4. Joan Bardina y la Institución Libre de Enseñanza.
Buenaventura Delgado.
Un precedente: La «Institución Libre de Enseñanza»
de Sabadell.
Muy pocos años después de la fundación de la Institución
Libre de Enseñanza de Madrid comenzaron a surgir en distintos
puntos de España centros educativos que intentaron con desigual
fortuna seguir el modelo de la Institución madrileña.
En Mallorca, Guillermo Cifre de Colonia, alumno de Giner de los Ríos
en Madrid, donde se doctoró en Derecho en 1876, inauguraba tres
años más tarde la Institución Libre de Enseñanza
de Pollensa y, en 1880, otro mallorquín, Alejandro Roselló,
comenzaba las actividades de la Escuela Mercantil de Mallorca, instituciones
ambas profundamente influidas por la ideología y el modo de hacer
de los institucionistas1.
Centros semejantes aparecieron en Bilbao, Navalcarnero, Valencia, Oviedo
y otras ciudades.
A Cataluña también llegó la onda pedagógica
institucionalista. A principios de 1882 abrió sus puertas en Sabadell
una Institución Libre de Enseñanza que, en medio año
de vida, llegó a contar con una matrícula de 267 alumnos
que abarrotaban los dos pisos del local en que estaba instalada. El grupo
patrocinador de esta Institución que pretendía inspirarse
en su homónima madrileña era muy heterogéneo: anarquistas,
espiritistas, masones y, en general, aquellos librepensadores que deseaban
para sus hijos una educación distinta a la impartida por las órdenes
religiosas y por las rutinarias escuelas estatales. El abogado local Tomás
Viladot Rovira fue el alma del proyecto. Había sido condiscípulo
de Giner cuando ambos estudiaban Derecho en Barcelona y oían de
labios de Lauleano Figuerola las primeras noticias de Krause y de Ahrens.
Viladot siguió interesado por el krausismo durante bastantes años
como lo demuestra su intento de traducir el Compendio del sistema de
la filosofía de Krause editado en Leipzig en 18862.
El primer director de la Institución de Sabadell fue el sacerdote
secularizado José Hernández Ardieta, doctor en Ciencias y
en Derecho y recomendado para este cargo por el círculo de Giner.
Él fue el verdadero organizador de esta Institución
vallesana estrechamente vinculada a las necesidades de la población,
tanto de los niños en edad escolar como del proletariado, para quien
se organizaron clases nocturnas con un plan de estudios muy completo y
eminentemente pragmático. Poco tiempo después llegaba de
Madrid otro profesor recomendado también por los krausistas, Pedro
Arnó.
La historia de la Institución Libre de Enseñanza
de Sabadell fue azarosa y no llegó a dar los frutos que esperanzadamente
habían depositado en ella sus organizadores. Faltó el pedagogo,
el hombre de tacto con habilidad suficiente para crear un equipo de educadores
y, sobre todo, para resolver las contradicciones de dentro y las presiones
a las que fue sometida la Institución; las contradicciones
de dentro procedían principalmente de la heterogeneidad de las asociaciones
subvencionadoras, reflejadas en la composición de la Junta; las
presiones de fuera venían de la abierta oposición de las
clases bienestantes de Sabadell que, ante el reto que suponía una
escuela laica en la ciudad, se dieron prisa en crear escuelas confesionalmente
católicas y en utilizar toda clase de recursos para eliminar a la
Institución.
Las mismas fuerzas que luchaban contra Giner y los suyos fueron las que
se movilizaron contra la Institución Libre de Enseñanza
de Sabadell, con la diferencia de que los protectores de ésta eran
mucho más débiles. Con numerosos altibajos continuó
su marcha hasta ser clausurada definitivamente el 24 de agosto de 1909,
injustamente acusada de ser una escuela anarquista. Al final de su período
la Institución de Sabadell coincidía con la de Madrid
en el nombre y en poco más3.
La cuña institucionista en Barcelona: Don Gildo Giner de los
Ríos.
