Diseño de civismo.
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Diseño de Civismo.
Apuntes de investigación interdisciplinar
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1. Personas.
1.1.1. Hombre.
1.1.2. Persona.
1.1.3. Personas nacionales, sociales e individuales.
1.1.4. Personas divisas.
1.1.5. Igualdad jurídica de las personas.
1.1.6. Independencia personal. Soberanía.
1.1.7. Egoísmo y altruismo de las personas.
1.1.8. Las personas y el Diseño de Civismo.
1. Personas.
¿Como designar a nuestro protagonista? Algunos lo nombran indistintamente "homínido", "hombre", "ser humano", "animal racional", "animal político", "ciudadano" "ser civilizado"
La palabra que engloba todas las denominaciones de homínido y de hombre histórico, todas las evoluciones genéticas hereditarias y culturales transmitidas, es persona.
Versión enero de 1988.
1.1.1. Hombre.
El ser humano es un ser animal dotado, como rasgo específico, de espíritu creativo.
La palabra hombre, de origen latino, proviene de humus: tierra. Muchas mitologías primitivas explican el origen terráqueo del hombre, nacido y formado de (la) tierra.
Actualmente la palabra "hombre" es empleado para designar a la vez la especie y el macho de esta especie. Esto crea una confusión lingüística marginadora de la hembra de la especie "hombre": la mujer. "Mujer" que proviene de "domina" (señora) mantiene la igualdad con "dominus" (señor). Esta dificultad histórico-lingüística de muchas de las lenguas modernas aún no tiene una solución satisfactoria. En este sentido, siempre que emplearemos la palabra "hombre" nos referiremos al conjunto de la especie que incluye macho y hembra. Generalmente, sin embargo, intentaremos utilizar la palabra persona, ya que este término no sólo considera el macho y la hembra de la especie "hombre", sino que incluye sus diferentes tipos: personas individuales, personas nacionales-comunitarias y personas sociales-colectivas (véase persona).
Es decir, reservaremos "hombre" para designar la especie animal. Y emplearemos "persona" para expresar la totalidad del ser humano y de sus manifestaciones. Dicho de otro modo, "hombre" designa el ser animal y "persona" expresa el ser animal-espiritual.
El hombre, de siempre, ha sido considerado formando parte del reino animal. Etimológicamente, animal es "todo ser que tiene alma". Así, pues, todos los animales, por definición, tienen alma, son seres animados, como contraposición a los seres inanimados. Aunque alma, psique y espíritu son sinónimos de "viento", sólo la evolución semántica ha igualado los dos primeros términos y ha dado un significado totalmente diferente a la palabra "espíritu".
Nuestra especie, siendo animal, lo es de una manera, en ciertos aspectos, muy distinta. Las interdisciplinas que actualmente buscan explicar hipotéticamente la vida de nuestros antepasados aceptan, cada día más, la especificidad distinta, incluso los homínidos más primitivos, frente a las otras especies de primates.
Nuestra especie sólo ha hecho progresos culturales para el espíritu de los primeros homínidos estaba espontáneamente abierto al invento y a la empresa productora a favor de toda la comunidad genética. Lo que aprendían lo hacían por su propia capacidad. Hoy, por ejemplo, ciertos chimpancés son adiestrados con mucho esfuerzo para que hagan una cosa determinada, gracias a la dedicación del entrenador. La especie humana no tenía, ni tiene, ningún maestro exterior a ella misma, y éste es, precisamente, su rasgo distintivo, llámese como quiera.
Versión enero de 1988
1.1.2. Persona.
La especificidad del ser humano, lo que le hace persona, es fundamental para definir la persona y sus rasgos más importantes: espíritu trascendente, singularidad, libertad.
