Vilaweb. Miércoles, 2 de Septiembre de 2020.
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Opinión. Opinión contundente.
Se ha acabado la confianza: cooperación o barbarie.
Protocolo entregable de buenas maneras para políticos e instituciones hacia la sociedad civil activa.
Foto: Parlamento de Cataluña.
Por: Simona Levi.
2-9-2020, 1h50’.
Este texto es un ofrecimiento al servicio de todo el mundo para que se pueda enviar a la clase política con la cual se tienen negociaciones dificultosas. Esto que explicamos aquí no son opiniones. Es aquello que hemos comprobado personalmente durante nuestros años de activismo –cuarenta, por ahora–. Con esta serie queremos explicar que no podremos salir de la catastrófica e inhumana situación en que nos encontramos si no se reforma el sistema de partidos. Queremos explicar cómo tendríamos que hacerlo y dar herramientas con qué exigirlo a los partidos. Hemos consentido incompetencia por encima de nuestras posibilidades y ya no nos podemos permitir que todo continúe igual.
«La solemnidad y la vanidad de las instituciones destruyen la democracia».
(Parafraseando a Michel Piccoli).
Pero si no hacemos algo, su castigo lo pagará todo el mundo.
La legislación y las políticas institucionales son –excepto contadas excepciones– la cristalización de luchas de la sociedad civil organizada1. El voto de las mujeres, el fin de la esclavitud, la jornada de ocho horas... Nada de esto no ha sido porque una mañana un legislador, un político o un partido se despertara diciendo: «Venga, va, vamos a dar el voto a las mujeres.» Todas son dolorosas conquistas, fruto de años de lucha de la sociedad civil organizada, es decir, de personas afectadas junto con personas expertas o empáticas que se unieron para resolver un problema.
La política institucional no es, pues, vanguardia de nada; siempre llega con retraso.
De la clase política, sólo podemos esperar que entienda pronto el futuro que ya marca la sociedad civil activa para que los daños producidos por su lentitud sean mínimos.
Cuando menos en el momento actual, los partidos y las instituciones son en gran medida parte del problema, no de la solución.
La sociedad civil activa, desde su contacto con las necesidades cotidianas, es la que marca el camino. Y el esfuerzo es colosal.
En primer lugar tiene que conseguir cambiar la narrativa en torno a un problema: tener esclavos, considerar a las mujeres como simples apéndices, obligar a trabajar hasta reventar a quién no tiene, han sido y son cosas consideradas absolutamente normales hasta que quién las sufre y quién es capaz de tener sentido crítico y empatía consiguen que sean vistas al final como aberraciones cada vez por más personas.
Sólo en un segundo momento, una vez lograda la hegemonía narrativa, son cooptados por un partido o tendencia política, a veces por ideales sinceros, otros –la mayoría– porque en esta hegemonía narrativa los partidos ven una posibilidad de rédito para mantener o disputar el poder. Por eso no tenemos que olvidar nunca que aquello que abrazan es una narrativa, un discurso, y que su interés en primer lugar es la hegemonía, no las soluciones.
Este liderazgo civil sucede todavía más con la era digital, una nueva fase de desintermediación en que el demos (de «democracia»), la gente, puede tener –o tendría que poder tener– acceso de manera más directa, autónoma, adulta y sin intermediarios a muchos ámbitos, la administración de los bienes públicos entre ellos. En este contexto, los partidos han visto reducida la utilidad, pero lo más mínimo el poder, cosa que conduce a un deterioro evidente de la gobernanza. Mandan mucho, pero sirven poco.
Mandar mucho, servir poco.
Un partido ya es tan solo una empresa privada. Su fin es crecer en un nicho de mercado. Es por eso que no le guía la innovación –ámbito siempre minoritario– sino las encuestas, es decir, aquello que ya existe y piensa la gente. El marketing averigua o fabrica aquello que la gente cree que quiere para después dárselo. La innovación descubre con la gente aquello que no consigue solucionar con lo que ya tiene e inventar una cosa nueva para resolverlo. Los partidos, tal como los conocemos, ontológicamente ya no pueden abrir caminos nuevos. Y si queremos hacer caso de la famosa máxima de Einstein que dice que si queremos un resultado diferente tenemos que hacer algo diferente, pues hemos comprobado duramente en nuestras aventuras activistas que los partidos son actualmente la cosa más distante de poder tener voluntad de esto.
