Un día entré en una tienda de Lleida y resultó que sonaba la música de una cantante irlandesa que me gustaba mucho. El buen ambiente que desprendía aquella música era a la vez alegre y sereno.
Me di cuenta de que la tienda disponía de un equipo de música y de un ordenador para gestionar el cobro de los productos y encargar los pedidos. Sugerí que se conectaran los dos aparatos, mediante un cable de sonido bastante largo, y que el aparato de música reprodujera la música del ordenador mediante un programa gratuito de reproducción de sonido, y la utilización de las melodías recuperadas, procedentes de los CD originales. El resultado fue un hilo musical que invitaba a entrar.
La llegada reciente de un empleado de la SGAE supuso el fin de aquella experiencia, pues exigió cobrar un impuesto mensual a cambio de la reproducción pública de aquella música.
Los artistas, debido al pirateo continuo de su obra que supone el acceso libre a Internet, cada vez tienen menos ingresos en función de su labor creativa. Ante el peligro de indigencia económica de estos creadores, la ley española vigente establece la constitución de una sociedad que los agrupa para recaudar un impuesto a toda persona que hace un uso público de aquella creación.
¡Es así como los artistas, algunos de los cuales han sido trovadores en favor del pueblo, cantando las alabanzas de Robin Hood, ahora se han convertido en sicarios del Sheriff de Nothinham!
El Sistema General fue diseñado por el equipo encabezado por Agustí Chalaux y Lluís Maria Xirinacs con el fin de resolver problemas sociales como éste. Aunque se hubo redactado poco antes del advenimiento masivo de Internet, ya previno su aparición, por lo que también previno la situación presente de los artistas y creadores.
El Sistema General prevé la división de los individuos de la sociedad en diferentes estatutos a los que cada uno se puede adherir. Una persona adherida al estatuto de artista tiene derecho a recibir una remuneración periódica procedente de la comunidad, a cambio de ofrecer libremente su creación a la sociedad.
El capitalismo comunitario que mantenga los vocacionales liberales como los docentes y los terapeutas, que ayude a los artesanos y artistas, y que facilite una renta básica a toda persona mayor de edad, necesita que la economía esté basada en un dinero exclusivamente nominativo, lo que permite a los planificadores económicos de saber, con conocimiento de causa, cuando dinero se dispone para hacer este reparto.
Los beneficiarios del capitalismo comunitario aseguran su capacidad de consumo, lo que ayuda a los profesionales mercantiles, que pueden dar salida a sus productos y servicios. Éstos, a su vez, se benefician de los servicios ofrecidos por los primeros. El resultado es que todos salen ganando.
Brauli Tamarit Tamarit.
Lunes, 14 de Noviembre de 2016.