A principios de siglo en Barcelona la influencia institucionista gira
en torno de don Hermenegildo Giner de los Ríos, informador de primera
mano respecto a la realidad catalana ante su hermano Francisco e introductor
en la Institución de Madrid de algunos de los jóvenes
estudiantes catalanes que necesariamente debían acudir a Madrid
para seguir sus cursos de doctorado. El interés del Ayuntamiento
de Barcelona en abordar el problema escolar se debió a don Gildo,
el cual, desde la Comisión de Cultura, impulsó muchas de
las ideas propugnadas por la Institución Libre de Enseñanza:
creación de nuevas escuelas higiénicas, funcionales y de
reducido coste; renovación del material escolar, graduación
de las escuelas distribuidas en bloques independientes, de acuerdo con
las condiciones locales; inspección médica y pedagógica;
escuelas al aire libre, en pabellones de madera, a ser posible; creación
de bibliotecas, cantinas, baños, roperos, cajas de ahorro escolares,
colonias de verano, campos de juego... Abanderado del laicismo, defendió
siempre la neutralidad religiosa y la coeducación; a él debe
Barcelona la creación de las primeras Colonias Escolares y de las
Escuelas del Bosque por él propuestas y aprobadas el 12 de junio
de 1906. Muchas de estas innovaciones fueron recogidas en el Presupuesto
Extraordinario de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona de 19084,
en cuya elaboración habían intervenido personas que conocían
muy bien el pensamiento pedagógico de la Institución,
por ejemplo Luis de Zulueta y Joan Bardina, a quienes el Ayuntamiento nombró
respectivamente Comisario y Secretario de la «Institución
de Cultura General» que había de aplicar el Presupuesto,
caso de haber sido aprobado5.
El espíritu institucionista de este proyecto no pasó desapercibido
por quienes se opusieron al mismo hasta hacerlo naufragar.
Bardina y los institucionistas.
Aunque las principales bases pedagógicas del Presupuesto
habían sido defendidas apasionadamente años atrás
por don Gildo, éste no podía figurar oficialmente en las
distintas comisiones por no pertenecer ya al Consistorio; sin embargo,
no es descabellado pensar que entre bastidores asesorase a los redactores
del mismo, entre los que se encontraba Bardina, como el hombre que, desde
la fundación de la Escola de Mestres, había demostrado
la necesidad y la viabilidad de una nueva pedagogía revolucionaria
en Cataluña. La amistad de Bardina con el hermano de don Francisco
era anterior a la elaboración del polémico Presupuesto.
Don Gildo apoyó incondicionalmente el proyecto de la Escola
abierta en 1906; gracias a su entusiasmo, el Ayuntamiento la subvencionó
con mucha mayor esplendidez que la Diputación durante los cuatro
años de vida del centro; Luis de Zulueta por su parte, era uno de
los asiduos visitantes de la Escola, interesado, sin duda, por conocer
de cerca su funcionamiento. Bien a través de don Gildo o de Zulueta,
Bardina fue introducido en el «cenáculo de selectos»
de Madrid antes de 1906. En febrero de este año estuvo don Francisco
en Barcelona; meses después la Escola de Mestres abría
sus puertas. ¿Conoció Bardina personalmente a don Francisco
en esta ocasión?. ¿Tuvo éste algo que ver con la gestación
de la Escola?. Son innegables dos hechos: en primer lugar, la simpatía
y apoyo de los institucionistas hacia la institución bardiniana
y, en segundo lugar, la similitud del pensamiento pedagógico, programas,
estilo, espíritu y actividades, etc., etc., de la Escola de Mestres
y de la Institución Libre de Enseñanza del Paseo del
Obelisco.
Bardina era amigo de los hermanos Giner, de Rafael Altamira, de Cossío
y de Santullano, según testimonio de Carmen Segarra y Miguel Fornaguera,
discípulos de Bardina, a quienes con frecuencia hablaba de la Institución
con profunda admiración.
Esta amistad perduró aún después de que la Escola
cerrara sus puertas en 1910. Bardina era un hombre dinámico que
no podía quedarse de brazos cruzados; nada más terminar la
experiencia de la Escola, se lanzó con el mismo entusiasmo
a la creación de la Revista Catalana d'Educació y
de la Revista de Educación; entre los muchos colaboradores
que le prometen sus trabajos para esta segunda Revista -se editó
de enero de 1910 al verano de 1912- aparece la plana mayor de los institucionistas:
Giner, Cossío, Altamira, Barnés, Castillejo y Vincenti. Esta
publicación de gran altura intelectual se hace eco de las actividades
inspiradas por Giner y sus discípulos, por ejemplo, la creación
y funcionamiento de la Residencia de Estudiantes, y las reformas
llevadas a cabo por Altamira durante su gestión como Director General
de Primera Enseñanza. En mayo de 1911 Altamira visitó Barcelona
y pronunció un discurso en el Paraninfo de la Universidad. La Revista
de Educación recoge en sus páginas el discurso y publica
una entrevista concedida por el funcionario a la misma.
En 1912 Bardina y seis de sus discípulos proyectan un viaje de
estudios al extranjero. Entre las subvenciones concedidas, sin duda la
más importante fue la de la Junta para Ampliación de Estudios,
entre cuyos miembros, como es sabido, figuran personas de la confianza
de Giner. El propio Altamira visitó al grupo instalado en París
y les envió un periodista para que les hiciese un reportaje.
