8. Bardina y «La Revista de Educación».
Buenaventura Delgado.
La mayoría de los escritores y políticos de finales y
principios de siglo coinciden afirmando que el problema de España
era un problema pedagógico. Las tesis de los regeneracionistas se
habían popularizado y, salvo escasas excepciones, eran admitidas
y propugnadas fervorosamente por todos. Los vientos reformistas se centran
principalmente en la educación. Había que reformar, en primer
lugar, al personal docente en todos sus niveles y formar otro nuevo; en
segundo lugar, había que revisar los programas, métodos,
organización y planes de enseñanza, adecuándolos a
los existentes en las naciones más avanzadas; era preciso que el
Estado se hiciese cargo de la remuneración de los maestros, y que
les asignase un sueldo digno y decoroso; era inaplazable crear escuelas
en número suficiente para escolarizar a más de dos millones
y medio de niños sin plaza escolar; había que rebajar la
escandalosa cifra de analfabetos, graduar las escuelas, reciclar al profesorado,
reformar las escuelas normales, etc.1.
No obstante el aluvión de escritos, conferencias y discursos,
el problema pedagógico nacional no fue abordado ni con la urgencia
ni con la decisión que exigía. Con una lentitud exasperante
se llevó a cabo alguna que otra reforma, surgieron iniciativas aisladas
y comenzó a reformarse el profesorado.
Cataluña no era una excepción respecto al resto de España.
Basta consultar las estadísticas escolares de la época para
convencerse de ello. En 1907, por ejemplo, había en Barcelona capital
190 escuelas públicas municipales para poco más de medio
millón de habitantes; una escuela para cada 2.810 habitantes, por
término medio; de haberse cumplido la Ley Moyano de 1857 que establecía
una escuela por cada 500 habitantes, Barcelona debiera haber contado con
otras 878 escuelas. Estas 190 escuelas públicas estaban regentadas
por otros tantos maestros y maestras, ayudados por 74 auxiliares sin sueldo
y 20 ayas, para una matrícula oficial de 18.250 alumnos. La media
de alumnos por profesor -incluidos los auxiliares y ayas- era de 64 alumnos2,
si bien es verdad que el frecuente absentismo escolar aliviaba considerablemente
esta proporción. El resto de la población escolar barcelonesa
-la escolarizada, se entiende- era atendido por la enseñanza no
estatal3.
Sólo dos o tres locales de las escuelas públicas eran adecuados;
el resto estaba ubicado en tiendas, bajos, principales y primeros pisos,
en condiciones detestables, sin patios, con escaso material escolar, con
malas condiciones higiénicas, sin luz... La pedagogía reinante
en estos centros no discrepaba de los locales. Las escuelas privadas no
eran mejores que las estatales.
No obstante, comienzan a surgir iniciativas que actúan como fermento
y levadura que afecta lentamente a un número creciente de profesores
y de centros. Los intentos de renovación pedagógica se extienden
a todos los niveles de enseñanza, incluida la propia Universidad.
El nuevo espíritu moderno no es exclusivo de la iniciativa privada
como se ha venido diciendo (Escuela Horaciana, Mont d'Or, Vallparadís,
escuelas de los Distritos II y VI, etc.), sino también de la enseñanza
primaria estatal a través de parte de sus mejores maestros, como
demostró brillantemente J. Pallach en su Tesis de doctorado Los
maestros públicos de Gerona y los orígenes de la renovación
peda- gógica en Cataluña (1901-1908)4.
Estos maestros públicos son los iniciadores de las Converses,
surgidas de modo espontáneo en algunas de las ciudades gerundenses
y extendidas rápidamente a toda Cataluña. Años después,
estas Converses se convertirán en las Escolas d'Estiu,
magnífico medio para inculcar en los maestros el nuevo espíritu
educativo.
