Os informamos de tres documentos que ilustran el problema ecológico más importante en el Principado de Cataluña del Sur durante décadas. Se trata de la contaminación del río Llobregat fruto de las actividades de la minería de potasa de Sallent y Súria, en la comarca del Bages, los desechos de la cual son tratados indebidamente, de forma que van a parar a las aguas del río y de los acuíferos del subsuelo de su cuenca, afectando negativamente cultivos y animales, así como los procesos industriales, y la salud de los seres humanos de la conurbación de Barcelona, obligados en muchos casos a beber y cocinar con agua envasada.
A pesar de las infracciones de las leyes medioambientales y de los perjuicios causados, los responsables de estas explotaciones han logrado frenar los intentos de detener su actividad, o bien de adecuarla a las exigencias de rigor medioambiental que sí practican los mismos responsables en otras explotaciones similares de Canadá y del Reino Unido.
Consideramos relevante publicar estos documentos dentro del sitio web del Centro de Estudios Joan Bardina, incluyendo el testimonio de uno de los principales expertos en esta lucha por unas aguas de consumo y de riego saludables, nuestro amigo Roger Lloret, miembro del colectivo MontSalat, pues es una muestra de cómo los abusos de poder, con el auxilio de la corrupción del antisistema del dinero anónimo, han ido afectando negativamente durante mucho tiempo la salud y la ecología de buena parte de un país.
No podemos confiar sólo en la buena voluntad de políticos y jueces para hacer aplicar una solución radical a este problema y otros problemas como éste. Hace falta la asunción de un verdadero estado de derecho, con la instauración de una moneda nominativa que frene la corrupción y de una justicia verdaderamente independiente de los ejecutivos y legislativos de cada estado, con suficientes recursos para vencer la tentación del soborno. Medidas que son un primer ejemplo que luego se extenderá al resto de la Humanidad.
Equipo del Centro de Estudios Joan Bardina.
Domingo, 21 de junio de 2015.
La Vanguardia. Lunes, 11 de noviembre del 2013. Tendencias. Página 27.
Un químico, ex policía fluvial, controla desde 1962 la salinización de los caudales que consume Barcelona.
«Sigo vigilando el agua del Llobregat».
Antonio Cerrillo. Barcelona.
Roger Lloret, químico, agrónomo y meteorólogo aficionado, està a punto de cumplir los 75 años. Y desde hace 51 analiza las aguas del Llobregat. Él es uno de sus guardianes. Ha sido el policia fluvial encargado de vigilar los vertidos industriales y urbanos en un río cuya preservación es clave para el área de Barcelona. Tareas como la suya son imprescindibles para conocer el estado original de los caudales que van a ser potabilizados y consumidos. Sin profesionales como él sería imposible que se cumpliera ese milagro cotidiano que hace que ese caudal oscuro y de mala calidad que circula por el río Llobregat se transforme milagrosamente en un producto que reúne las condiciones indispensables para ser consumido en la conurbación barcelonesa.
Empezó a llevar a cabo ese trabajo en 1962. Aguas de Barcelona creó entonces un equipo de profesionales encargado de analizar las aguas del Llobregat en un momento en el que la potabilizadora de Sant Joan Despí (construida en 1953) iba a ser ampliada. Recuerda que el río entonces era una verdadera «cloaca» por la falta de depuración. Su trabajo ha sido inspeccionar el estado del río. Pero además sigue de cerca la situación de la reserva subterránea de Cornellà, clave para garantizar el suministro cuando el Llobregat entra en periodo de estiaje.
Una vez al mes sigue tomando muestras. Sigue siendo el mismo policía fluvial de siempre, aunque ahora voluntario, pues colabora con el Projecte Rius de la Fundació Hábitats, una red de entidades de Catalunya volcadas en la vigilancia y recuperación de los ecosistemas fluviales.
