Os informamos de la publicación, dentro del rotativo El Punt Avui, del artículo «La otra cara de la moneda» sobre las monedas sociales, donde se entrevista a Jordi Griera, presidente de la fundación Ineval y miembro honor del Centro de Estudios Joan Bardina.
Dentro de este artículo podemos enterarnos de estas iniciativas de moneda social local surgidas de los pueblos mismos, encaminadas a resolver la carencia de dinero de origen oficial que sufren trabajadores, empresarios, cooperativistas, autónomos, pensionistas, parados, consumidores, etc. a pesar de haber suficientes productos disponibles para nutrir todas las necesidades básicas de la población.
Especial relevancia merecen las monedas sociales nominativas que, a diferencia de las monedas anónimas, constituyen en sí mismas una alternativa mucho más efectiva para favorecer la transparencia y disminuir la corrupción, al tiempo que permiten un conocimiento mucho más exhaustivo y preciso de la economía, ofreciendo los datos estadísticos de cada red a disposición de todos sus respectivos miembros, en igualdad de condiciones.
Muchas gracias por compartir esta información.
Traducción al idioma castellano del artículo original en catalán:
El Punt Avui. 10/02/2013 02:00 - Vilanova y la Geltrú - Laura Sayavera.
Sociedad.
La otra cara de la moneda.
La crisis impulsa las alternativas que defienden una economía más humana, como las monedas sociales.
La cooperación en el ámbito económico es un valor emergente. Lo es siempre que el capitalismo enseña su cara más oscura y la actual crisis, con unos ciudadanos cada vez más ahogados por la escasez de dinero y el paro, lo demuestra especialmente. En momentos como éste, las ganas de cambiar los esquemas establecidos y la solidaridad se hacen más evidentes y obtienen relevancia las alternativas que defienden una economía más humana. Es el caso de las monedas sociales, que han ganado impulso en los últimos años en toda Europa. Complementarias a las oficiales, son una herramienta para potenciar el intercambio de bienes y servicios a nivel local y su objetivo es favorecer el mercado de proximidad. Son, sin embargo, muy diferentes del dinero que conocemos, ya que su valor lo determinan los usuarios, no tienen interés y tampoco son escasas. En Cataluña hay varias monedas sociales, como la Turuta (en Vilanova y la Geltrú) y el RES (por ahora, en Girona y Figueres), pero también están las ecoxarxes, un modelo de economía en la que las redes de intercambio con moneda social se combinan con una cooperativa de consumo.
Jordi Griera, presidente de la fundación INEVAL y experto en moneda social y valores humanos, explica que «las monedas sociales surgen por la manera de hacer del sistema, que siempre crea escasez». «La crisis es el límite de la falta de dinero, el momento en que los bancos se lo quedan todo para tapar sus agujeros, el primer beneficio de la moneda social es que genera una pequeña parte del dinero que no está en el mercado, el más imprescindible, lo que nos permite ir a la plaza a comprar», apunta. Según Griera, ingeniero industrial, el dinero es escaso porque eso interesa «a los poderosos -que son los que tienen mucho-», ya que de esta manera «la gente depende mucho más de ellos y tienen más control sobre la sociedad» . «La moneda social se crea en cada nueva transacción y, por tanto, no falta nunca», destaca el experto. A diferencia del sistema capitalista, pues, lo que la genera son los propios usuarios.
Griera asegura que «crear dinero no cuesta nada» y que el Estado debería hacerlo «sin ningún problema». Según el experto, «un Estado debe de hacer que cuadre toda la economía, no sólo sus cuentas, y eso quiere decir que todas las transacciones se puedan realizar». «¿Qué quiere decir que las cuentas del Estado cuadren y que luego la gente no tenga suficiente dinero para ir a comprar al mercado?», Se pregunta. Griera afirma que «el Estado tiene la obligación de prestar los servicios que el pueblo le pide y, para ello, puede crear la cantidad de dinero necesaria». «La única condición es que debe asegurarse que en el mercado nunca haya ni demasiado dinero ni muy poco», explica. Según el experto, cuando el Estado ve que hay demasiado dinero en circulación es cuando debe aplicar los impuestos para rebajar la cantidad. «Los impuestos sirven para eso, y no para cuadrar las cuentas del Estado», concluye.