A Joan Bardina hay que situarle en este contexto reformista. Entre sus
muchas aportaciones le cabe la genialidad de haber enfocado el problema
pedagógico en su raíz: la formación del profesorado.
No bastaba con ensayar tal o cual recurso didáctico, impartir esta
o aquella asignatura olvidada en los planes vigentes. Comprendió
que el verdadero problema no era ni la autonomía, ni la lengua,
ni los edificios escolares, ni la didáctica a emplear en el aprendizaje
de cada materia. La verdadera clave del problema estaba en la formación
de hombres nuevos, con mentalidad nueva y con una filosofía de la
educación nueva, entregados en alma y cuerpo a la forja de las nuevas
generaciones. Más que en este o en el otro acierto, a Bardina hay
que valorarlo en su esfuerzo colosal de crear de la nada una institución
de envergadura como la Escola de Mestres y, sobre todo, en su habilidad
en transmitir su entusiasmo a un grupo de jóvenes continuadores
de su obra. Como decía Isócrates, a los educadores hay que
juzgarlos por sus discípulos buenos y valiosos; A. Martorell, J.
Parunella, F. Foguet y M. Fornaguera, entre otros, todavía adolescentes,
comenzaron su formación pedagógica al lado de Bardina y desempeñaron
una parte activa y renovadora en la pedagogía catalana.
Con la creación de la Escola de Mestres Bardina tendría
asegurado un lugar destacado en la moderna pedagogía. Además
de este y de otros méritos, le cabe el de haber aglutinado a su
alrededor a un buen número de reformadores con la creación
de la Revista de Educación, magnífica publicación
ya la altura de las mejores revistas profesionales nacionales y extranjeras.
En sus páginas escriben M. Ainaud y Fray Jaime La Cot, director
y profesor respectivamente del Nou Col·legi Mont d'Or; Federico
Godás, director del Liceo Escolar de Lérida; Juan
Palau, director del Col·legi Mont d'Or de Terrassa e introductor
del método montessoriano; Pablo Vila, director de la Escuela
Horaciana; José Pedragosa, director de la Casa de Familia
y Patronato de Libertos de Barcelona; Max Bembo, director de la
obra de su nombre; Ramón de P. Martorell, director del Colegio
Modelo de Internos de San Feliu de Llobregat... Entre los maestros
catalanes de las escuelas públicas figura la mayor parte de los
iniciadores y animadores de las converses: Bosch y Cusí,
Salvador Genís, Lorenzo Jou, Silvestre Santaló, Luis Torres,
Felipe Solé y Olivé, Rosa Sensat, Blas Vernet, José
Dalmau CarIes, Pilar Bertomeu... A ellos hay que añadir otro numeroso
grupo de profesores de Instituto y de centros de enseñanza superior:
José Agell, profesor de la Escuela Superior de Artes e Industrias
de Villanueva y Geltro; Luis Folch y Torres, de la Escuela Superior
de Bellas Artes de Barcelona y vinculado a los movimientos de reeducación
infantil y juvenil; Agustín Muroa, catedrático de la Universidad
de Barcelona; Alfredo Ramoneda, profesor de la Universidad Industrial
de Barcelona; Alejandro Tudela, de la Escuela Normal Superior de
Barcelona, sin olvidar a uno de los hombres más importantes y famosos
de su tiempo, Eugenio d'Ors, director de la sección de la Revista
«Pedagogía
viva».
Otros colaboradores importantes fueron José Falp y Víctor
Melcior, médicos ambos y publicistas; Buenaventura Conill y José
Puig y Cadafalch, arquitectos; Eudaldo Canibell, director de la Biblioteca
Rosendo Aros; Enrique Jardí, José Lleonart, Francisco de
Barbens, José Viader, Juan Llongueras, Eladio Homs...
