Hoy que los presos políticos catalanes Jordi Turull y Jordi Sánchez inician una huelga de hambre, se cumplen 45 años del inicio en la prisión Modelo de la huelga de hambre de Lluís M. Xirinacs (que llegará a los 42 días) por la libertad de los presos políticos y los 113 encarcelados de la Asamblea de Cataluña.
Llibertat.cat. Sábado, 1 de Diciembre del 2018.
Memoria independentista.
45 años de la huelga de hambre de Xirinacs mientras estaba encarcelado en la Modelo.
Hoy que los presos políticos catalanes Jordi Turull y Jordi Sánchez inician una huelga de hambre, se cumplen 45 años del inicio en la prisión Modelo de la huelga de hambre de Lluís M. Xirinacs (que llegará a los 42 días) por la libertad de los presos políticos y los 113 encarcelados de la Asamblea de Cataluña.
1-12-2018. Historia.
Tal día como hoy de 1973, el 1 de Diciembre, Lluís Maria Xirinacs inició una huelga de hambre en la prisión Modelo, donde se encontraba encarcelado, con un objetivo muy claro: reclamar la amnistía de los presos políticos, los presos represaliados por haber luchado contra la dictadura fascista, especialmente la libertad de los 113 detenidos durante una reunión de la Asamblea de Cataluña en la iglesia Santa Maria Mitjancera de Barcelona. La huelga de Xirinacs duró 42 días.
Los detenidos de la Asamblea de Cataluña tenían que ser juzgados por el TOP en enero de 1974, y Xirinacs reclamaba «l'alliberament d'aquests presos, entre els quals m'hi compto» («la liberación de estos presos, entre los cuales me cuento.») Y mostraba el rechazo hacia «un sistema que refusa els drets més elementals» («un sistema que rehusa los derechos más elementales»).
El que fue senador durante la transición y candidato al Nobel de la Paz en 1975, 76 y 77, conocido por su defensa de la paz, la independencia de los Países Catalanes y de los derechos colectivos, emprendió una de sus acciones más conocidas, que espoleó la lucha por la amnistía de los siguientes años, antes y después de la muerte del dictador.
Nacido en Barcelona el 1932, Xirinacs se ordenó sacerdote a los veintidós años. A los 34 ya rehusó el dinero que el estado daba a los curas que tenían a su cargo una parroquia y combatió la vinculación iglesia-estado con una larga huelga de hambre que tuvo mucho impacto. Entre los años 60 y 70 hizo cinco huelgas de hambre más, fue uno de los impulsores de la Asamblea de Cataluña y el régimen franquista lo encarceló dos veces.
Xirinacs: un hombre del pueblo.
En los días posteriores a la muerte de Lluís Maria Xirinacs dio la impresión, gracias a la mano confusionaria de los medios de comunicación, que existió un Xirinacs mítico, luchador pacifista por los derechos y libertades del pueblo catalán que se enfrentaba al franquismo con sus protestas individuales; y un Xirinacs posterior, deslegitimado por la prensa y la clase política y condenado al ostracismo a la vez que era tildado de «iluminado» o «senil» por el hecho de denunciar la retahíla de renuncias que comportó la Restauración borbónica u ofrecer muestras de solidaridad con las causas de los pueblos oprimidos. Pero de Xirinacs sólo hubo uno, un hombre que en toda su trayectoria siempre denunció las injusticias y el terror que se ejercían durante el franquismo y que se habían perpetuado hasta nuestros días. Y hasta en su muerte así fue, coherente con su pensamiento y en sus actos.
El tratamiento de la figura de Lluís Maria Xirinacs después de su muerte ha tendido a la simplificación, en la mayor parte de los casos de manera maliciosa. Su último y breve paso por la prisión, a raíz de unas declaraciones realizadas en un acto público, eclipsó toda una vida dedicada a la lucha por las libertades individuales y colectivas. Primeramente, a través de las huelgas de hambre reclamando la separación entre el Estado y la Iglesia, y en solidaridad con los militantes de ETA juzgados en el Proceso de Burgos, en 1970. Más adelante con su participación activa en la Asamblea de Cataluña. Un compromiso que ejercía públicamente como cura (sacerdocio que abandonó en 1990) y desde los postulados gandhianos de la no-violencia, que lo trajeron en varias ocacions ante el TOP (Tribunal de Orden Público, el antecesor de la Audiencia Nacional española actual), y que le comportaron varios periodos de prisión durante los años 1972 y 1974-75.