La palabra persona, de origen latino, está compuesto etimológicamente de para, adverbio que adherido a un verbo lo califica en el sentido "de alto y justo", y de sonare, verbo, que significa "cantar, sonar
" Persona es, pues, "todo ser capaz de cantar justo y alto su espontaneidad viviente" si se le deja mover en un clima comunitario de plenas libertades concretas, si se le deja aprender a sentir, a reflexionar, a decidir y a expresarse según su propia naturaleza, su propia vocación y armonía, si se le permite, en definitiva, vivir cara adentro (felicidad nouménica) y hacia fuera (creatividad fenoménica).
La felicidad nouménica -o sea en espíritu puro-, es radicalmente libre de todo determinismo físico y de todo condicionamiento fenoménico. La creatividad fenoménica, nace de la propia y libre trascendencia y felicidad nouménica: sin entera libertad de espíritu no puede haber creatividad fenoménica, no puede surgir la vocación de transformar el mundo fenoménico a favor de la propia nación hereditaria (entendida, ésta, desde el sentido más restringido al sentido más amplio de toda la evolución humana hasta nuestros días).
El término "persona", normalmente se lo relaciona con la "máscara" que se empleaba en Grecia y en Roma para ampliar el sonido de la voz de los actores (personajes). Consecuentemente, "persona" se ha interpretado como el rol que juegan los seres humanos en la sociedad. Pero, no podría ser que este sentido de "máscara que amplía el sonido" sea la consecuencia, y no la causa, del sentido etimológico anteriormente citado.
Una definición más precisa -no etimológica- de "persona" sería la de "cualquier ser animal mamífero gregario superior, singular en su psicosoma, dotado de espíritu trascendente, más singular aún".
Esta definición es, pues, exclusivamente aplicable en la crono especie "hombre". La autosingularidad de cada persona es un rasgo distintivo de su ser. Cada persona es singular en sí misma, e irrepetible tanto en su globalidad, como en todos y cada uno de sus elementos psicosomáticos y espirituales. La persona no está, pues, totalmente determinada (ni genéticamente, ni ambientalmente ni socialmente), sino que es capaz de lanzarse libremente hacia un más allá de su realidad de cada instante de vida interior (insistente), y de cada circunstancia de vida exterior (existente).
Es esta posibilidad de libertad más allá del determinismo, que llamamos espíritu ético-trascendente. Esta libertad es el rasgo distintivo que diferencia radicalmente una persona de otro animal cualquiera. Y es este libre espíritu ético-trascendente lo que inspira todas las libres creatividades y creaciones fenoménicas-sociales en la evolución cultural del hombre.
Lo que nos hace persona es el espíritu ético-trascendente. Este espíritu, a partir de la conciencia étnica, tiene como consecuencia espontánea la asociatividad libre. El espíritu asociativo (segundo)-enteramente libre en sus motivaciones, afinidades y elecciones interpersonales-éticas-es lo que empuja la creación de las sociedades humanas fenoménicas, exclusivas, pues, en el hombre y únicas en él dentro del reino animal. Hablar de "sociedades animales en especies no humanas" es, como veremos, confundir de una parte, gregarismos instintivos y de otra parte "sociedades de origen exclusivamente espiritual-ético". Los gregarismos instintivos, si bien son muy complejos y de alto grado, no varían, sin embargo, prácticamente en cada especie desde sus orígenes. Las "sociedades de origen exclusivamente espiritual-ético" son, en cambio, enteramente libres en su rapidísima evolución histórica y son, pues, exclusivas del "hombre".
En el lenguaje corriente, "persona" es lo contrario de "cosa". Para evitar "personificar las cosas" y "cosificar las personas", hay que delimitar qué es qué y quién es quién. Por ejemplo, la enfermedad es una "cosa", mientras que el enfermo es una "persona" bien concreta. A pesar de la enfermedad que pueda afligir el enfermo no debe ser tratado como una "cosa". En otro campo, el "trabajo", los "capitales", los "inventos" y las "empresas" son "cosas", los trabajadores, los inversores, los inventores y los empresarios son "personas".