Sólo cuando la sociedad civil activa ha podido crear un nicho en la opinión pública sobre un tema, este tema resulta interesante para «la política» que mueven los partidos, y hasta mucho más tarde el cambio no puede llegar a tener lugar y a cristalizar en una legislación más o menos tergiversada mediante los intereses clientelistas de cada partido.
El desprecio de los cargos ungidos: confundiendo lealtad con servilismo.
Siendo que el mundo avanza por los esfuerzos de la sociedad civil activa, el desprecio que partidos e instituciones le tienen es una disonancia cognitiva, una negación de la realidad, altamente destructiva y digna de estudio psiquiátrico.
Además, en países como el nuestro donde las listas electorales las crea el cabeza del partido y quienes las componen no se deben a sus electores sino a este jefe, las cualidades más buscadas son en primer lugar la fidelidad absoluta, la obediencia y no hacer sombra al superior, confundiendo sistemáticamente lealtad con servilismo. Las competencias sólo se tienen en cuenta después de todas estas otras «cualidades». Discrepar se considera inmediatamente como un ataque y una traición, no una aportación.
Por otro lado, los partidos crean sus estructuras todavía basándose en la idea pre-digital de que «hay que ser muchos», de forma que se crean gigantescas estructuras clientelistas –el partido mismo– en las cuales cabe cualquiera dispuesto a aportar las «cualidades» indicadas anteriormente. El resultado es que los partidos son estructuras pesadas basadas en la clientela y el fanatismo. ¿Qué podría ir mal?
Todas estas personas tienen que ser remuneradas figurada y literalmente cuando se gana y muchos pasan a engrosar las filas de cargos que llevan las instituciones y que deciden sobre la vida de todos nosotros. Una vez más, no por sus competencias2 en los temas que tienen que tratar, sino con el único mérito de los servicios prestados al partido. A esto se añaden más redes de apoyo que hay que mantener, cosa que produce una infinita y devastadora cadena de externalización de incompetencias3.
Cuando a Einstein le propusieron de ser jefe de estado, respondió: «En la vida me he ocupado de otro tipo de cosas, no tengo las competencias.» No pedimos tal exceso de integridad, sólo una inmediata purga de incompetentes en cada partido responsable de su nombramiento.
La externalización de la incompetencia.
A causa de estas características, los partidos y, en la mayoría de los casos, sus cargos en el poder y sus redes clientelistas, son la cosa más alejada de la capacidad de resolver los problemas. El nivel de mediocridad y amateurismo asusta: desconocimiento, ingenuidad, carencia de rigor y polarización ideológica que no tiene nada que ver con la solución de las cosas con la práctica. Querer saber se confunde con saber, dice el activista A. Veà. Todo aquello que vemos en nuestro ámbito de competencia, que es el digital, es aterrador y más en este momento de digitalización acelerada por las circunstancias de la pandemia. En este momento, en algún lugar hay un cargo hablando y legislando sobre el ámbito digital sin tener ni idea. Es igual cuando leéis esto.
En plena crisis hemos visto una y otra vez la incapacidad de los altos cargos; una y otra vez como los mismos que critican a la población son incapaces de respetar sus propias reglas, instalados en una idea de privilegio por encima del bien y del mal, una idea medieval que pervive y de la cual esperamos que en el futuro los arqueólogos hablen como de una aberración del pasado.
No pueden soportar que en algunas competencias sea superior la sociedad civil organizada, olvidando que, hasta ayer, ellos también lo eran; hay una hostilidad patológica y gremial, como si en el momento de recibir un cargo se quedara ungido por un conocimiento divino y total, de manera automática; y todo acompañado de un desprecio elitista francamente insufrible, marcado igualmente en los grandes partidos, tanto de derechas como de izquierdas.