La estancia en París duró del 2 de octubre de 1912 al
20 de julio de 1914. Vuelto Bardina a Barcelona, siguió escribiendo
en La Veu (1914-1916) a la vez que preparaba su tesis doctoral.
Como se ha dicho, durante los días en que Bardina defendía
su tesis en Madrid, el gobierno boliviano pedía al español
un técnico en pedagogía para que organizase un Instituto
Normal Superior en La Paz; de los cincuenta candidatos que solicitaron
este puesto en concurso público fue seleccionado Rufino Blanco,
discípulo de Menéndez Pelayo y maestro de maestros, pero
el gobierno boliviano, presionado por el grupo de profesores belgas de
Alex Sluys, no aceptó al candidato propuesto alegando razones de
edad, aunque en realidad, la verdadera razón era su acendrado catolicismo.
Los institucionistas propusieron entonces a Bardina, a pesar de que no
había presentado sus méritos al concurso. El 4 de abril de
1917 salía Bardina de España para no regresar jamás.
Tras comprobar que las relaciones de Bardina con los hombres de la Institución
fueron siempre cordiales, cabe preguntarse hasta qué punto el espíritu
institucionista hizo mella en el pensamiento y en el quehacer pedagógico
del samboyano.
Historiadores modernos como Cacho Viu, Gómez Molleda y Jiménez
Landi, entre otros, han explicado con rigor y objetividad los orígenes
de la Institución. José Manuel Prellezo ha subrayado6
los tanteos iniciales de los primeros años; al verse obligados a
abandonar el proyecto de una Universidad al margen del Estado y a reducir
sus actividades docentes a los niveles inferiores, tropezaron con el grave
inconveniente de su desconocimiento de la psicología infantil, de
la didáctica y de la metodología más adecuada a los
alumnos ante los que se encontraban sin preparación y sin experiencia
alguna. El modelo educativo de la enseñanza española no era
válido, sino responsable, en gran parte, de los defectos y decadencia
de la nación; ineludiblemente tuvieron que dirigir sus miradas más
allá de las fronteras donde encontrar un punto de apoyo, un centro
educativo verdaderamente moderno donde poder inspirarse. Inicialmente se
fijaron en la Escuela Modelo de Bruselas fundada por la «Liga
Belga de Enseñanza» en 1875 y dirigida por Sluys. Muy pronto
el modelo no fue único sino múltiple; los institucionistas
mantuvieron siempre los ojos muy abiertos a todas las innovaciones surgidas
en cualquier rincón del mundo; principalmente anglosajón,
para poder estudiarlas y aclimatarlas en España.
Al crear Bardina la Escola de Mestres no tuvo necesidad de viajar
a Europa para ver las últimas innovaciones, sopesar pros y contras
de sistemas, procedimientos y recursos didácticos, elaborar una
síntesis y correr el riesgo de que el producto tuviese dificultades
de aclimatación. Por otra parte, Bardina, falto de recursos económicos,
dedica a la reflexión y elaboración de sus proyectos el tiempo
justo, mínimo quizás; en él la necesidad de acción
y la diversidad de ocupaciones dispares a las que ha de dedicar su tiempo
y su sueño para poder subsistir, le impiden el estudio y la reflexión
concienzuda de sus empresas. Los estrechos contactos con la Institución
anteriormente analizados y el paralelismo entre ambos centros docentes
como vamos a ver en seguida demuestran hasta qué punto Bardina tuvo
presente el modelo institucionista al proyectar su Escola de Mestres.
No obstante, hay que hacer constar que este paralelismo es evidente tan
sólo en el terreno de lo fáctico, de la praxis educativa,
pero no en el terreno ideológico; las bases antropológicas,
filosóficas y teleológicas de las que parte Bardina son sustancialmente
distintas y, en ocasiones, opuestas a las bases de las que parten los institucionistas.
Objetivo prioritario: educar al hombre entero.
Giner y Bardina parten de semejantes planteamientos iniciales. Giner
de los Ríos pretende llevar a cabo la revolución pendiente
desde la Septembrina, no por el camino de la política sino por el
camino de la educación, más lento, pero más seguro.
Durante el XIX y gran parte del XX la pedagogía y la política
forman distintos aspectos de un mismo problema; se considera imposible
hacer buena política sin hacer buena pedagogía y a la inversa,
ya que la influencia de una en otra es decisiva. Tanto Giner como Bardina
eligen como objetivo prioritario el pedagógico convencidos de que,
a muy corto plazo, una buena pedagogía desembocará necesariamente
en la vida política. Ninguno de los dos se vuelve de espaldas a
las necesidades del país y se recluyen aislados con sus alumnos,
sino que concentran sus esfuerzos en educar a los hombres nuevos que las
leyes y decretos son incapaces de producir. Giner prepara nuevos hombres
para la nueva España; Bardina se esfuerza en crear el equipo que
necesita la nueva Cataluña.