La separación radical entre las "personas" y sus "cosas" permite precisar el campo de actuación del que corrientemente se llama la ciencia, con todas sus implicaciones tecnológicas, se limitará a gobernar las cosas, automáticamente, telepáticamente
y, aunque sea un pleonasmo, cibernéticamente, al servicio de las personas. La ciencia utilizada para "gobernar las personas", las cosifica y las hace objeto de poder. (Véase, gobierno-cibernética-y mando-arquía).
La persona así definida, no es, legítimamente, sujeto activo de poder sobre otras personas, ni tampoco puede ser objeto de poder, ejercido sobre ella, por otras personas. En la era patriarcal y bélica (hoy extendida en todo el mundo), la persona es exclusivamente sujeto activo de pacto social convenido libremente. Sin este libre pacto social no puede haber paz espontánea (pax = pactum).
Versión enero de 1988.
1.1.3. Personas nacionales, sociales e individuales.
Todo el mundo reconoce que los individuos humanos son personas. Las naciones y las colectividades también deben ser consideradas personas.
Normalmente se considera exclusivamente como "personas" las mujeres y los hombres individuales. La simple observación de la realidad actual, junto con la consideración histórica, nos muestra, sin embargo, que existen tres grandes tipos de personas: las nacionales-comunitarias, las sociales-colectivas y las individuales-mortales. Las características de cada una de ellas serán tratadas ampliamente en su lugar correspondiente. Ahora, para aclarar esta distinción entre los diferentes tipos de personas, podemos recurrir a los siguientes ejemplos:
1. Etimológicamente, son personas nacionales-comunitarias todos los grupos de nacimiento de personas, del tipo que sea. Comienzan porque técnicamente se llama grupos sexuales-nutricios un tipo casi histórico de los cuales es la familia. Esta última ha venido a sustituir al mucho más originario matrimonio, el significado etimológico del cual es bien evidente: "conjunto vital-instintivo que aporta a la madre (mater) todos los recursos (munus) y protecciones (murus) que necesita para ella y para sus hijos".
Todo grupo animal en el que es sentida, con plena espontaneidad instintiva, la natural comunión carnal de procreación, es una comunidad. El hombre va añadiendo evolutivamente un sentimiento de comunión espiritual enteramente libre. Las comunidades espirituales pueden, así, ser oídas, a través de una larga evolución, como independientes de las comunidades nacionales-carnales. Pero, finalmente, sólo son sentidas en su plenitud cuando se reencuentran y se enzarzan mutuamente unas y otras en cada grado étnico (del matrimonio a la libre federación de etnias y
a la entera humanidad).
Las naciones humanas se llaman específicamente etnias (naciones con ética propia): conjunto de todos los individuos y grupos sociales internos que comparten un mismo núcleo de nacimiento, un mismo talante ético, unas mismas costumbres ancestrales, una misma cultura heredada y, eventualmente, una misma lengua atávica. Cada día más, para muchos, la etnia más alta es la entera humanidad.
2. Son personas sociales-colectivas todos los "cuerpos sociales" y las "corporaciones constituidas": formados, en origen, por libres afinidades y libre elección (colectividades), esencialmente diferentes de los condicionamientos nativos, genéticos-instintivos, nacionales-naturales -telúricos.
En la evolución histórica, esta libertad originaria puede haber sido despóticamente tiranizada, aservida, y los cuerpos sociales, las corporaciones constituidas, pueden haberse transformado en rígidos condicionamientos, por definición, anti-libertarios y anti-liberales. Este hecho evolutivo-regresivo (que en el tiempo global de la entera humanidad puede tener una reducida duración) no debe hacernos confundir "personas nacionales-comunitarias, hereditariamente condicionantes" y "personas sociales-colectivas, esencialmente libres en su espíritu creativo ", sea en las vocaciones liberales de claro tipo altruista y desinteresado, sea en las empresas utilitarias de manifiesto egoísmo e interés material, históricamente contable.