Xirinacs conoció de cerca el aparato represivo del franquismo. Convivió con numerosos presos políticos durante sus cautiverios y durante las largas huelgas de hambre y sentadas ante la prisión Modelo. Vivió de cerca las ejecuciones de Salvador Puig Antich y los fusilamientos de 1975 (uno de los cuales, el de Juan Paradas Manot «Txiki», fue cometido en Cerdanyola). Se enfrentó como nadie, sobre todo en las campañas por la amnistía, contra un régimen que todo el mundo auguraba que moriría con el dictador. Conocía perfectamente el intríngulis criminal de quienes ejercían y continúan haciendo uso del monopolio de la violencia. Desde siempre manifestó que el terror siempre viene infringido por parte de los poderosos, para perpetuar un sistema de explotación social y de dominación nacional. Y contra la perpetuación de estas injusticias impuestas a sangre y fuego él fue forjando su resistencia particular a través de actos de desobediencia y de denuncia. Muy a menudo se dejaba parte de la salud en las huelgas de hambre, pero su activismo dinamizó el pueblo catalán de una manera que ningún otro lo había hecho.
Pero la muerte física de Franco no comportó una ruptura con el aparato de dominación que durante años había doblado las voluntades y los intereses del pueblo trabajador catalán. Y las grandes esperanzas de abrir un nuevo marco democrático por el cual se luchaba desde la Asamblea de Cataluña se desvanecieron, derrochadas en los trapicheos de los responsables y de los partidos que vendieron estas esperanzas por un plato de lentejas. Las reivindicaciones sociales y la Autodeterminación restaron en los cajones del olvido. Asimismo, la ley de amnistía se aplicó de forma que desde la muerte física de Franco hasta finales de los años 90 no vio pasar ni un solo día sin independentistas catalanes en las prisiones. Todo esto lo denunció Xirinacs en los tres volúmenes de La traïció dels líders (La traición de los líderes), publicados durante los años 1993 y 1997.
La contribución de Xirinacs también lo hizo pasar por la política parlamentaria. Fue senador durante los años 1977-1979, el cuarto político más votado en Cataluña. Posición desde la cual presentó una fuerte oposición a la confección de la Constitución Española, un marco jurídico que niega todavía de entrada el ejercicio democrático de los catalanes y catalanas a su libre determinación colectiva. Posteriormente encabezó la plataforma electoral del Bloc d’Esquerra d’Alliberament Nacional (Bloque de Izquierda de Liberación Nacional, BEAN), una experiencia no exitosa.
La participación de Xirinacs en movimientos reivindicativos lo trajo a ser uno de los impulsores de la Asamblea Unitaria por la Autodeterminación, convertida en Asamblea de Unidad Popular (AUP) a principios de los años noventa. Esta experiencia recuperaba el espíritu de la Asamblea de Cataluña, con la reivindicación del derecho a la Autodeterminación como eje central, pero que recogía toda una tradición de luchas populares (feminismo, antimilitarismo, ecologismo, etc.) religadas desde la organización asamblearia. En este marco Xirinacs participó en el acto de Ripollet del 25 de julio de 1992, que culminaba con las Marchas por la Independencia en plena fiebre olímpica. En este sentido, Xirinacs retomó la tarea de solidaridad con los encarcelados que ya había ejercido durante años. Fue portavoz de los presos independentistas detenidos durante la Operación Garzón de aquel 1992. Trabajó por la libertad de los encarcelados y tomó un papel activo en la denuncia de la tortura en unos años en que los dirigentes de ERC pretendían doblar la dignidad y los principios políticos de los presos independentistas.
Todavía en 2000 Xirinacs inició una campaña de protesta reclamando el derecho a la independencia de los Países Catalanes a través de unas plantadas en la plaza de Sant Jaume de Barcelona. Fue el inicio de la campaña Jo també em planto (Yo también me planto), que dinamizó todo un tejido reivindicativo. Pero no fue hasta la Diada del 2002 que de nuevo saltó a la palestra a raíz de unas declaraciones en un acto en el Fossar de les Moreres, motivo por el cual fue condenado a dos años de prisión y detenido y encarcelado brevemente en 2005. La causa, haberse mostrado amigo de la lucha de los independentistas vascos y denunciar que quién ejerce la verdadera violencia es el Estado: Són els tancs espanyols que ocupen el País Basc. Cap arma basca no vol conquerir Espanya (Son los tanques españoles quienes ocupan el País Vasco. Ninguna arma vasca quiere conquistar España) (Parlamento íntegro).
El 6 de agosto decidió poner fin a su vida con un gesto que sirviera per contrapuntar la covardia dels nostres líders, massificadors del poble (para contrapuntar la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo). El último adiós a Xirinacs en el Fossar de les Moreres, a pesar de la lluvia, reunió a muchas catalanas y catalanes. Pero todavía fuimos pocos. No ya para rendir un último homenaje a su tenacidad, una lucha de una vida, coherente en su trayectoria, sino para darnos a nosotros mismos muestras de que todavía somos un pueblo digno, con voluntad de continuar existiendo como pueblo.
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.llibertat.cat/2018/12/45-anys-de-la-vaga-de-fam-de-xirinacs-mentre-era-empresonat-a-la-model-43776
Enlaces relacionados:
La huelga de hambre, uno de los métodos más exigentes de la no-violencia. Vilaweb.
Huelga de hambre. Eix Diari. Jordi Griera.