Griera afirma también que «el dinero no es nada» y que «debe volver a no ser nada, sólo una herramienta para el intercambio». «Su valor es únicamente el que le queramos dar», añade. El experto recuerda que la moneda social no tiene interés y que, por tanto, no sirve para nada acumularse: «El interés es demoníaco, es como si yo te dejara un coche y, al devolverlo, te dijera que, además, me has de dar una moto». «Esto no tiene ni pies ni cabeza», concluye, y recuerda que ni los musulmanes ni los comunistas aceptan el interés, como tampoco la Iglesia hasta la edad moderna. Por otro lado, cuando las monedas sociales son nominativas y no físicas, los movimientos económicos quedan registrados en una base de datos consultable por todos los usuarios y, por tanto, se sabe quién tiene el dinero y cuánto tiene. «Con una moneda anónima [como es el euro] no sabes la cantidad de dinero que la gente tiene guardada bajo la baldosa, ni las transacciones que se están haciendo en economía negra», comenta Griera. Por todo ello, pues, este experto asegura que las monedas locales son mucho más sólidas que el euro y el dólar. «La gente las ve como una moneda de segunda, cuando en realidad pueden ser más fuertes», mantiene.
Las afirmaciones de Griera contrastan con la opinión del catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra José García-Montalvo. A su juicio, «nunca deberíamos haber llegado a la situación de sobreendeudamiento que tenemos, pero eso no quiere decir que la creación de dinero, tal y como la entendemos, no haya funcionado, al contrario, gracias a estos procesos de creación de dinero, las economías desarrolladas han podido crecer hasta los niveles en que se encuentran actualmente». «Las monedas sociales implican volver a la edad antigua y poner fin al crédito a gran escala, con lo cual te cargas la posibilidad de que las empresas sigan invirtiendo, que las familias puedan comprar una vivienda... en definitiva, un sistema desarrollado tal y como lo conocemos», afirma. García-Montalvo, por otra parte, asegura que el Banco Central Europeo tiene «absolutamente controlado» el dinero que está en circulación en todos los países de la zona euro.
El proyecto Turuta.
La Turuta es una marcha militar que se ha convertido el himno del carnaval de Vilanova y la Geltrú, pero, desde el 2011, es también el nombre de la moneda social que la asociación ECOL3VNG ha impulsado a la capital del Garraf. El proyecto tiene actualmente 301 socios que intercambian bienes y servicios utilizando la correspondiente tarjeta monedero y ya hay aproximadamente 18.000 Turutas en circulación. «Nuestro objetivo es que en Vilanova convivan con normalidad los euros, pensados para el mercado global, y las Turuta, pensadas para la economía local», explica Ton Dalmau, presidente de ECOL3VNG.
Para hacerse socio hay que pagar una cuota inicial de 10 euros, que se intercambian por 10 Turutas, ya partir de ahí ya se puede utilizar la tarjeta monedero. Actualmente hay 35 comercios de Vilanova que han colgado en la puerta el cartel de la asociación, en la que se puede leer «Turuta, aquí sí». En algunos establecimientos se pueden pagar determinados productos con esta moneda y, en otros, aceptan una parte del precio en Turuta y el resto en euros. También hay comercios en los que la Turuta se puede utilizar durante unas horas concretas del día. En todos los intercambios, es necesario que las dos partes que participan apunten en las respectivas tarjetas la fecha, el producto o servicio objeto de la transacción, el código del socio emisor y el del receptor y el coste en Turuta, una anotación que irá firmada por los dos socios implicados. A través de la oficina de cambio local -que vendría a ser como una entidad bancaria-, todos los movimientos económicos quedan registrados en la base de datos del proyecto, que los socios pueden consultar. «Tenemos controlada la masa monetaria al 100%», asegura Dalmau.
A estas alturas, ya se han realizado más de 22.000 intercambios con la moneda social de Vilanova. El horno de pan La Espiga de Oro -situado en la plaza Soler y Gustems- es uno de los establecimientos que aceptan Turutas. En concreto, la mitad del precio del pan, las tortas y la bollería se pueden pagar con la moneda social y, de media, cada día se hacen tres o cuatro ventas en las que los clientes la utilizan. «Hay que vienen expresamente a comprar el pan aquí para poder pagar con Turutas», explica el panadero Jordi Morera, satisfecho de participar en el proyecto.