En la actualidad, después de esta breve referencia histórica, podemos considerar personas sociales-colectivas toda clase de empresas, de asociaciones, de partidos, de sindicatos, de entidades ciudadanas, de colegios profesionales liberales, de confederaciones
y, evidentemente, las sociedades geopolíticas con sus Estados, Justicias, Autoridades Autónomas
3. Las personas individuales-mortales, bien evidentes en todo el mundo, son, como su nombre indica, indivisibles so pena de graves enfermedades y muerte final.
Son las más inquietas por la aguda evidencia de su muerte inevitable: muchos persiguen de evadirse de esta realidad inescrutable, pero el psico-soma tiene, en el inconsciente, una huella permanente e insoslayable.
La fuerza nacional y social de las personas individuales radica en el difícil reto de conseguir una unanimidad creativa bien cohesionada: las personas individuales plenamente conscientes de su fuerza dinástica y / o colectiva, son capaces y lo demuestran prácticamente todos los días , las personas individuales mal nutridas (sobre todo en su primera infancia), perturbadas, "quemadas", viciadas, enfermas ... caídas en división psico-somática o / y espiritual-ética, van perdiendo y pierden su creatividad genética y social, a pesar de su genialidad innata o sus talentos adquiridos. Las excepciones que confirman la regla son fruto de la libertad innata de cada persona humana y de las funciones vicariales del cerebro (las funciones de neuronas lesionadas o perdidas son asumidas por otras neuronas).
Los tres aspectos del ser humano (individual-mortal, nacional-comunitario y colectivo-social) tienen un fundamento evolutivo en su grado de conciencia. La especie humana nace, antes que nada, como comunidad nacional, como persona nacionalcomunitaria. En cierto momento, forma, por libre afinidad y elección social, colectividades, constituyendo personas sociales-colectivas. Los individuos, existentes desde el inicio de la especie, son los últimos en tomar conciencia de su realidad de persona individual-mortal.
La persona nacional-comunitaria es de origen exclusivamente instintivo-genético y está dotada (en diferente grado evolutivo, función de su global progreso cultural) de conciencia de sí misma, de espíritu propio.
Este grupo nacional es el ámbito instintivo hereditario en el que nacen cada una de las personas individuales (desde los orígenes), colectivas (contemporáneas de la transformación de la nación animal de los homínidos más primitivos en endo-etnia) y étnicas, ámbito necesario hasta que cada persona nacida de su seno, se puede valer por sí misma.
Las personas sociales-colectivas aparecen y toman conciencia de ellas mismas en el calor de las personas nacionales-comunitarias. Se forman por libres afinidades electivas distintas de las instintivas-genéticas, creando colectividades libres por motivaciones no ligadas a lazos genéticos.
Las personas individuales-mortales, aunque hoy son las más evidentes y, incluso, las más concienciadas de ser persona, son las que han tardado más en tomar conciencia. La conciencia individual es una adquisición progresiva que probablemente se aceleró con el desarrollo de las civilizaciones y que ha culminado a nivel formal con la revolución francesa (burguesa individualista).
Esta progresiva toma de conciencia de cada tipo de persona (nacional-comunitaria, social-colectiva e individual-mortal) lleva, en cada momento de la modernidad, a la absurda exaltación racionalista de un solo aspecto y tipo privilegiado de todas las personas existentes en cada espacio cultural de la entera humanidad. Esta exaltación unidimensional daña la inteligencia y los saberes ancestrales y presentes sobre la globalidad y armonía humana, fuente de todo progreso real y fecundo; reduce al hombre a una sola fachada, empobreciéndose el en sus relaciones integradoras y generando conflictos innecesarios.
Las personas sensatas deben buscar infatigablemente que la sociedad humana no margine a ninguna persona. Cada persona-individual, nacional, colectiva es singular y llena de capacidades innatas y adquiribles. Marginándola, puede llegar a perder casi totalmente y con esta pérdida se empobrecen, también, las otras personas.