Rousseau había escrito que su Emilio no saldría de sus
manos siendo un buen profesional, sino siendo hombre, con todos los atributos
de hombre perfectamente desarrollados. Giner prestaba una atención
capital, no a uno u otro aspecto humano, sino al hombre entero. Se esforzaba
en hacer de sus alumnos
«hombres de razón y conciencia, dignos, honrados, inteligentes,
laboriosos, firmes y varoniles, útiles a los demás y a sí
mismos7».
Giner dedicó toda su vida a hacer hombres8,
no intelectuales, y en esta ardua tarea le sorprendió la muerte;
las leyes y los decretos carecían de valor alguno si no existían
hombres capaces de aplicarlos9.
Bardina participaba de la misma preocupación en sus escritos
y en su quehacer pedagógico; fer homes es lo que justifica
y da sentido a cada una de las actividades de la Escola de Mestres10.
El objetivo de lograr hombres equilibrados, activos, educados más
que instruidos, capaces de concebir un ideal y de llevarlo a cabo, inconformistas,
revolucionarios, idealistas... es común a Giner y a Bardina. Y para
lograr este objetivo en cuya importancia todos los pedagogos modernos coinciden,
idénticos procedimientos: amor a cada uno de los alumnos en su problemática
concreta, entusiasmo, entrega total sin reservas.
A Giner de los Ríos le preocupa el hombre nuevo que necesita
la nueva España por él pensada, hombres idealistas, equilibrados,
preocupados de su salud mental tanto como de su vigor físico, de
maneras afables, de sentimientos delicados, tolerantes, respetuosos con
todos, alegres, enamorados de la belleza, con claro sentido del deber,
patriotas, honrados, de conducta intachable, auténticos en el pensar
y en el obrar..., ideario que, con muy pocas matizaciones, suscribe Bardina
para Cataluña.
He aquí un texto significativo:
«Todos somos hermanos. Todos estamos, de hecho, solidarizados
para el bien y para el mal. El bien de uno retopa infaliblemente en los
otros. El mal ajeno, a la larga, es nuestro mal. Por altruismo y por egoísmo
debemos cooperar a la perfección de los demás».
«No te conformes con el statu quo. Ten ilusiones, maquina
proyectos, elabora deseos, pugna por realizarlos. Mientras trabajas por
la perfección de los demás, aspira a ser más que ellos:
más fuerte, más bueno, más sabio, más rico,
más bello, y lucha por serlo, fuertemente, astutamente, pero moralmente».
¿Quién escribió estos párrafos?. ¿Giner?.
¿Bardina?. Tras una rápida lectura, a simple vista, podrían
adjudicarse a Giner. El primer texto rezuma cierto aire krausista y el
segundo, en líneas generales, encaja con el pensamiento gineriano.
Sin embargo, el verbo «retopa» y la alusión a la riqueza
como parte del premio al esfuerzo delatan la paternidad de Bardina11.
La nueva educación.
Desde el punto de vista histórico no deben confundirse los conceptos
«educación nueva» y «educación activa»,
o lo que viene a ser lo mismo «escuela nueva» y «escuela
activa». El adjetivo «nuevo» aplicado a la educación
o a la escuela es más antiguo que el concepto «activo»;
incluso cuando se funda en Calais (1921) una Liga Internacional que aglutine
y promueva los esfuerzos pedagógicos renovadores hasta entonces
aislados, no se habla de una enseñanza activa sino nueva12;
el activismo docente no es sino un aspecto de la nueva educación,
aunque desde el punto de vista histórico el uso de métodos
activos es muy antiguo; muchos de los pedagogos del XVIII -por no retroceder
a siglos anteriores en los cuales pueden hallarse claros precedentes- habían
preconizado y aplicado métodos activos; a finales del XIX surgen
por doquier pedagogos e instituciones que emplean sistemáticamente
una nueva metodología y elaboran una educación verdaderamente
nueva cuya codificación y ortodoxia queda fijada en el citado Congreso
de Calais.
Es innegable que la Institución Libre de Enseñanza
era una auténtica pionera de este movimiento pedagógico renovador
en España y que, en muchos aspectos, iba a la cabeza del movimiento.