No faltan aportaciones de personajes de vanguardia procedentes de otras
regiones no catalanas: J. Benejam, maestro de Ciudadela y director entonces
de la Revista La Escuela y el Hogar, Cossío, Giner de los
Ríos, Manjón, Martí Alpera, E. Vincenti, Altamira...,
aunque, en la mayoría de casos, se trata casi siempre de reproducciones
de trabajos publicados anteriormente5.
La Revista de Educación comenzó a publicarse en
enero de 1911; mensualmente apareció un número de unas 100
páginas, salvo los últimos números que salieron con
retraso, debido a una huelga de tipógrafos6.
Bardina fue su creador y director hasta diciembre de 1911, fecha en la
que dejó la dirección a Eladio Homs, para dedicarse de lleno
a la Institución Spencer, escuela fundada por Bardina7.
La Revista constaba de las siguientes secciones: artículos
de fondo, «pedagogía viva», «documentación»,
«reproducciones» de artículos de otras revistas y publicaciones,
«consultas» de interés pedagógico, «crónicas»
nacional y extranjera y, por último, «folletines», en
los que se vuelven a publicar obras de Fenelón, Llull, Emerson,
etc. En un apéndice final se incluyen hojas-guía de gran
utilidad escolar (inventario escolar, medidas antropométricas, rendimiento,
listas de asistencia, etc.). Bardina tuvo el acierto de mantener el equilibrio
entre la altura de los artículos de pedagogos de reconocido prestigio
y las necesidades escolares diarias del maestro de escuela. La siembra
de inquietudes, la noticia del nuevo método ensayado con éxito,
la crónica pedagógica, el nuevo planteamiento de los temas
capitales de la educación, la pluralidad de ideologías reflejada
en la diversidad de colaboradores (artículos de Giner al lado de
los de Manjón) y la actitud abiertamente liberal, la convirtieron
en una de las mejores revistas profesionales de su tiempo; a juicio de
Unamuno, «es lo único verdaderamente serio que en su género
se ha hecho hasta ahora en España8».
Muchas de las revistas que se recibían en la redacción
por el sistema de intercambio, eran examinadas por los exalumnos de la
Escola
de Mestres y por maestros encargados de extraer las noticias y seleccionar
los artículos más importantes. Sin embargo, el peso de la
Revista
de Educación recaía fundamentalmente en Bardina, en Eladio
Homs y en Eugenio d'Ors. Las colaboraciones de estos tres puntales constituyen
la parte más original de la Revista. Aparte del trabajo técnico,
Bardina publica durante 1911 una serie de siete artículos titulada
«Sobre el régimen de libertad de los escolares en la educación
primaria», en los que resume admirablemente sus tesis fundamentales
puestas en práctica en su
Escola. Los títulos de sus
restantes artículos son indicadores de sus preocupaciones pedagógicas:
«El optimismo de la educación» (junio de 1911), «Necesidad
general del ejercicio en nuestro cuerpo» (octubre de 1911), «Al
optimismo por la belleza» (febrero de 1913); otros trabajos resumen
experiencias por él realizadas: «Juicios de los alumnos sobre
el carácter de sus compañeros» (octubre de 1911 y mayo-junio
de 1913). No faltan comentarios sobre la política administrativa
o la noticia del momento: «Dirección General de Primera Enseñanza»
(abril 1912), en el que alaba la gestión de su titular Rafael Altamira,
«Regionalización económica de la escuela pública»
(julio de 1912), «Editoriales» (diciembre de 1911), «Dos
escuelas de bosque en funciones» (octubre de 1911), artículo
en el que comenta el proyecto de creación de estas escuelas al aire
libre en Barcelona, amén de otros escritos sin firma y de las respuestas
al consultorio de la Revista, firmadas en ocasiones con sus iniciales.
Eladio Homs asistió a todo el proceso y evolución de la
Revista,
desde su gestación hasta su óbito. Anteriormente había
colaborado con Bardina en la elaboración de las campañas
propagandísticas en pro de la fundación de la Escola.