La sociedad civil activa demuestra una y otra vez su trabajo y su solvencia en los ámbitos de competencia de cada cual; de los cargos colocados por los partidos casi no se puede decir nunca lo mismo. Aun así, cuando la gente encuentra una solución, porque esta vea la luz de manera sistémica, tiene que «convencer» a estos cargos que se permiten de desaprovechar talento por pura arrogancia de poder y porque, casi siempre, tienen algo a esconder, empezando por la propia incompetencia.
El covid ha demostrado una vez más que, sin aprovechar todo aquello que puede aportar la sociedad civil preparada y activa, toda solución será un desastre.
Así, ajenos a la realidad, incluso durante una pandemia, mientras la gente en primera línea lo da todo y algunos otros, sin los cuales no habría habido ni siquiera suficientes respiraderos4, aportan tanto como saben, los cargos están encerrados en séquitos endogámicos y consideran a la sociedad civil como un estorbo. Muy pocas veces hay otras fórmulas que no sean cooptación o saqueo para aprovechar las fuerzas de aquellos que están dispuestos a aportar trabajo para ayudar.
Saqueo y cooptación: la incompetencia como una forma de corrupción.
¿Qué pasa cuando la gente que hace años que se preocupa por un problema desde la lucha cotidiana o desde el estudio y la ciencia se acerca a los cargos políticos para proponerles políticas que solucionen los problemas a los cuales se enfrentan?
Normalmente, no es fácil de acceder. Cuando se accede, el modus operandi es muy parecido en todas partes –sacado de las mencionadas loables excepciones, un 10%, hemos calculado–, sólo cambia la habilidad de disimular.
En sus miradas puedes ver el desprecio, pero también corre por debajo una mirada lúbrica: es el afán de saqueo. Están entrenados para desposeerte de aquello que pueda interesarles sin entenderlo para nada y cerrarte la puerta en la cara cuanto antes mejor. Los más astutos, si tienes un apoyo amplio que de alguna manera puede transformarse en votos, intentarán tenerte de su lado, para que no molestes ni critiques. Te querrán comprar con actividades inútiles y remuneradas: «Podéis hacernos un informe», «unas jornadas». Pobres. Tenéis que saber que ellos también la mayoría de las veces básicamente hacen sólo informes y jornadas. De todas maneras, sólo en casos muy contados dirán un no rotundo. La técnica es incordiar a la gata; puede durar años.
La verdad sea dicho, muchos grupos de la sociedad civil pican inmediatamente. Son de fácil cooptación y contribuyen por interés o ingenuidad al lavado de cara institucional. Esto es tan habitual que cuando no lo haces puedes leer en la cara del cargo que te lo propone un punto de interrogación gigantesco: «¿Esta mujer no quiere hacer un informe por 10.000 euros? Pero, entonces, ¿qué quiere?» Sólo en casos contados se imaginan que quieres que se haga aquello que propongas, sin más ni más.
Es importante de decir que no nos parece mal que los grupos que saben de un tema cobren para llevarlo a cabo. De hecho, esto tendría que ser la cosa normal.
Pero en la mayoría de casos pasa que les pagan para desviarlos de aquello que quieren hacer o incluso se compran a sus líderes para absorberlos y desactivarlos. La mayoría de partidos sólo aceptan interlocución con personas de la sociedad civil si estos individuos pasan a formar parte de sus filas y les ríen las gracias. Y casi siempre lo consiguen, sea porque la gente es sensible a las adulaciones del poder, sea porque pasa dificultades y es difícil de renunciar a un poco de holganza y mucho menos a privilegios.
Un círculo virtuoso de reconocimiento mutuo.
Pero, francamente, ¿podemos continuar permitiéndonos una estructura de gobernanza basada en amiguismos y privilegios como en los tiempos de los faraones?
Todavía más con la crisis que se nos acerca, el futuro de la democracia, para que no se desarrolle una democracia autoritaria, dictatorial y simplista, depende que forcemos a los partidos a reformarse y que los gobiernos no se permitan ni un solo cargo que no esté a la altura de las circunstancias. Ya no se puede pasar más por alto que las soluciones residen en una sociedad civil activa y que la gobernanza se tiene que basar en un círculo virtuoso de cooperación y reconocimiento mutuo entre esta y las instituciones.