La Institución se esforzó siempre en impartir una
enseñanza auténticamente nueva en la que los alumnos fuesen
los verdaderos protagonistas de su aprendizaje, alumnos capaces de reflexionar,
arguir, juzgar, dudar y criticar por sí mismos, ante el estímulo
inteligente de sus profesores. Giner de los Ríos había escrito:
«Transformad esas antiguas aulas; suprimid el estrado y la cátedra
del maestro, barrera de hielo que lo aísla y hace imposible toda
intimidad con el discípulo; suprimid el banco, la grada, el anfiteatro,
símbolos perdurables de la uniformidad y del tedio. Romped esas
enormes masas de alumnos constreñidos a oir pasivamente una lección,
cuando no a presenciar desde distancias increíbles ejercicios y
manipulaciones de que apenas logran darse cuenta. Sustituid en torno del
profesor, a todos esos elementos clásicos, un círculo poco
numeroso de escolares activos, que piensan, que hablan, que discuten, que
se mueven, que están vivos, en suma (...). Hacedles medir, pesar,
descomponer, crear y disipar la materia en el laboratorio13».
Más que enseñar cosas, la Institución enseñó
a aprender a hacerlas, y, para lograr este tipo de enseñanza
activa, nada mejor que convertir la cátedra en un taller, al maestro
en guía espiritual y a los discípulos en una familia.
En este punto la afinidad de la Escola con la Institución
es muy estrecha:
«Nuestro ideal instructivo no es imponer conocimientos, ni que
los entiendan, ni que hagan prácticas; sino hacer salir los conocimientos
de una manera activa, obligarles a hacer prácticas, hacerles discutir
y razonar; hacerles ver cómo se estudia, cómo se avanza,
cómo se solucionan dificultades, cómo se llega al final14».
En otro lugar escribe Bardina que, cuando fundó la Escola, no
iba a repetir lo que se venía haciendo en las Escuelas Normales;
«vamos a
educar, cosa que allí ni hacen ni pueden hacer. Vamos hacia
cosas nuevas. Vamos a hacer pensar y a hacer prácticas, contra
todo memorismo e intelectualismo de erudición15».
Son notorias las relaciones familiares entre los maestros y discípulos
de la Institución para detenernos en ellas16;
también en la Escola son análogas estas relaciones.
Al hacer el balance del primer año de funcionamiento escribe su
fundador:
«Hemos vivido con los discípulos como entre familia,
jugando con ellos, barriendo con ellos, entristeciéndonos con sus
penas y alegrándonos con sus alegrías17».
El punto 5 del Règim interior de la Escòla establecía
que la instrucción sería práctica:
«Els museus, gavinets d'experiments, coleccions, aparells, biblioteca,
etc., funcionarán constantment. Desterrada la explicació,
s'empleyará'l diálech entre mestres y alumnes18».
Complemento imprescindible de la enseñanza activa era el uso sistemático
del método intuitivo preconizado por Rousseau y sistematizado por
Pestalozzi; cuando no era posible disponer en el aula del objeto de estudio,
era necesario convertir en aula el museo, el monumento arquitectónico,
el taller, el paisaje o la ciudad. El método de salidas instructivas
fue importado a España por Torres Campos tras la «Exposición
Universal» de París de 1878. En poco tiempo la Institución
de Madrid se convirtió en el centro europeo que organizaba mayor
número de salidas y excursiones instructivas con sus alumnos; inicialmente
los alumnos de enseñanza elemental dedicaban los jueves a este menester,
mientras que los bachilleres salían casi a diario.
La Escola utilizaba semejantes procedimientos. «Veure,
tocar y fer, fer sobre tot19»
será el principio de su enseñanza. En la Escola se
hacían dos excursiones mensuales, casi siempre en días festivos
en las que, aparte el interés instructivo y social de la convivencia
entre profesores y alumnos, existía una clara preocupación
por el fortalecimiento físico de los alumnos.
La asistencia era obligatoria para chicos y chicas, a no ser que la
caminata fuera superior a siete horas. El término medio de la marcha
era diez horas20.
Durante el segundo curso de la Escola se visitaron en Barcelona
la Sagrada Familia, La veu de Catalunya, el pantano de Vallvidrera,
el Zoo, el Museo de Martorell, el Parque Güell, Sanatorio del Tibidabo,
la fábrica de Ribas y Pradell, la desembocadora del Llobregat, etc.
Frecuentemente, además de la explicación sobre vertebrados,
geografía y sistemas de producción del centro visitado; además
de la recogida de plantas, minerales, y del dibujo del natural, los alumnos
competían en carreras de resistencia o en la trepa a los árboles.