Afirma Bardina que fue él quien convenció al Ayuntamiento
para que enviase a Homs a Estados Unidos para perfeccionar sus estudios
pedagógicos9;
en septiembre de 1910 volvía a España, después de
tres años, con muchos proyectos e ilusiones que estuvieron a punto
de malograrse de no haberle repescado Bardina para la Revista de Educación.
Algunos de sus escritos en esta Revista son una verdadera delicia;
su «Lección sobre el caracol común» (julio 1911),
«Lección sobre los peces» (enero y febrero de 1912),
«Lección sobre la ramita del castaño de Indias»,
«La educación extraescolar» (noviembre 1911) y «La
belleza y la fealdad en el ambiente escolar» (julio 1912), por no
citar sino unos cuantos, son una magnífica muestra de verdadera
pedagogía activa, cuya frescura y acierto el tiempo no ha marchitado10.
No cabe duda de que Homs al lado de Bardina maduró su pensamiento
pedagógico y adquirió una rica experiencia.
La colaboración de Eugenio d'Ors en la Revista de Educación
fue también importante, si bien el número de sus artículos
en ella aparecidos sea inferior en relación con los publicados por
Homs y Bardina. Ors gozaba de un gran prestigio hacía años,
sobre todo, a partir de la aparición de su Glosari en La
Veu de Catalunya en 1906. Sus excepcionales cualidades le habían
convertido en el líder indiscutible de la juventud universitaria
barcelonesa. En 1911, año de sus colaboraciones principales en la
Revista
mencionada, fue nombrado secretario del Instituto de Estudios Catalanes
en sustitución de José Pijoan; en el mismo año publicó
Filosofia
de I'Home que Treballa i que Juga, La Ben Plantada y un Almanac
deIs Noucentistes. Entre los principales centres de interés
de Ors en esta época figura la Filosofía y la Psicología;
a ello se debe que sus principales trabajos publicados en la Revista
versen predominantemente sobre Psicología: «Locura infantil
con contagio», «Medida convencional de la inteligencia para
la determinación y clasificación de los atrasados»,
«Para favorecer la emigración escolar», «Los trabajos
del VI Congreso de Psicología11»,
«Fugas infantiles», «La vindicación de la memoria»,
«La curiosidad12»
y «Una visita a la Colonia Libre de deficientes graves y de jóvenes
criminales de Imola».
De los tres principales responsables de la Revista de Educación,
Bardina se perdió definitivamente para la pedagogía catalana.
Marchó a Paris con un pequeño grupo de discípulos,
no con la idea de profundizar en sus estudios como otros jóvenes
de su tiempo, sino como un compás de espera; el obje- tivo del grupo
era esperar la oportunidad de marchar a «hacer las Américas»,
ganar dinero y volver de nuevo a Cataluña con recursos suficientes
para continuar por cuenta propia la obra pedagógica emprendida13.
Esta vuelta no se produjo. Una vez terminada la experiencia de París,
Bardina desapa- reció sin dejar rastro y sin dar noticias suyas
durante bastantes años ni a familiares ni a dIscípulos más
intimos. Ors continuó su carrera meteórica y fue uno de los
hombres de confianza de Prat de la Riba; permaneció en la brecha
hasta 1921, año en que abandonó Barcelona por diferencias
con Puig i Cadafalch, sucesor de Prat de la Riba. También estuvo
vinculado a la Mancomunidad Eladio Homs; fue el primer secretario del «Consejo
de Investigación Pedagógica de las Mancomunidad», creado
el 11 de junio de 1913 y reorganizado tres años después con
el nombre de Consell de Pedagogia.
Bardina se perdió para Cataluña pero dejó en ella
lo mejor de si mismo y de su obra: sus discípulos y colaboradores
en los que supo despertar el entusiasmo necesario para lograr la revolución
pedagógica lenta, pero fecunda y sus ideas, planes, proyectos e
intuiciones geniales, aprovechadas, en gran parte, por los hombres de la
Mancomunidad y de la Generalidad.
