¿Quién sale dañado si un arquitecto hace construir una casa deficiente y esta se derrumba? No es el arquitecto, sino el inquilino. ¿Quién sufre un accidente si un fabricante de coches construye un coche defectuoso? No es el fabricante, sino el conductor y los pasajeros. ¿Quién pierde el juicio si el abogado no ofrece una buena defensa? No es el abogado, sino el cliente. ¿Quién muere si el terapeuta yerra en su diagnóstico o bien en el tratamiento? No es el terapeuta, sino el paciente.
Aún así, ni como inquilinos, ni como conductores, ni como clientes, ni como pacientes podemos saberlo todo a la vez sobre arquitectura, sobre fabricación de coches, sobre derecho y sobre salud. No podemos aspirar a la autogestión en todo y para todo. Podemos tener una mentalidad global, saber lo esencial de cada cosa, lo que permite avanzar en el día a día cotidiano de cada vertiente de la realidad. Pero ante decisiones importantes y situaciones comprometidas, la persona que ejerce de buena especialista es la mejor compañera de viaje para una persona con una buena mentalidad global, que busca el asesoramiento en aquella parte de la realidad que el especialista conoce más a fondo.
En cambio, si una persona no dispone de una mentalidad global, tenderá más fácilmente a depositar su plena confianza en el especialista. Entonces es éste quien se constituye en autoridad sobre la otra y quien arriesga la suerte de la persona que está siendo asesorada en la materia tratada. En el peor de los casos, la persona asesorada podrá ser más fácilmente engañada y manipulada, o en el mejor de los casos no acabará de entender porque ha sido acertada la decisión del buen especialista con quien se ha relacionado o si el acierto ha sido fruto o no de la casualidad.
A menudo, en nuestras sociedades actuales, un error grave del especialista no suele terminar con una exigencia de responsabilidad compensatoria desde éste hacia la persona asesorada, sino que su error suele quedar impune, o la víctima se ve incapaz de iniciar y costear una denuncia fundamentada contra el mal especialista, buscando otros especialistas más responsables bajo forma de péritos y testigos.
El Modelo filosófico global de conocimiento de la realidad de Lluís Maria Xirinacs, «Globàlium», es una herramienta muy útil para afrontar los diferentes retos y decisiones que la vida va presentando al frente de cada uno, pues ayuda a tomar mejores decisiones cotidianas, pero también facilita elegir el especialista con el que se tomarán las decisiones más trascendentes y tomarlas de manera cogestionada.
Conviene saber también que un especialista puede saber mucho de una determinada materia, pero lo hace desde el conocimiento académico establecido por la sociedad y la cultura en la que vive. El conocimiento establecido dentro del sistema de una civilización o cultura puede ser bueno para resolver determinados problemas, y es pésimo para resolver otros. Por ejemplo, la civilización occidental se está volviendo una buena fabricante de artefactos, pero oficialmente considera que determinados problemas no tienen solución.
El hecho de que dentro del sistema de una cultura no se sepa resolver un determinado problema no significa que no exista una solución mejor proveniente de otro sistema, otra civilización o dentro de una solución alternativa al sistema oficial dentro de la misma civilización. Razón de más para que la persona que quiera emplear una mentalidad global sepa buscar soluciones allí donde éstas quedan limitadas en los paradigmas establecidos de su entorno más cercano.
Brauli Tamarit Tamarit.
Jueves, 8 de marzo de 2018.