La fortaleza física de sus alumnos en una época en que
las enfermedades eran muy numerosas ocupaba un lugar preeminente en el
pensamiento de Bardina; en las excursiones quincenales, en la propia Escola
y en el gimnasio particular del profesor Vila se dedicaba especial atención
a este aspecto educativo. En el extensísimo currículum de
la Escola la gimnasia sueca sobre la que Bardina escribió
varias obras tenía asignadas tres horas semanales, tiempo idéntico
al de la Lengua Castellana; ambas materias sólo eran superadas en
tiempo semanal por las 12 horas de los trabajos manuales y labores. En
este aspecto superaba con mucho la Escola de Mestres a la Institución
la cual, desde 1882, había incluido también en su plan de
actividades la educación física y los juegos educativos.
Bardina aprovechaba las excursiones para que sus alumnos saltasen los torrentes,
subiesen a los árboles, trepasen por las paredes de las casas en
ruinas, etc.; él mismo, a sus treinta años, era el primero
en dar ejemplo. Su objetivo era convertir a sus discípulos en hombres
«potents, emprenedors, resoluts, energicament constants21».
Analogías y diferencias.
Si se comparan las materias de estudio de la Institución Libre
de Enseñanza y de la Escola de Mestres la similitud es
más clara en el modo y en el espíritu con el que se aprenden
las distintas materias que en el nombre de cada una de ellas. No podía
ser de otro modo puesto que la Institución educaba a alumnos
de primera y segunda enseñanza y la Escola estaba destinada
a la formación de futuros maestros. La necesidad de preparar a los
alumnos para los exámenes de la Escuela Normal y el deseo
de incluir en la formación del profesorado materias olvidadas en
los planes oficiales llevó a Bardina a diseñar un plan de
estudios excesivo22.
Todas estas materias se aprenderían durante cinco años siguiendo
el plan cíclico de enseñanza adoptado también por
los institucionistas23;
un sexto año se emplearía en repasar todo lo aprendido durante
los cursos anteriores. La metodología propuesta por Bardina para
el aprendizaje de cada área viene a ser aproximadamente la empleada
por el equipo de Giner.
En ambas instituciones se pretendía una enseñanza investigadora,
integral, armónica y activa, en la que fuesen más atendidos
los aspectos educativos que los meramente instructivos. A tal objeto la
Institución
gineriana suprimió prácticamente los libros de texto por
los apuntes personales del alumno; el ideal era que cada uno se sirviese
de los libros para su consulta y que fuese capaz de hacer su propio libro
de texto, que no sería sino su carpeta de apuntes en la que iría
anotando sus propias investigaciones y las explicaciones del profesor24.
La institución bardiniana marchaba por los mismos derroteros:
«Els llibres quedaran reduhits a la més petita expressió,
substituintse la falta de textes bòns per una fulla diária
hont constin, molt resumides, les rahons, práctiques, etc., que
s'hagin explicat25».
El método comparativo podríamos seguir aplicándolo
a un conjunto de aspectos en los que el paralelismo de ambas instituciones
es notorio, por ejemplo, la importancia concedida a los trabajos manuales
y prácticas de laboratorio, la exclusión de premios y castigos
como recursos didácticos, la inclusión de la Caja de Ahorros
Escolar, la supresión de los exámenes finales, los sistemas
empleados en la educación moral, la educación del sentido
estético, la participación de los alumnos en la organización
del centro, el régimen de libertad y de educación de la misma...,
en algunos de cuyos aspectos Bardina es más radical y va mucho más
allá que la Institución madrileña26.
Hasta los problemas son comunes: dificultades económicas27,
incomprensión derivada del régimen de coeducación,
el magro o nulo sueldo asignado al profesorado, lo cual comportaba la irregularidad
y falta de continuidad del mismo, la duplicidad de planes de estudio -el
de la propia entidad y el oficial- y, finalmente, la excesiva amplitud
de programas y materias objeto de estudio.
Sería injusto concluir este trabajo sin consignar también
las claras diferencias entre la Escala de Mestres y la Institución
de Giner. Bardina posee personalidad y, por tanto, originalidad suficiente
para dar a cada una de las empresas que acomete su propio sello; no es
hombre que se entregue incondicionalmente a nadie convirtiéndose
en un repetidor pasivo de la lección aprendida. Acepta conscientemente
de la Institución todo aquello que el tiempo ha ratificado
como útil y valioso; la coeducación y la neutralidad religiosa
no eran suficientes para anatematizar el resto de los aciertos pedagógicos
de los institucionistas, como pretendían sus detractores. Bardina
acepta la coeducación, cosa que al cardenal Casañas tampoco
parecía mal -era uno de los protectores de la Escola-, pero
sin renunciar a su acendrado cristianismo, espíritu que intenta
transmitir a sus discípulos sin coacción, sin imposición
alguna, con suma delicadeza. Ante el tema religioso Bardina actuó
haciendo gala de una tolerancia más propia de nuestro tiempo que
del suyo28.