Todo intento de armonizar los tres tipos de personas debe reconocer que la manifestación de cada una de ellas en actos elementales, (de clara discontinuidad), considerada superficialmente, ofrece una visión de desorden y caos. Esta apariencia no niega, sin embargo, que se dé, con cierta continuidad histórica, una especie de acción conjunta libremente integradora de todas las libres iniciativas y actuaciones personales elementales.
Versión 30 de enero de 1988.
1.1.4. Personas divisas.
Las personas nacionales-comunitarias y las personas sociales-colectivas son espontáneamente divisibles y reagrupables.
Las personas nacionales-comunitarias y las personas sociales-colectivas son, muy al contrario de las individuales-mortales, esencialmente divisibles y reagrupables.
Las personas nacionales son "cuerpos genéticos" formados por "grupos de herencia y condicionamiento natural-instintivo". Las personas colectivas son "cuerpos sociales" constituidos por "grupos de afinidades y libertades electivas y selectivas" en cuanto a sus miembros primarios: individuos generadores, etnias matrices y colectivos iniciales.
La divisibilidad espontánea y expansiva de las personas nacionales-comunitarias y de las personas sociales-colectivas en, respectivamente, nuevas etnias filiales y nuevas colectividades nacientes, más elementales, es una característica de su perennidad y fecundidad, sobre todo en situaciones, más o menos difíciles o incluso trágicas, de ruptura de culturas ancestrales.
También es una característica de fecundidad, su posterior libre agrupamiento y interpenetración, hecho que aparece a partir de culturas relativamente recientes (hace unos 60.000 años), justamente para hacer frente a las consecuencias demasiado disgregadoras de las situaciones de ruptura de culturas ancestrales. Estos nuevos agrupamientos e interpenetraciones, con iniciales ritos mágicos, son también, función viviente y creadora, bajo forma de un nuevo orden humano, más o menos básico en cuanto a etnias, más o menos consuetudinario en cuanto a colectividades.
Ejemplos.
En el caso de las personas nacionales-comunitarias, un ejemplo de lo que acabamos de decir nos lo da el término "dinastía", que proviene del griego y denota "fuerza, dinamismo"
Se aplica a cualquier familia que se va dividiendo en subfamilias entroncadas en su común ancestro. Estas subfamilias, cuando es necesario, ciertas subfamilias, cuando es necesario, se sustituyen unas a otras en el ejercicio de ciertas funciones para mantener vivo el linaje. Por ejemplo, dinastías de la nobleza, de abogados, de médicos, de industriales, de campesinos, de artesanos
incluso, de mendigos.
La divisibilidad también es corriente en el caso de las colectividades: las empresas crean "filiales", los partidos políticos se dividen y forman nuevos partidos.
Las confederaciones y las federaciones, aparentemente contrarias a la divisibilidad son, pues, de hecho, igualmente expresiones históricas de la inquebrantable libre vocación de fecundidad y perennidad que vivifica constantemente etnias y sociedades relativamente primarias frente a nuevas circunstancias geo-demográficas y geo-técnicas: son nuevas asociaciones, en su principio enteramente libres, espontáneas y expansivas para más y mejor vida, nacidas de las etnias o colectividades preexistentes que las pactadas y conservan el pacto primitivo más allá de las generaciones que las pactaron.
La perennidad y la fecundidad de las personas nacionales-comunitarias y de las personas sociales-colectivas erradica, pues, en su capacidad de conseguir una cierta armonía interior entre todos sus libres componentes, armonía que les conduzca a irse haciendo con unas riquezas de todo orden, comunitarias o colectivas, respectivamente.
Versión 30 de enero de 1988
1.1.5. Igualdad jurídica de las personas.
La singularidad irrepetible de cada persona se complementa con la igualdad jurídica entre todas ellas.
