El Punt Avui+. Domingo, 20 de noviembre de 2016. Opinión. Tribuna.
|
Efecto representación.
Jordi Griera i Roig. Presidente de la Fundación INEVAL.
Tal fecha como hoy recordamos que, de estar gobernados por el autodenominado representante por la Gracia de Dios, pasamos a serlo por los representantes del pueblo. ¿Representantes? ¿Qué significa ser representante?
Entre todas las instituciones de la humanidad yo creo que la única que no encontraríamos en la naturaleza es la de ser representante de otro. Los animales se pelean, celebran nupcias, tienen cementerios, hacen banquetes y grandes fiestas, todo como nosotros, pero se representan a sí mismos en toda circunstancia. Podríamos decir que representar a otro es el invento social más característico de nuestra especie.
Sucede que la situación de no vivir la vida por uno mismo, sino en nombre de otro, causa unos trastornos tan profundos de la personalidad que me he permitido darles un nombre nuevo: «efecto representación».
Una buena persona, con una carrera humanística como la de abogado, puede llegar a hacer mucho daño al adversario de su cliente, sin la piedad que quizás tendría para con su enemigo personal. Si no va a fondo tiene la sensación de que está haciendo un mal servicio al que representa, con el resultado que será más agresivo de lo que sería él y también más de lo que lo sería su cliente: el plus de agresividad se debe al efecto representación.
De manera similar, un político, cuando está imbuido de la idea que actúa en representación del partido, puede ser víctima del mismo efecto y marcar líneas rojas imposibles, volverse mucho más intolerante e incluso maleducado, ¡él que es tan refinado! Un pacifista, metido a gobernante, puede decidir iniciar una guerra cuando representa el país. Todos piensan «yo no lo haría nunca, pero tengo la obligación de hacerlo porque represento x».
En el mundo económico todavía causa más estragos. Algunas personas bien normales se comportan como monstruos cuando ven en su despacho las letras CEO, gerente, director, etc. Adquieren una extraña doble personalidad que les permite despedir miles de personas, vender productos tóxicos o dejar a alguien sin casa, todo en nombre de otros que quizás ni conocen y que a saber si lo harían todo esto, si lo supieran.
Quizás ya es hora de que los representantes sigan más los dictados de su corazón que los de la cabeza secuestrados por el efecto representación. Hora de hacer más directa la acción política, aprovechando a fondo las herramientas que ya nos proporciona Internet para facilitar que la ciudadanía dé su opinión, educando al pueblo en la participación real. Uno evaluaría también la supresión de las sociedades anónimas, para que los empresarios actuaran siempre en nombre propio. Conseguiríamos de paso que los capitalistas no pudieran invertir en el negocio de los demás, liquidando la financiarización de la economía.
Enlace del artículo original en catalán:
http://www.elpuntavui.cat/opinio/article/8-articles/1023017-efecte-representacio.html