Este espíritu independiente y tolerante le abrió, sin
duda, las puertas de la Institución.
Otra de las diferencias que se observan es la actitud ante las relaciones
de las familias de los alumnos y el centro educativo. Bardina comprendió
por sí mismo la necesidad de colaboración de las familias
con la educación de sus hijos y organizó reuniones trimestrales
con ellas. La Institución, por el contrario, no tenía
más contacto con los padres que las Juntas anuales de accionistas;
en los Programas de 1885 y 1898, como observa Prellezo29,
se insiste en que el alumno permanece la mayor parte del día en
la Institución, «para que la acción educadora
sea continua», líneas que desaparecen en el Programa de 1910
y se sustituyen por otras en las que se insiste en la importancia educadora
de la familia y en la necesidad de una estrecha colaboración30;
no tendría nada de extraño que este cambio en la línea
institucionista fuera debido a la influencia bardiniana.
No pretendo agotar el capítulo de las discrepancias entre ambas
instituciones. Las diferencias fundamentales son una consecuencia lógica
de la personalidad de Bardina y de las circunstancias y del contexto político
e ideológico en el que se mueve y del que parte el samboyano. Bardina
es uno de tantos hombres sensatos que, sin ser institucionista, reconoció,
como señala Rafael Altamira, «en las ideas y en las iniciativas
de Giner una objetividad, una pureza y un acierto tales, que las constituían
en patrimonio común de todos los espíritus que sinceramente,
sin fines bastardos, se aplican a la labor educativa nacional31»,
haciendo caso omiso de aquellos puntos más conflictivos.
Notas:
1Cf.
A. J. Colom y F. J. Díaz, Educación y sociedad en la Mallorca
contemporánea. La experiencia institucionista. Palma de Mallorca,
1977, y L'educació a Mallorca (Aproximació histórica),
obra de B. Sureda, A. J. Colom, F. J. Díaz, J. Oliver y G. Janer
Manila. Editorial Moll, Mallorca, 1977.
2El
comienzo de esta traducción y algunos apuntes de clase fechados
en 1855 se conservan en el Archivo Hemeroteca de Sabadell.
3Ver
E. Delgado, La Institución Libre de Enseñanza de Sabadell.
Quaderns d'Arxiu de la Fundació Bosch i Cardellach. Sabadell, 1979.
4Por
ejemplo, en la arquitectura de los grandes grupos escolares concebidos,
en las parcelas de jardín cultivadas por los niños, en las
condiciones higiénicas, en el metodo Frobel pensado para las escuelas
maternales, en el plan cíclico de las enseñanzas, en la importancia
concedida al dibujo, a la gimnasia, a los juegos educativos, a los trabajos
manuales, cantina escolar, excursiones instructivas, régimen de
coeducación, laicismo... Cf. mi introducción a H. Giner de
los Ríos, Preceptos pedagógicos para el profesorado de
escuelas libres neutrales o laicas de niños y niñas.
C. Scriptorius. Barcelona, 1979.
5Bardina
afirnla haber redactado las bases pedagógicas del dictamen que acompañó
al Presupuesto. Escala de Mestres. Memoria del Curs 1907-08, p.
43.
6J.
M. Prellezo, «Centenario de la Institución Libre de Enseñanza»
(1876-1976), en Orientamenti Pedagogici, septiembre-octubre 1976,
pp. 795-819.
7F.
Giner, «El espíritu de la educación en la Institución
Libre de Enseñanza. Discurso de apertura 1881-82». Obras
Completas, vol. VII, Madrid, La Lectura, 1923, pp. 4849.
8J.
Pijoan, Mi Don Francisco Giner (1906-1910). Espasa-Calpe, Bilbao,
Madrid, Barcelona, 1932, p. 51.
9Cf.
M. Dolores Gómez Moneda, Los reformadores de la España
Contemporánea, C.S.I.C., Madrid, 1966, pp. 47 ss. También
Rafael Altamira, Giner de los Ríos educador. Prometeo, Valencia,
S. A., p. 14.
10Cf.
J. Bardina, Escola de Mestres. Memoria del Curs 1906-07. Any primer
de son funcionament. Barcelona.
11Ambos
fragmentos pertenecen al primero y segundo «mandamientos del maestro»,
cuya traducción castellana publica Bardina en el primer número
de la Revista de Educación (enero de 1911). El original catalán
se publicó en la Escóla de Mestres. Memoria del Curs 1906-07,
p. 14.
12En
este año se constituyó la Ligue lnternationale de l'Education
Nouvelle.
13F.
Giner, «El espíritu de la educación en la Institución
Libre de Enseñanza. Discurso inaugural del Curso 1880-81».
Obras
Completas, La Lectura, vol. VII, Madrid, 1922, pp. 26-27.