Desde su jubilación, Roger Lloret ha podido desarrollar las múltiples aficiones. Además de químico y agrónomo, ha hecho estudios de farmacia, medicina, biología... «Soy un gran curioso; no me interesan los títulos, sino los conocimientos», dice en la terraza de su casa en Cornellà, en donde me muestra su estación meteorológica. «Parece que hemos entrado en un nuevo periodo de sequía», apunta antes de invitarnos a visitar un pequeño meandro dentro de la canalización del Llobregat, entre Cornellà y Sant Boi. «Apenas ha llovido en octubre», observa.
Toda su vida ha girado alrededor del agua, un interés despertado mientras estudiaba en la Escuela Agraria de la Diputación de Barcelona y observaba admirado la estación meteorológica allí ubicada. Es uno de los observadores meteorológicos que participó en un equipo cazatornados entre Castelldefels y el Garraf (es miembro de la Associació Catalana de Meteorologia). Ha siso asesor y perito en múltiples indagaciones de la Fiscalía de Medio Ambiente. Y desde el Centre d'Estudis del Baix Llobregat, está volcado en «dar a conocer el rico patrimonio vinculado a la red fluvial de Baix Llobregat, sus canales, industrias, su flora y fauna, sus bosques de ribera, sus especies...», explica.
En su vida actual hay tiempo para todo. Por eso no sintió frustración cuando se jubiló y dejó su empresa después de tantos años, pese a que los lazos eran muy fuertes. «Ese tipo de frustración aparece cuando la persona ha convertido su trabajo en el centro de atención y ha ido renunciando progresivamente a otras dedicaciones que le colmaban de satisfacción», dice. «Pero si la dedicación profesional no supone más renuncias que las inevitables y sí se ha mantenido la social afectiva, amigos, aficiones y una familia, que una empresa no tenga capacidad de respuesta afectiva puede ser superado», agrega.
Pero, su vida es un eterno retorno al Llobregat, dice cogiendo agua a brazadas en el meandro de Cornellà, un espacio fluvial modestamente naturalizado con piedra de escollera en las orillas del río, transitadas por amas de casa y jubilados en chándal. «El río Llobregat ha mejorado, pero no olvidemos que ha sido en gran medida gracias a las ayudas de los fondos de cohesión europeos».
Pero el gran problema sigue siendo la salinidad de sus aguas, originada fundamentalmente por la minería de potasa del Bages que vierte sus excedentes de residuos salinos en enormes montañas sin un tratamiento previo ni impermeabilización de los suelos, explica. «El área de Barcelona no tiene conciencia del gran peligro potencial que eso representa para el Llobregat», dice. Los datos históricos (años 1920/1930) señalan que el Llobregat llevaba entre 70 y 80 miligramos de cloruros por litro, fruto de la salinización natural, generada sobre todo con la montaña natural de sal de Cardona. Sin embargo, con el vertido de los residuos salinos de la minería del Bages se han alcanzado en la segunda mitad del pasado siglo más de 1.000 mg por litro (cuando el máximo recomendado para aguas de consumo humano es de 250 mg/l). El problema se atajó en parte con el colector de salmueras (inversión de dinero público) que capta los vertidos salinos y los transporta en una tubería paralela al Llobregat hasta el mar. Pero no lo resuelve todo, y aún fuentes, arroyos y pozos del Bages están contaminados por la sal y son un potencial agente contaminante para la cuenca, dice como miembro de MontSalat, entidad que nació para reclamar un plan de restauración de la escombrera de El Cogulló (Sallent). Por eso (entre otras razones, «hay que controlar el agua antes de que sea captada para su potabilización en Abrera y en Sant Joan Despí». Y hay que seguir pagándolo en la factura. «Se han tenido que poner filtros de potabilización muy potentes porque simples tratamientos de desinfección no son suficientes. Eso no saca la sal».