La autosingularidad de cada persona se aplica no solamente a las personas individuales, sino también a las personas nacionales-comunitarias y a las personas sociales-colectivas. El hecho de que cada persona sea esencialmente distinta de todas las demás no niega, en cambio, la tendencia de todas las culturas y civilizaciones a ir haciendo iguales en derecho a todas y cada una de las personas.
Aunque se diga que los "estados de derecho" actuales garantizan esta igualdad jurídica entre todos los ciudadanos, cuesta poco detectar que, en la práctica, siguen habiendo personas de "primera, de segunda, de tercera
categoría" gracias a su capacidad real de saber manejar activamente el "dinero corrupto" según el conocido axioma del poder: "según sea rico y potente o pobre y miserable, los juicios de corte le harán blanco o negro".
Otro caso de falta flagrante de igualdad jurídica entre las personas se da cuando los llamados "Estados-Nación" proclaman y practican lo que se llama "el hecho del príncipe" o "la razón de Estado": hay una persona (Rey, Estado ...) que pretende estar jurídicamente por encima de cualquier otra persona, porque ella cree, - o porque se hace creer a la gente - que es más importante que el resto de individuos, de familias, de etnias , de empresas, de asociaciones, de Autoridades Autónomas ...
La igualdad jurídica no suprime ninguna realidad distintiva de ninguna persona singular, no destruye ninguna desigualdad natural o adquirida, no anatematiza ninguna diferenciación legítima. La igualdad jurídica refleja, en cambio, que no hay ninguna persona viviente - ni individual, ni étnica, ni colectiva - de jerarquía ética-trascendente superior a la de otra. Esta igualdad en libre espíritu puro de todas las personas, reconocida por la igualdad jurídica, permite sacar consecuencias fenoménicas de libre convivencia responsable entre todas ellas.
No respetar la autosingularidad de cada persona lleva a hacerla idéntica a cualquier otra, y esta identidad personal es el fundamento de toda enajenación, monolitismo, homogeneidad y uniformización. Es un crimen ético actuar como si una persona fuera más o menos que otra, tratándola como algo que se puede cuantificar. Esto tiene especial importancia, no sólo entre las personas individuales, sino en relación de éstas con las personas nacionales-comunitarias y las personas sociales-colectivas. Cualquiera de ellas tiene un valor inconmensurable. Nunca se puede, en nombre de ningún principio "individualista", "nacionalista", "colectivista", "socialista"
obligar a una persona individual a dar su vida para salvar a una persona nacional o colectiva, y viceversa: sacrificar una nación o una sociedad a beneficio de un individuo, o destruir una nación para construir una sociedad, o boicotear un proyecto de sociedad por protagonismo de una nación, etc.
La historia y la realidad actual, están llenas de hechos que demuestran hasta qué punto la confusión de los tres tipos de personas - singulares pero iguales en derecho - lleva a luchas, conflictos y genocidios totalmente absurdos: los "nacionalismos" obligan a los individuos a servirlos, los "socialismos" olvidan las etnias, los "individualismos" se desolidarizan de sus etnias y sociedades, los "estatismos" impiden las iniciativas personales y subyugan las sociedades civiles, etc. La consideración práctica del ser humano como una realidad conjunta formada por elementos individuales, étnicos y colectivos, sin privilegiar a ninguno, nos puede abrir caminos de solución a muchos de los conflictos permanentes que enfrentan las diferentes personas: caminos que respeten cada persona y su autonomía y, al mismo tiempo, que impidan el poder de unas sobre otras.
En definitiva, ser humano es asumir armónicamente y conjuntamente el aspecto individual, el nacional y el social. Las personas somos jurídicamente iguales y sujetos libres de pacto, pero no somos idénticas, no somos objetos en serie, sino seres vivos autosingularísimos. La "cantidad" es un concepto inaplicable a las personas: la "calidad" persona está por encima de todo criterio cuantitativo.
Versión 30 de enero de 1988.
