, tanto si lo hacemos para bien, como para mal. Y, a pesar de que Joseph Goebbels nos quiso enseñar lo contrario, por mucho que se repita una mentida, ésta no se convierte en verdad.
Quien dice defender la ley la está infringiendo, criticando a quienes la queremos hacer cumplir. El derecho de libre determinación de los pueblos está contenido en los tratados internacionales ratificados por el Estado español, incluso antes de la propia Constitución española de 1978. Además, esta constitución, en su artículo 10 apartado 2, recalca el carácter supremo de estos tratados internacionales que incluyen aquel derecho. También la jurisprudencia internacional reconoce este derecho. En cambio, los que reivindicamos aquel derecho estamos respetando y acogiéndonos a la ley.
Quien dice defender el Estado español lo está destruyendo. Cuando se evita la evolución progresiva hacia una mayor descentralización y una vera comunión fraternal de naciones, se provoca una reacción contraria que obliga a las naciones sin estado del Estado español a marchar forzadamente. Un ejemplo claro es la reacción catalana a la sentencia contraria injusta al último estatuto del Principado de Cataluña, promulgada por jueces nombrados por políticos centralistas hostiles a esta iniciativa, afectando a normas similares en otros estatutos que no han sido después impugnados por miedo a la misma reacción.
Quien más luchó contra las opresiones de tipo nacional generadas por el Estado español, justamente lo hubiera podido salvar, si los otros políticos y los poderes fácticos que los presionaban hubieran colaborado. Lluís Maria Xirinacs propuso, cuando fue senador constituyente, una constitución alternativa completa, la Constitución de la Confederación española, donde ninguna de las naciones que la componen tiene una situación de preeminencia respecto a las demás. Con esta solución y la evidencia de que la puerta de salida está siempre abierta, nadie hubiera querido marchar.
Quien dice que defiende más la economía española, es quien más la ha perjudicado. Cuando el presidente de gobierno español, José María Aznar, con Mariano Rajoy y Rodrigo Rato como vicepresidentes, firmó en 1998 la adhesión a la moneda única europea, adhesión que se hizo efectiva en 2002 sin una equivalente unión fiscal como denunció previamente el presidente de la PIMEC Joan Casals, el Estado español pasó de tener una moneda como la peseta, que se generaba sin deuda, a tener una moneda como el Euro, generada mediante una deuda con interés imposible de devolver. Todo ello ha causado en buena parte, como dice el presidente de INEVAL Jordi Griera, la deuda desorbitada del Estado español y su quiebra.
Quien dice defender más la seguridad de las personas de Occidente, es quien más la ha amenazado. Cuando el mismo presidente de gobierno español, José María Aznar, se sumó al pacto de las Azores, junto con George Bush junior y Tony Blair, para hacer la guerra contra Irak, guerra que se extendió después por diferentes estados petroleros, provocó que, en reacción, personas originarias de pueblos que han sido víctimas de estas agresiones causaran atentados contra Occidente como los que han habido en Barcelona y Cambrils este mes de agosto del año 2017.
Los que queremos la independencia de la nación catalana, contrariamente a lo que dicen nuestros detractores, estamos preparando el único camino posible para que, con el tiempo, se pueda producir una verdadera comunión fraternal de las naciones hispánicas, ibéricas y/o europeas. Otras personas, que se autocalifican de federalistas o confederalistas a nivel español, afirman querer alcanzar de forma progresiva este objetivo, sin suficiente convicción, pues resulta que, en la práctica, este último camino progresivo se ha hecho imposible. Contrariamente, los más centralistas son quienes impiden esta vía progresiva, perpetuando la relación de dominancia de una nación hacia las demás, manteniendo el enfrentamiento entre ellas.
Brauli Tamarit Tamarit.
Domingo, 3 de septiembre de 2017.
