Dada la altísima relevancia y trascendencia de esta semana para toda la nación, después de décadas, generaciones y siglos de lucha para acercarnos a ese momento, y visto que este momento se ha casi roto, no está de más alguna reflexión si algún matiz nuevo puede aportar a lo ya dicho.
Nadie puede acusar de incoherencia ni de falta de compromiso con el trabajo realizado durante años en la CUP. Nadie puede menospreciar tampoco el esfuerzo de unidad y compromiso de todos los que integran Junts pel Sí. Por encima, o en el fundamento de todo esto, existe la voluntad y anhelo expresado por el pueblo catalán incansablemente durante años, a lo que se deben unos y otros por encima de cualquier otra consideración.
¿Qué ha pasado entonces? ¿Porque se ha roto el puente que llevaba al proceso constituyente catalán sin que ninguna bomba externa la haya derrumbado?
Aunque el foco en este último episodio y oportunidad está principalmente sobre la CUP, también hay que decir y reconocer que las dos partes y tienen responsabilidad, si bien en diferentes grados, ya que en democracia, el volumen de votos es ponderador de la fuerza que a cada uno corresponde en las decisiones.
Haciendo uso del derecho a opinar sobre este capital momento, glosado aquí en 10 puntos algunas reflexiones de lo que ha pasado y de qué ha fallado, desde la prudencia de la visión externa, que hacen concluir que en la cocina de la CUP aún le falta un ingrediente importante:
1. La CUP ha reconocido ser nueva en las artes del juego parlamentario. Las reglas de funcionamiento de este medio no tienen nada que ver con las de las calles, activismo social, etc. Entrar en un nuevo terreno de juego conlleva iniciarse y asumir las reglas de juego o leyes de funcionamiento de ese medio, y jugar cada uno con las cartas que tiene.
En la negociación que ha acabado en desacuerdo, la CUP ha dado la sensación de que ha aplicado con más peso las leyes propias de la organización y de la lógica de movimiento social.
2. El arte dialéctico y la ponderación de fuerzas. Estas reglas de funcionamiento parlamentario -y de cualquier negociación- establecen que los resultados en caso de desacuerdo inevitablemente estarán ponderados a favor de quien tiene más representación. Por lo menos, en los obstáculos que se conviertan en principales.
3. Unos llaman coherencia, otros lo llaman traición. En todo caso, el exceso de egos o de coherencia ideológica puede comportar, paradójicamente, un resultado involuntario similar al que buscan los españolistas que quieren subyugada y disuelta la nación catalana, por el hecho de comprometer el logro de la independencia hecha con un proceso constituyente altamente popular, única garantía de que la República se convierta en una herramienta eficaz de transformación hacia la justicia social y la sostenibilidad medioambiental.
De ahí que muchas críticas sean duras de recibir por la propia CUP y por los que valoramos su papel y trayectoria. Es difícil cuestionar que la CUP tenga razón con sus argumentos, o que sea muy coherente. Quizás la clave sea comprender que la coherencia no es el factor determinante ahora, sino la fuerza de los votos y el arte negociador.
4. La discusión sobre la figura de Mas, atendiendo a la lógica expresada por la CUP, puede ser compartida por un sector de gente, incluso aceptada por una mayoría (sin ser un factor que les preocupe). También es cierto que, como plantean algunas voces, vista la situación creada sería un acto patriótico de alta madurez y responsabilidad una cierta cesión por parte de Artur Mas, un acto que la historia le reconocería con el más alto honor.
Pero si no quiere hacerlo, atendiendo a la lógica negociadora estrictamente democrática, él y JxS tienen pleno derecho, independientemente de las simpatías o antipatías que levante, y los méritos que ha demostrado en este pesado proceso de liberación nacional, incuestionables por una mayoría, cuestionados por algunos otros. Pero para vetarlo habría que disponer al menos de una fuerza democrática equivalente o próxima por parte de los que comparten objetivo.
Si el punto considerado clave por ambas partes ha resultado ser el candidato, una proporción de 62 a 10 determina por pura lógica democrática que es la de 62 la que lo determina, y más cuando es la piedra angular de un equilibrio frágil de partidos y independientes en la lista de Junts pel Si, con todo lo que representan, y cuando la CUP ha quedado muy empatada internamente al respecto.
¿No es más sabio y astuto centrarse en jugar las cartas para garantizar que los pasos futuros sean como quieren que sean? Y aquí la CUP podría jugar con mucha finura y astucia las cartas que la situación actual le ha dado, en lugar de desgarrarse, incomprensiblemente para la mayoría del país.
Más allá de la coherencia, cuando algo cuesta entender a una cantidad grande de gente por mucho que se explique, es que algo falla. A la gente quizá no le vendría de aquí, pero entiende y acepta que JxS mantenga su candidato por el simple hecho de que han ganado por mucho. Pero no entiende la fijación por parte de la CUP con un nombre por encima de todo, no entiende que si JxS hubiera sacado un escaño más, la CUP habría permitido la investidura con la abstención. No entiende qué diferencia esencial hay en abstenerse 10 para permitirlo, o votar 2 sí y 8 abstenciones para permitirlo. Y tienen razón. Cuesta entender, cuando el precio es tan alto.
Mucha gente anhelamos una negociación elegante, limpia, sin entrar en nombres y apretando bien en los contenidos. Si el proceso es potente y muy participado, como debería ser, los nombres de los gestores políticos pierden relevancia y se minimiza el riesgo de cualquier manipulación, traición o dilución.
¿Por qué la CUP no incide, en la medida que los votos le permiten, en los puntos que el juego parlamentario sí le permite, y que seguramente nadie como ella puede aportar, y que tan importantes son para el proceso constituyente catalán? Es decir, la garantía de un proceso constituyente altamente participativo, sin precedentes en ninguna parte. El inicio de una auténtica revolución catalana innovadora, moderna, evolucionada y de vocación universal.