1.1.6. Independencia personal. Soberanía.
Hay que distinguir radicalmente la legítima independencia personal de la trampa de la soberanía.
Aclarada la confusión entre los tres tipos de personas (individuales, nacionales y colectivas) por un lado, y entre igualdad jurídica e identidad personal del otro, hay que denunciar la vacuidad retórica del término soberanía: "estar uno por encima de los otros "es lo contrario de la igualdad jurídica. Toda soberanía enmascara una realidad de poder ilegítimo e inmoral de uno sobre los demás en beneficio propio. Veamos dos ejemplos.
Afirmamos la autosingularidad de los Países Catalanes, auto singularidad que les da derecho a su autodeterminación, a la plena independencia y al pleno ejercicio de sus derechos a pactar con y con cualquier otra inter-etnia. No reclamamos, en cambio, su soberanía porque no nos sentimos por encima de nadie, como tampoco aceptamos colocarnos bajo de ninguna soberanía, ni de ningún soberano. Este derecho es, evidentemente, el derecho de todas y cada una de las etnias y inter-etnias que componen cualquiera de los llamados Estado-Nación. Es un derecho que las etnias y inter-etnias deben ejercer para transformar los actuales opresivos Estados-Nación en libres sociedades geopolíticas formadas por unifederación cara al exterior de múltiples etnias que libremente se confederan en su interior.
El estatismo reclama y ejerce su "soberanía" sobre la Justicia, las iglesias, las empresas, las profesiones liberales, las ciudades (antiguamente francas), los sindicatos
los individuos, las etnias y inter-etnias internas
Es necesario reducir al Estado a su función social de simple gerente, pequeño colectivo encargado de gestionar responsablemente la gran colectividad de múltiples naciones políticamente unifederadas cara al exterior y libertariamente multiconfederadas en el interior. Para llevar a cabo esta función de gerente es necesario un mando político personal (arquía), responsable, ante una Justicia independiente, al final de su mandato constitucional. Ser gerente no da ningún derecho superior, ninguna soberanía, ni ningún privilegio sobre cualquier otra persona. En cuanto a legislativo se limitará a hacer leyes, en cuanto a ejecutivo, su única función es de ejecutar responsablemente estas leyes. Nadie confunde "el gerente responsable" de una empresa con la propia empresa ni con la propiedad de ésta.
Versión 30 de enero de 1988
1.1.7. Egoísmo y altruismo de las personas.
El egoísmo y el altruismo son tendencias más o menos fuertes presentes en los tres tipos de personas.
La inteligencia concreta del hombre se simbiótica en el sentido de que en cada momento de su vida todo su ser es inseparable e interdependiente. Toda persona tiene estados simbióticos concretos muy variables en función del tiempo interior y de las circunstancias ambientales: en un momento dado toda ella es "esto" y al instante siguiente toda ella se "aquello".
En este sentido la inteligencia concreta del hombre se manifiesta según dos tendencias primordiales, igualmente nobles y legítimas, si no sobrepasan los límites, haciéndolo caer en un fanatismo malentendido y violento:
- Egoísmo vital (cierre de orden instintivo);
- Altruismo protector de los débiles (apertura de orden materno, de una parte y ético, de otra parte).
En relación a estas dos tendencias podemos considerar las manifestaciones históricas de la inteligencia humana en los actos elementales y en acción conjunta para captar mejor las diferentes actitudes de las personas nacionales-comunitarias, de las sociales-colectivas y de las individuales mortales.
Las personas nacionales-comunitarias son las más egoístas y cerradas de puertas afuera y las más altruistas y abiertas de puertas adentro. (La apertura de puertas adentro se manifiesta, en la práctica, originariamente, por compartir y, históricamente, en forma de libre confederación).