14J.
Bardina, Escola de Mestres. Memoria del Curs 1907-08, Barcelona,
p. 30.
15J.
Bardina, ibíd., p. 39; subrayado del autor.
16Un
botón de muestra: «Hay que convertir las lecciones en una
conversación familiar, práctica y continua entre maestro
y discípulo» (F. Giner, Estudios sobre educación.
Obras Completas, vol. VII, Madrid, La Lectura, 1922, p. 16). En las
«Bases y programa» de la Institución publicadas por
primera vez en 1910 se alude a la «vida de relaciones familiares,
de mutuo abandono y confianza entre maestros y alumnos; íntima y
constante acción personal de los espíritus, son las aspiraciones
ideales y prácticas a que la Institución encomienda
su obra» (Boletín de Institución Libre de Enseñanza,
tomo XXXIV, 1910, p. 277).
17J.
Bardina, La Escola de Mestres. Memoria del Curs 1906-07, p. 33.
18J.
Bardina, Escola de Mestres. Memoria del Curs 1906-07, p. 12.
19Ibíd.,
p. 20.
20Quizás
el récord de caminata fue la excursión a Sant Llorenç
de Munt a pie desde Barcelona, excursión que duró 52 horas,
de las cuales se hicieron 34 a pie, 2 a caballo y tan sólo 16 fueron
dedicadas al descanso. Ver Memoria del Curs 1907-08, pp. 18-19.
21J.
Bardina, Escola de Mestres. Memoria del Curs 1906-07, p. 32.
22En
la Memoria del primer año pueden contabilizarse 29 asignaturas
y 23 en la del segundo. El plan cíclico consistía en estudiar
cada curso las mismas materias con un índice progresivo de profundidad
y extensión; además de las asignaturas a las que las escuelas
normales dedicaban uno o dos cursos, Bardina pretendía estudiar
todas durante cinco años, amén de otras materias por él
incluidas, como Lengua y Literatura Catalanas, Educación de la voluntad
(Ética, Carácter y Sociología), Estética, Taquigrafía
y Pedagogía Nacional Catalana).
23Aparte
de los institucionistas, el pedagogo Pedro de Alcántara García
adoptó también este plan en la Escuela de lnstitutrices
de Madrid hacia 1890, método que aconseja a los profesores de
los distintos niveles (cf. Pedro de Alcántara García, El
método activo en la enseñanza. Barcelona, Antonio J.
Bastinos, 1891, pp. 170 ss.).
24«La
Institución
aspira a que sus alumnos puedan servirse pronto y ampliamente de los libros
como fuente capital de cultura; pero no emplea los llamados «de texto»,
ni las «lecciones de memoria», por creer que todo ello contribuye
a petrificar el espíritu y a mecanizar el trabajo de clase (...).
El alumno los redacta y consigna en notas breves tan luego como su edad
se lo consiente, formando así, con su labor personal, única
fructuosa, el solo texto posible, si ha de ser verdadero, esto es,
original y suyo propio; microscópico las más veces, pero
sincera expresión siempre del saber alcanzado» («Bases
y programas» de la Institución. Boletín de la Institución
Libre de Enseñanza, tomo XXXIV, año 1910, pp. 277-278).
25J.
Bardina, Escola de Mestres. Memoria del Curs 1906-07, p. 13.
26Por
ejemplo, en la educación física y en los trabajos manuales.
27Es
sabido que la Institución estaba apoyada por accionistas,
muchos de los cuales eran padres de los alumnos; la institución
bardiniana malvivía exclusivamente de las irregulares subvenciones
de entidades públicas y privadas y de algunos bienhechores particulares.
28En
la Revista Catalana d'Educació escribió Bardina lo
siguiente: «No som orgue de cap imprenta, casa editorial, ni empresa
economica. Engendrada y feta viable la Revista per elements de la
Escala de Mestres, serem orgues d'un moviment espiritual ample y tolerant,
tal com s'entenen les escales pedagbgiques y corrents científiques
modernes» (Barcelona, març 1909).
29«Centenario
de la Institución Libre de Enseñanza, 1876-1976», ob.
cit.
30«Excepto
en casos anormales, en el hogar debe vivir el niño, y a su seno debe
volver todos los días al terminar la escuela (...). Nada tan nocivo
para la educación del niño como el manifiesto o latente desacuerdo
entre la familia y la escuela. Nada, por el contrario, tan favorable como
el natural y recíproco influjo de una en otra» «Bases
y programa». Boletín de la Institución Libre de
Enseñanza, tomo XXXIV, 1910, p. 279).
31R.
Altamira, Giner de los Ríos educador, ob. cit., pp. 47-48.