Se elogia como las dirigentes mujeres han reaccionado mejor a la crisis del covid5. Una de las características a destacar de las mujeres es que aprendemos de pequeñas que nada de aquello que hagamos no se tomará seriamente, de forma que no nos da miedo pedir y escuchar opiniones ajenas para después forjar la nuestra y defenderla a pesar de que la criticarán sin escucharla.
Así pues, a los partidos e instituciones que en este momento han demostrado ser parte del problema y no de la solución, les pedimos que no se sientan menos viriles y fuertes para escuchar y que empiecen a cooperar sin pedir nada en cambio, salvo el mérito de crear una mejor democracia y una calidad de vida para todo el mundo.
Protocolo: 8 puntos prescriptivos.
1. Corregir la asimetría.
Cargo: «Uff... estoy agotado y trabajo en condiciones dificilísimas.» Tu interlocutor seguramente está peor que tú, más ocupado y trabajando más, con menos dinero y vacaciones. Hacerte la víctima ante la sociedad civil en lucha teniendo 14 pagas, secretaria y presupuesto para trabajar no es un problema político, sino psiquiátrico, del ámbito del egocentrismo y del escaso contacto con la realidad. Háztelo mirar o dedícate a otra cosa. Todos te lo agradeceremos.
2. Interés mutuo, beneficio general.
«Tenéis que agradecer que os recibimos.» No, la utilidad es mutua. Uno no puede hacer aquello que es útil sin el otro. Recibir a la sociedad civil que tiene soluciones que tú no tienes se tiene que agradecer. Si no lo crees y lo haces sólo para hacerte la foto del demócrata, pierdes la ocasión de aprender algo. Si la pierdes tú, en realidad es la ciudadanía que pierde una cosa que nos beneficia y tú haces dejadez de funciones. No eres un demócrata y tienes delirio de omnipotencia. Háztelo mirar.
3. Escuchar, aprender, reconocer, apreciar.
Es bueno que el cargo se presente explicando qué hace en su lugar (tanto como sea posible, se tiene que intentar distinguir qué hace de verdad y pasar por alto qué dice que hace sin –¿todavía?– haberlo hecho realmente. La presentación quedará reducida en más de un 70% y se ahorrará tiempo). En cambio, no es bueno lo que pasa normalmente: en lugar de escuchar la propuesta de solución de la sociedad civil activa y competente tomando apuntes y haciendo preguntas para entenderla mejor, la única respuesta es la de defenderse diciendo: «Esto ya lo hacemos», una y otra vez. Si te han venido a ver es porque no lo haces y si lo haces, debe de ser insuficiente o mal hecho, porque no se nota. Estar siempre a la defensiva es una excusatio non petita y denota gato encerrado o que no entiendes qué te dicen. Si este punto no resulta claro, háztelo mirar.
4. Reconocimiento.
Si incorporas a tus políticas algo de las que te explican, es importante que haya reconocimiento y que el trabajo continúe en cooperación: continuar trabajando con las personas que ofrecen soluciones es gratificante para ellas e indispensable para el éxito, porque es imposible que puedas gestionar todo el conocimiento de personas que hace tiempos que forjan y experimentan soluciones sin contar con ellas. No te preocupes, no quiere decir que tú no estés a la altura. No puedes saberlo todo. Las personas seguras de sí mismas no tienen miedo de reconocer aquello que no saben. Es la ignorancia que cree saberlo todo.
5. Reconocimiento 2.
El reconocimiento es una cosa esencial, no únicamente para la dignidad humana sino para la trazabilidad de las fuentes y la comprensión de cómo se construye la gobernanza.
La cooptación constante, la extracción de conocimiento de la sociedad civil como saqueo y no como cooperación, produce un imaginario colectivo en el cual todo aquello que se hace lo hace una élite. Cómo hemos visto, es exactamente el contrario.
A este sesgo narrativo, contribuyen ampliamente los medios que son también parte de este mecanismo de exclusión de la sociedad civil como fuente de eventos constructivos, transformándose demasiado a menudo en altavoces del poder en lugar de fiscalizadores del mismo poder y de plotters de las reales fuentes de transformación6.