Las personas sociales-colectivas son mucho más egoístas y cerradas que las personas individuales. No suelen ser altruistas salvo en los casos en que algunas de ellas se autoproclaman "altruistas" (profesiones e instituciones liberales). En este caso hay que poner en práctica una disciplina social que las lleve instrumentalmente en las relaciones interpersonales, a hacer realidad espontánea su altruismo ancestralmente autoproclamado y, hasta ahora, tan poco respetado.
Las personas individuales-mortales, a pesar de todo lo que digan los moralismos de todo tipo, son a la vez las menos egoístas y más altruistas, pero de manera, por ahora, indefinidamente más sorpresiva que en las dos categorías anteriores.
Intentando representar las relaciones entras los tres tipos de personas según mayor o menor grado de egoísmos, de cierre y de altruismo, Podemos decir que existen:
n1 naciones (de egoísmo + + +, cierre + + + y altruismo ---)
n2 colectivos (de egoísmo + +, cierre + + y altruismo -)
n3 individuos (de egoísmo +, cierre + y altruismo-)
n1 <<n2 <<<<n3
Esta consideración nos lleva a dar prioridad al desorden-caos egoísta-altruista de los individuos (actos elementales discontinuos) frente a una mayor continuidad de la acción comunitaria-nacional (+++) y social-colectiva (+ +).
El desorden-caos aparente de los libres actos individuales elementales discontinuos se inscribe, espontáneamente y expansivamente, dentro del mayor orden-cosmos de las libres colectividades sociales, nacidas por libres afinidades electivas entre los contratantes, en la perennidad hereditaria de las comunidades nacionales.
Versión 30 de Enero de 1988.
1.1.8. Las personas y el Diseño de Civismo.
Las fichas del Diseño de Civismo se vertebran sobre los diferentes tipos de personas.
Cuando hablamos de solidaridades y de libertades para las personas nos referimos, no sólo a las personas individuales, sino también a las nacionales-comunitarias y las sociales-colectivas (Ver sección personas).
No debe sorprender que, a la hora de concretar medidas que favorezcan la solidaridad y la libertad de las personas, dediquemos poco espacio a los individuos y a las naciones. Unos y otros no necesitan ninguna reglamentación, ninguna protección especial más allá de su respeto vital. Es sólo en tanto que unos y otros forman parte de una sociedad geopolítica y de múltiples colectividades, que deben aceptar el pacto de unas reglas de juego social en los aspectos fenoménicos de tipo utilitario-libertario y social-liberal, dejando completamente libre la insistencia personal de tipo ético-trascendente mientras tal libertad íntima no pretenda imponer "filias" o "fobias" de fanatismo fenoménico.
Estas reglas de juego limpio son necesarias para asegurar la protección real y efectiva de las personas individuales y étnicas dentro de un marco de libertades y de solidaridades concretas muy específicas para cada aspecto en que la persona singular desarrolla sus múltiples y distintas personalidades. Las personalidades de cada persona son "su ser" complejísimo-único, real, irrepetible, insustituible-, pero socialmente no deben ser confundidas en la práctica de cada instante en que se expresan, ya que esta confusión perturba las relaciones personales.
Los tres tipos de personas (nacionales-comunitarias, sociales-colectivas e individuales-mortales) nos servirán para incluir la multitud de temas que quedan implicados en el estudio presente sobre las orientaciones de un diseño de civismo que favorezca las libertades y las solidaridades concretas de las personas.
La exposición la haremos según el volumen temático: empezaremos por la persona individual, seguiremos por la nacional-comunitaria y acabaremos con la persona social-colectiva. Esta última es, en sí misma, la más compleja, pero hay que añadir que, en cuanto a instituciones históricas y actuales de actuación política, justicial, militar, policial, etc., es la más artificiosamente complicada por leyes y reglamentaciones antilibertarias y antiliberales desfasadas y anacrónicas.
Este método de exposición no niega, sin embargo, la interrelación de los tres tipos de personas, ni pretende privilegiar ninguna de ellas.
Versión 30 de enero de 1988.