Notas:
1Ver
J. Costa, «Anhelos de resurgimiento pedagógico» (1899).
Obras
Completas. Biblioteca Costa, vol. X, pp. 333-360, Madrid, 1916.
2Ver
Anuario
Estadístico de la Ciudad de Barcelona, año VI, 1907.
3Según
el citado Anuario había 505 escuelas de enseñanza
privada, de las que subvencionaba el Ayuntamiento a 127.
4Ha
sido editada con el título de Els mestres públics i la
reforma de l'ensenyament a Catalunya (1901-1908). Ediciones CEAC, Barcelona,
1978.
5De
Cossío, por ejemplo, se publica en los números de enero y
febrero de 1911, un estupendo trabajo titulado «El maestro, la escuela
y el material escolar», aparecido en los Boletines de la
Institución Libre de Enseñanza de 1906. Algo semejante
ocurre con los artículos de Giner, Manjón y otros.
6Esta
huelga fue, además de las dificultades económicas, la que
acabó con la Revista. Entre marzo y abril de 1913 salió
un solo número, al igual que en mayo y junio del mismo año,
por el mismo motivo. Éste fue el último número en
aparecer. La colección completa se conserva en el Instituto Municipal
de Historia de la Ciudad de Barcelona y en la Biblioteca de Cataluña.
7Esta
Institución,
pensada para los hijos de la burguesía catalana, tuvo corta vida,
un año escaso, de diciembre de 1911 a septiembre de 1912, fecha
en que Bardina prepara su viaje a París.
8Otras
de las revistas profesionales españolas de entonces, aparte el Boletín
de la Institución Libre de Enseñanza, eran La Escuela
Española y El Magisterio Aragonés, de Zaragoza;
La
Enseñanza, La Educación, El reformista pedagógico
y La Escuela Moderna, de Madrid; El Ramo, de Huesca; La
Imparcialidad, de Burgos; La Escuela, de Castellón;
La
Asociación, de Cáceres; el Boletín del Magisterio,
de Orense; El Distrito Universitario, de León;
El Magisterio
Navarro, de Pamplona; El Magisterio Conquense;
La Escuela
Nacional, de Valencia..., revistas que no se preocupan exclusivamente
de oposiciones, reivindicaciones, disposiciones oficiales y movimientos
de escalafón, sino de la nueva educación, de la enseñanza
intuitiva, del juego, de los sistemas pedagógicos de países
más avanzados pedagógicamente, de la higiene infantil...,
temas que figuran en la agenda de los espíritus más avanzados.
Entre las revistas catalanas de la época son importantes
El Monitor
de Primera Enseñanza y El Clamor del Magisterio, ambas
de Barcelona; El Avisador del Magisterio, de Lérida;
El
Magisterio Tarraconense, de Reus, y El Magisterio Gerundense,
de Gerona.
9J.
Bardina, Memoria del Curs 1906-07, p. 8.
10Otros
artículos interesantes son «Las asociaciones autónomas
de niños» (mayo 1911), «La escuela de verano para maestros»
(septiembre 1911), «Educación intelectual, moral y física»
(junio 1912), «Enseñanza realista» (marzo 1912), «Cómo
se encauzan algunos instintos peligrosos» (agosto 1912), «Pedagogía
antigua y pedagogía nueva» (septiembre 1912), «La higiene
y la pedagogía» (noviembre 1912), «La doctrina de la
educación nacionalizadora» (mayo-junio 1913).
11Celebrado
en Ginebra en agosto de 1899.
12Con
este mismo titulo Ors presentó una ponencia al Congreso de Bolonia
de 1911.
13Ésta
es la versión que Miguel Fornaguera hace del viaje a París,
a donde fue en compañía de su maestro Bardina. Una copia
de esta carta mecanografiada se conserva en la Biblioteca Popular de Sant
Boi de Llobregat.