En el meandro, Roger Lloret toma la temperatura del agua, mide el caudal circulante, calibra la conductividad (cloruros). Es su rutina, tras las fuertes inversiones en depuración emprendidas desde 1992 para instalar potentes filtros en las plantas de Abrera y Sant Joan Despí para extraer contaminantes y la salinidad añadida del Llobregat. «Lo lógico sería que las grandes inversiones para la descontaminación se hcieran aguas arriba para que la potabilización fuera más barata abajo. Pero aquí lo hacemos al revés. Hemos dejado que el Llobregat se contaminara y luego hemos tenido que asumir grandes inversiones públicas para hacer agua potable». Otros lo han llamado «privatizar beneficios, y socializar las pérdidas y daños ambientales». «El plan de saneamiento del Llobregat ha mejorado notablemente el estado del río; pero estamos lejos de su completa recuperación, sobre todo en el tramo bajo hasta el mar», indica.
Las aguas residuales y la salinidad son una amenaza permanente, añade. En algunos casos, los deficientes tratamientos y la crisis actual están retrasando el cumplimiento de las recomendaciones europeas. Por eso, habrá que seguir vigilando el río. A este paso, otros 51 años más.
Roger Lloret fotografiado el jueves en el meandro de la canalización del Llobregat, entre Cornellà y Sant Boi. Foto: Jordi Play.
Cuando la edad es un plus. Roger Lloret, 74 años. Químico y meteorólogo aficionado. Exempleado de Aguas de Barcelona, miembro del grupo conservacionista MontSalat.
El Periódico de Catalunya. Viernes, 2 de noviembre del 2012. Página 28.
Consecuencias de una actividad industrial.
Iberpotash palía más el impacto ambiental en otros países que en Súria.
La compañía fía la solución de las sobras de producir potasa a la venta futura de sal.
ICL destina medidas para reducir residuos en minas de Canadá y del Reino Unido.
Agustí Sala./Olga Grau.
Barcelona.
Vista aérea de la actividad extractiva de la mina de Súria. Foto: Xavier Jubierre.
iCL, la multinacional israelí propietaria de Iberpotash, realiza soluciones mediambientales en otros países que no aplica en las minas de potasa de Súria y Sallent (Bages). Así lo afirma un informe del Estudio Ramon Folch, encargado por industrias salineras europeas.
También se desprende de una sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, que anuló la autorización ambiental de la mina de Sallent y que ve muy baja la fianza de 0,58 millones de Iberpotash para paliar y cubrir los daños mediambientales de una escombrera (montaña de sal) de más de 100 metros, como dice la normativa comunitaria.
Cleveland Potash, de ICL, explota una mina de potasa en un parque natural en Inglaterra, disuelve los residuos salinos y los vierte en el mar. Su accionista Potash Corp devuelve a la mina de New Brunswick, en Canadá, los residuos tras extraer la potasa. Las distintas técnicas paliativas para los residuos suponen un coste del 0,5% y el 3% del precio de venta, según el estudio.
El informe de Folch revela que las mayores actuaciones para mitigar los efectos de las minas las ha hecho la Administración, «que parece haber actuado subsidiariamente ante la falta de diligencia del contaminador». En los últimos 30 años, la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) ha destinado al menos 200 millones a paliar la salinización del Llobregat, abastecedor de la región metropolitana de Barcelona, como informó El Periódico ayer.
Fuentes de Iberpotash aseguran que han cumplido «escrupulosamente» la ley. Atribuyen el informe de Folch a la competencia, que se ve «amenazada por la calidad y cantidad de sal» que producirá Iberpotash con su plan de inversiones Phoenix en Súria. La sal es el residuo de la producción de potasa, pero vale la décima parte y se suele acumular en vez de vender. La impermeabilización de la escombrera de Vilafruns, la menor del Bages, costó a la ACA 7,5 millones. Iberpotash dice que también participó.
Solución social y ambiental.
«Es la primera vez que se da una solución social, económica y para eliminar montañas de sal» del Bages, ya que esta se venderá, agrega la empresa. En ningún otro caso la venta de la sal es la única solución ambiental, destaca el estudio. Pero en Iberpotash insisten: «Ya tenemos compradores en el mercado europeo. Si la vertiéramos al mar, la competencia no habría encargado el estudio».