5. La foto sociopolítica de ahora es la que es. Seguro que a mucha gente le gustaría que la foto de votos fuera diferente, los unos que fuera más decantada hacia la izquierda, otras a la inversa. Otros más españolista. Hay quien ha hablado, como Teresa Forcades, que le gustaría que no fuera el centro-derecha quien lidere el proceso. Pero confundir lo que cada uno quisiera con lo que es a día de hoy, de nuevo puede hacernos caer en la imposición del propio deseo o ideología por encima de la democracia. El principio de holicidad nos recuerda que en cada parte hay reflejado el todo entero: en la propia posición particular se integra la posición global de la sociedad, nación y mundo. Y cada uno se la hace suya. Muy legítimo es trabajar para que se convierta como quisiéramos que fuera, pero partiendo y aceptando la foto de cada momento -siempre y cuando esta realidad no vulnere derechos fundamentales, en cualquier caso sería éticamente necesario desobedecer. Pero no es el caso estricto de ahora.
6. Los votantes de la CUP. Mucha gente ha votado CUP por un lado, por convicción ideológica. Por otro, mirando la aritmética de los votos es bastante evidente que mucha otra gente lo ha hecho porque la CUP les dio confianza de garantía en algunos términos de los contenidos del proceso, a fin de que no se pervierta o aguado. ¿En qué momento se ha tenido en cuenta este factor? Esta carencia hará comprender que mucha gente se sienta traicionada.
7. Las decisiones relativas a la negociación parlamentaria y al proceso constituyente son objeto central de las últimas elecciones parlamentarias, por tanto, ningún partido no las puede tomar sólo en clave interna, sino que también deben considerar el sentido de buena parte del voto recibido y global. Este voto no se puede medir métricamente, pero sí que es fácil hacer ponderaciones fuerza aproximadas.
8. La cocina incompleta de la CUP. La decisión que tomó la CUP en la asamblea de Manresa y el Secretariado del último domingo, hay que considerarla en clave interna, y por tanto, parcial desde el punto de vista democrático y del Grupo Parlamentario. Le falta un ingrediente primordial, el principal: el voto. El Grupo Parlamentario de la CUP no se debe sólo a los militantes: se debe, por delante de los militantes, a los votantes, que son muchos más.
Los diputados electos, además de tener en consideración el posicionamiento interno, tienen el deber democrático inalienable e ineludible de fusionarlo con el otro factor que representan, más importante incluso que el factor interno, que es el del sentido del voto recibo. Todos los diputados tienen plena soberanía, libertad y el deber de considerarlo así y decidir integrando todos estos factores, por encima incluso de su partido.
En este caso, esta ponderación de los votos es claramente suficiente para hacer decantar la balanza empatada de la decisión interna de la CUP hacia una salida plenamente ética y democrática de este callejón sin salida: aceptar que buena parte de su voto probablemente aceptaría el candidato de JxS (o por lo menos, simplemente reconocer y aceptar el enorme grosor de votos de JxS como factor decantador de la balanza de este casi empate interno), y en consecuencia invertir el candidato de Junts oel Sí, empujar fuerte en el proceso constituyente y, dentro de 10 meses, según el grado de cumplimiento de todo lo esencial, tumbar o aprobar la moción de confianza.
¿Qué más queremos, por el bien de la CUP, de JxS y del país, que esta integración tan diversa, poliédrica y enriquecedora? ¿O es que nos hemos vuelto locos? ¿O es que tenemos miedo de jugar nuestras cartas, en la proporción que a cada uno le corresponde?
9. ¿Cuál es el escenario alternativo que pueden ofrecer las nuevas elecciones? Si alguien tiene una respuesta clara y que sea mejor que el actual, que lo diga y que salga adelante. Si no, que se coma todo el mundo el orgullo para sentarse, acordar según el peso de cada uno y luego a currar todos juntos, que el pueblo estamos dispuestos.
El país no perdonará a nadie lo contrario, porque entonces sí podrá ser considerado traición o incapacidad de unos u otros, no importa.
10. La aportación de la CUP es imprescindible para garantizar el mayor énfasis de participación popular en el proceso constituyente. Por lo tanto, ni se puede permitir ni nos podemos permitir que no esté. Hágase como desee, pero de aquí al domingo no tiene otra opción que resolverlo, sea unos haciendo un acto de responsabilidad a pesar de tener una enorme fuerza de votos, o aflojando en lo que el resultado democrático le diga los otros que tienen que aflojar, y empujando fuerte juntos en los contenidos que cada uno considere primordiales.
El resto de partidos, de momento semiautodeterminatdo o heterodeterminados en clave española, ya se añadirán si quieren cuando vean que el proceso le vale y anima. La puerta está abierta. Nosotros no podemos esperar más. Hace tres siglos que va haciendo la suya. Ahora nos toca a nosotros, con el derecho añadido de ser nación nacida y consolidada históricamente aquí. Algún día tal vez cercano, al igual que hace un siglo, los partidos y parlamentos del mundo se dieron cuenta que no podían defender ya más la esclavitud de personas, veremos como ningún partido ni Parlamento le estará permitida la negación del derecho de libertad de ninguna nación de la Tierra, como hacen todavía hoy impunemente. Mientras tanto, nos toca a nosotros abrir este camino.
Lluís Planas Herrero.
Cardedeu (Barcelona).
Presidente del Paso. El Camino de los Países Catalanes.
http://www.elcami.cat
La Marxa Som:
http://www.lamarxasom.cat
(A título personal).