Alternativa a la actual situación de las drogas.
Las drogas comportan varios problemas: enfermedad de sus consumidores,
mafias que trafican en el mercado negro, adulteración de los productos
y carencia de garantías sanitarias, encarecimiento que obliga a
los consumidores a delinquir o a prostituirse, persecución policial
y jurídica del tráfico ilícito, encarcelamiento de
los traficantes y consumidores con la consiguiente marginación social,
etc.
La experiencia demuestra que la prohibición de una droga comporta
inconvenientes mayores que una regulación no prohibitiva, a pesar
de ser conscientes de los problemas inherentes de un consumo permitido,
que hemos de tener en cuenta.
Una posible solución consiste en que los establecimientos farmacéuticos
proporcionen gratuitamente un máximo de una dosis de droga diaria
para cada persona que la quiera consumir, dentro de un abanico de productos
amplio. Las dosis serán puras y no contendrán adulteraciones.
Requisito necesario es que la persona candidata a consumir la dosis
de droga la tome dentro del mismo establecimiento farmacéutico,
o en otro establecimiento habilitado para este objetivo.
La identificación del consumidor ha de ser rigurosa, para evitar
que una misma persona tome varias dosis acreditándose como personas
diferentes, mediante elementos como una tarjeta telemática personal,
combinados con el timbre de voz, la imagen de la retina de un ojo, las
huellas dactilares o cualquier otro procedimiento de identificación
o combinación de varios de estos procedimientos.
En caso que un consumidor de droga enferme, debido al uso continuado
de estas substancias y de acuerdo con la apreciación de un terapeuta,
podrá ser ingresado en un centro sanitario. En este centro sanitario,
el drogadicto tentrá derecho, si quiere, a un máximo de media
dosis diaria y gratuita de droga.
Con esta medida se alcanzarán varios objetivos:
-
La eliminación de las mafias de tráfico ilegal de droga.
-
Supresión de la adulteración de las drogas y las consecuentes
intoxicaciones.
-
Disminuir o evitar muertes por sobredosis.
-
Supresión del atractivo que supone, especialmente para los jóvenes,
el consumo de substancias prohibidas.
-
No necesidad de delinquir o prostituirse de sus consumidores.
-
Una menor necesidad de ocultar la condición de los drogadictos.
-
Un cierto autocontrol de los consumidores, que posiblemente no querrán
perder su derecho a la mitad de la dosis diaria por enfermedad.
-
Mayores oportunidades de rehabilitación, tanto médica como
social.
-
Disminución de los gastos de los organismos oficiales en el ámbito
policial, judicial y penitenciario.
Centro de Estudios Joan Bardina.
Domingo, 1 de Julio del 2001.