El problema es que, a pesar del cierre de Sallent, se seguirá extrayendo potasa en Súria y por cada tonelada de esta salen tres de sal. Según el informe, ni en el más conservador de los escenarios se reducirán las escombreras. De hecho, calculan que crecerán entre 1,2 y 1,9 millones de toneladas anuales.
Enlace de la noticia original en castellano:
http://www.elperiodico.com/es/noticias/economia/iberpotash-palia-mas-impacto-ambiental-otros-paises-que-suria-2240455
La Directa. Número 148. Miércoles, 22 de julio del 2009. La indirecta. La entrevista.
Roger Lloret. Químico y miembro de MontSalat.
«El problema de contaminación más importante de Cataluña, de antes, de ahora y del futuro».
Roger Lloret. Foto: Antonia Chan.
Roger Lloret ha participado en la elaboración del documental -grabado el verano pasado- titulado «La Sal de la Mort» («La Sal de la Muerte»), que trata de los derrames de residuos salinos en los ríos Llobregat y Cardener originados por Iberpotash, empresa explotadora de las minas de potasa del Bages. Lloret forma parte de MontSalat, una plataforma que denuncia el vertido diario de sal a los inmensos escombros salinos -desde donde se esparce Llobregat abajo y que registra unas concentraciones que superan varias veces las que encontramos en el agua de mar- y los devastadores derrames del colector de salmueras. El grupo da a conocer el documental mediante proyecciones públicas.
Eva Bahía.
-¿Cuáles son los efectos de la sal en el agua potable?-
-La sal vertida a los ríos afecta a los ecosistemas y el sistema renal y la presión sanguínea de quien la bebe. Cuando se desinfecta con cloro, los cloruros y la materia orgánica generan trihalometanos en el agua potable, unos elementos que son cancerígenos, mutagenéticos y teratogénicos. Desde enero, la directiva de aguas de la Unión Europea limita los cloruros que se pueden usar en el agua potable a un máximo. Gracias a la lluvia y al hecho de que haya dilución en los ríos, estamos al límite de cloruros permitidos, pero los trihalometanos están rozando o por encima de este límite y... ¡Cuidado, que la próxima sequía ya está en marcha! Con el caudal del río normalizado, como antes de las lluvias del mes de mayo, difícilmente se cumplirá la directiva sin gastar recursos en nuevas tecnologías de tratamiento. Cuando los objetivos de calidad del agua potable no se alcanzan, ésta se transforma en «sanitariamente permisible», situación que padecemos desde hace décadas. Pero como esto no te mata enseguida...-
-¿Qué se ha hecho o se está haciendo para evitar esta situación?-
-Lo más barato sería arreglar el río en origen pero, por ahora, sólo se mejora el agua potable a suministrar y esto -que es mucho más caro- ha hecho construir nuevos tratamientos a las potabilizadoras del Llobregat, tanto en Abrera como en Sant Joan Despí. El resto de empresas suministradoras y otros usuarios también tendrán que invertir y lo acabaremos pagando los usuarios, ya que la directiva europea no se cumplirá porque el río continuará llevando la salinidad. El colector de salmueras, construido para minimizar la contaminación de las aguas superficiales y los acuíferos, ha quedado obsoleto porque Iberpotash multiplica la extracción al máximo y, con ella, también los vertidos de residuos sólidos. Desde el año 89, estas aguas industriales pasan por un colector que ha resultado ser insuficiente. Se ha ampliado desde Abrera hasta el mar, pero de las minas del Bages -zona donde se producen los vertidos- hasta Abrera, aún tenemos el colector inicial. Todo él, hasta el mar, se ha roto más de 350 veces. El envejecimiento del colector y la sobreexplotación generan derrames y contaminaciones puntuales muy agresivas. Cuatro o cinco poblaciones han perdido sus fuentes de abastecimiento históricas y han construido nuevas plantas de tratamiento. Cuando el nuevo colector funcione al máximo de su capacidad, cada año evacuará al mar casi todo un embalse de Sant Ponç, unos recursos hídricos de valor incalculable y mucho más económicos de tratar que una desaladora de agua de Mar.-