El reconocimiento tiene que ser mutuo: la sociedad civil organizada aporta soluciones; las administraciones, el conocimiento de la arquitectura de gobernanza. La cooperación entre ambas es el círculo virtuoso de la gobernanza democrática que proponemos.
Cuando hablamos de reconocimiento no queremos decir sólo lo que los cargos tienen que brindar a los grupos civiles activos y no sometidos a lógicas de sus partidos, sino también a funcionarios válidos que merecen que su trabajo sea conocido y reconocido entre otras cosas porque tú, cargo, eres efímero, y ellos permanecen. Así se fortalece la administración de la democracia en el sentido literal del término «administración».
Muchos trabajadores, incluso cargos, organismos enteros, hacen las cosas bien. Mucho es el esfuerzo que acaba bloqueado cuando topa con el nivel político o el eslabón clientelista. Tenemos que empezar a denunciar cada uno de estos casos.
Que no se pierda todo este esfuerzo civil, dentro y fuera de las instituciones.
6. Asesores.
Basta de gabinetes asesores mediatizados como lavados de cara. Sí a equipos de sociedad civil realmente enmendando y validando políticas. Gracias a Civio, sociedad civil, sabemos que el comité de expertos de la «desescalada»... nunca existió7.
7. La cola de paja.
Cuando decimos que lucharemos porque las cosas se hagan como es debido no amenazamos. Hacerse el ofendido no tiene sentido. Sólo anunciamos nuestra función y deber como sociedad civil activa. En teoría, sois cargos no porque se os rinda acatamiento, sino para rendir cuentas.
8. Aquí fuera hay diversidad.
Si el que te viene a ver no es un hombre heterosexual, blanco, de mediana edad con hijos, no hace falta que hables deletreando las palabras. Es probable que te entienda igualmente.
[Continuaremos reuniendo valiosos consejos.]
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.vilaweb.cat/noticies/sha-acabat-la-confianca-cooperacio-o-barbarie/
Notas:
1 Por «sociedad civil organizada» o «sociedad civil activa» entendemos personas individuales o grupos pequeños o grandes que elaboran soluciones efectivas a partir de problemas. El formado queja sin más ni más lo consideramos un comportamiento pasivo no productivo y no entra en estas categorías.
2 Cómo en todo, hay loables y magníficas excepciones. Hay cargos que sí que saben cooperar con la sociedad civil activa. No dudamos que no se sentirán ofendidos por este artículo porque ellos también sufren la arrogancia e incapacidad de sus homólogos.
3 En cuanto a esto, escuchad a Adrián Díaz Marro:
https://www.ivoox.com/063-cronicas-crisis-iii-cuando-audios-mp3_rf_50318531_1.html?autoplay=true
4 Nota del transcriptor: Por respecto a la articulista, transcribimos el texto íntegro del artículo, pero discrepamos de algunas de sus afirmaciones en relación al tema del Covid. Por ejemplo, se atribuye una supuesta bondad a los respiraderos, cuando científicos honestos han denunciado que en muchos casos han sido contraproducentes para la salud de los afectados:
https://www.affaritaliani.it/blog/cose-nostre/covid-19-le-autopsie-non-vanno-fatte-ordine-del-ministero-della-salute-671347.html
5 Nota del transcriptor: Quede claro que no damos por supuesta la buena acción de algunos responsables políticos, incluso de género femenino, que han intentado imponer multas abultadas a militantes honestos en favor de la salud que han aportado informaciones de terceros sobre los beneficios de un tratamiento determinado en casos de autismo. Nos congratulamos que, en este caso, la justicia haya resuelto la causa en favor de estos mismos militantes honestos que han hecho uso de su derecho a la libertad de expresión.
6 Ver nuestro trabajo Fake News y desinformación (gobiernos, partidos políticos, mass media, corporaciones, grandes fortunas: monopolios de la manipulación informativa y recortes de la libertad de expresión):
https://xnet-x.net/informe-fake-news-desinformacion/
7 El comité de expertos que ha diseñado las medidas de confinamiento sí que existe. Se trata de IS Global (Instituto de Salud Global de Barcelona), algunos de cuyos miembros carecen de la necesaria neutralidad y con conflictos de intereses:
https://www.isglobal.org/governance
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