-¿Quién paga todo esto?-
-La Minería no cumple sus obligaciones medioambientales, ya que la escombrera salina se considera un subproducto y, por tanto, no se le aplica la Normativa de Residuos Industriales. Los daños se externalizan y deben ser remediados con dinero público. De los 277 millones de euros previstos por la Agencia Catalana del Agua para minimizar el impacto de la salinidad, Iberpotash sólo está dispuesta a pagar unos tres o cuatro, que servirían para recoger surgencias de aguas dulces salinizadas y llevarlas al colector. El resto de obras se pagan con fondos europeos y otros fondos públicos. O sea, que el axioma de quien contamina paga se convierte, en este caso, en el que contamina cobra.-
-¿Se puede denunciar este incumplimiento de las obligaciones ambientales?-
-Ya hace años que la fiscalía de medio ambiente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña abrió diligencias contra la empresa minera. La policía judicial aclaró que el aumento de la salinidad es fruto de la mina de potasa y, con toda seguridad, si hubiera una sentencia sería condenatoria. Se ha presionado políticamente para que el sumario no evolucione y hace años que está retenido en un juzgado de Manresa. Para MontSalat, nos encontramos ante el problema de contaminación más importante de Cataluña -de antes, de ahora y del futuro-, ya que afecta el territorio y más de cuatro millones de personas que beben y utilizan las aguas del Llobregat. Hemos iniciado otro proceso judicial de reclamación de los afectados, abierto tanto a particulares como a los ayuntamientos y las industrias, pero la empresa minera y algunos políticos intentan dividir a los actores, mientras algún ayuntamiento mira hacia otro lado.-
-¿Hay alguna solución sencilla?-
-Se han hecho propuestas, como disolver los escombros y verterlos al mar a través del colector, o se ha calculado cuánto costaría devolver la sal a la mina, pero la mina no quiere. Además de las anomalías ambientales, los incumplimientos y los diferentes delitos, el Departamento de Medio Ambiente ha concedido la licencia ambiental a la empresa minera Iberpotash. La sociedad civil debería moverse y, cuando haya una presión suficientemente importante sobre los políticos, posiblemente estos moverán ficha. Quizá esperarán que la potasa desaparezca... porque eso de la minería, en cualquier parte que la haya, en general, son 100 o 200 años de gloria y 1.000 o 1.500 años de miseria.-
-¿Y todo esto se explica en el documental «La Sal de la Muerte»?-
-La Productora de Cardona E2S Producciones tuvo la idea de hacer un documental de denuncia y, junto con MontSalat, elaboró el guión. El programa Gran Angular de TVE estaba interesado pero, cuando lo visionó, ya no le convino, supuestamente por las presiones políticas. Después se ofreció el programa a TVC y se obtuvo la misma respuesta. La productora cedió gratuitamente el documental en MontSalat y, de ahí, se está creando esta diáspora, tanto en el Bages como el Baix Llobregat y el Barcelonès, que quizá es el ámbito que sufre más el problema y que, a la vez, se desconoce más o lo tiene asumido como una fatalidad. Hay una explicación de porqué la Región Metropolitana de Barcelona tiene el récord de consumo de agua envasada, pero los medios de comunicación no explican las causas o no lo pueden difundir, aunque sería deseable.-
Podéis ver y/o descargar el documental «La sal de la mort» («La sal de la muerte»), desde este enlace.
MontSalat:
http://www.lasequia.org/montsalat
Enlaces relacionados:
Documental «La sal de la mort» («La sal de la muerte») en catalán.
Ayhan Doyuk. Demostraciones en Castellterçol, 2005.
Ayuntamiento de Castellterçol. Nota de prensa.
Un rayo de esperanza en la lucha contra el fuego y en la defensa de nuestro patrimonio forestal...