Para llenar la tarjeta monedero de Turutas, hasta un límite de 300, existe la posibilidad de hacer intercambios o de trabajar en algún proyecto de ECOL3VNG, como los huertos comunitarios. En este caso, cada hora de trabajo equivale a 10 Turutas. Otra opción es comprar la moneda social con euros, que van a parar a una cuenta de Triodos Bank (banca ética). Este fondo sirve para dar microcréditos sin intereses a los socios para que puedan llevar a cabo proyectos que alimenten el sistema. Es importante que la moneda circule y, por ello, se prevé aplicar una oxidación -pérdida de valor- a las personas que tengan un saldo superior a 300 Turutas y no lo utilicen. Para evitarlo, existe la posibilidad de hacer aportaciones voluntarias a un fondo de cooperación, que se podrán recuperar sin intereses.
Las ecoxarxes.
En enero de 2009 nació entre las comarcas de la Selva, Osona y el Vallès Oriental la Ecoxarxa del Montseny, una iniciativa pionera en Catalunya. Se trataba de una red de intercambios con moneda social, el ecoseny. Este modelo se fue extendiendo y actualmente hay en Cataluña una veintena de ecoxarxes que, aun siendo autónomas -cada una tiene su moneda-, hacen un trabajo conjunto permanente. En 2010 se sumó la Cooperativa Integral Catalana (CIC), que ha creado un nexo de unión entre las diferentes ecoxarxes. En conjunto, hay unas 3.000 personas inscritas.
«Las ecoxarxes son sistemas bioregional de economía ecológica y social», explica el sociólogo Dídac Sánchez-Costa, impulsor de la Ecoxarxa del Montseny y de la Cooperativa Integral Catalana. Incluyen dos modelos de red de intercambio con moneda social y los combina con una especie de cooperativa de consumo, la Central de Compras Colectivas. Así pues, las ecoxarxes permiten a los usuarios ofrecer bienes o servicios a cambio de moneda social y, por otro lado, organizan ferias en las que cualquier persona puede comprar moneda local con euros y adquirir productos, aunque no participe como usuario. La moneda oficial que se obtiene se destina a compras colectivas de productos básicos que aún no se encuentran en la red, como harina y azúcar. Las compras se realizan a productores de proximidad y ecológicos, con la condición de que acepten algún porcentaje en moneda social, comenzando con un mínimo del 10%. Entonces, estos productos se llevan a la siguiente feria y se distribuyen íntegramente en moneda social. De este modo, según Sánchez-Costa, se posibilita la compra de productos ecológicos a un precio mejor y con una moneda más humana y cooperativa. La Central de Compras Colectivas admite también productos de los usuarios, desde fruta o verdura de su huerto hasta pan o galletas que hayan hecho ellos mismos. Pueden venderlos en las ferias o en la Central de Compras Colectivas, que les paga un 50% en moneda social y un 50% en euros.
En cuanto a los intercambios de bienes y servicios, las ecoxarxes utilizan una herramienta en línea gratuita para anotar las transacciones, denominada CES, mediante la cual los usuarios pueden anunciar y modificar sus ofertas y demandas, ver los que se ofrece en la red y también los movimientos monetarios del resto de usuarios. La mayoría de las ecoxarxes utilizan sólo esta herramienta virtual, aunque hay algunas (como la del Montseny) que utilizan también la moneda física.
«Las monedas sociales han ganado fuerza a raíz de la crisis, el sistema está creando revolucionarios y anticapitalistas día a día», apunta Sánchez-Costa. Añade que la moneda de las ecoxarxes es complementaria ahora, pero que la idea es ir ganando terreno al capitalismo. «Queremos que gradualmente vaya sustituyendo el euro», comenta. A diferencia de proyectos como el de Vilanova y la Geltrú, las ecoxarxes no priorizan la entrada de su moneda en los comercios. «Nosotros somos partidarios de crear primero una base social y, después, centrarnos en las ferias, los productores y la central de compras, nuestra línea, por otra parte, va más enfocada a la autogestión, nos interesa más crear una ecotienda, como ha hecho la ecoxarxa de Lleida», explica.
La red RES.
Hace 16 años nacía en Bélgica el RES, una red que potencia el comercio local con la utilización de una moneda complementaria en formato electrónico. Actualmente, hay una comunidad formada por más de 5.000 negocios y más de 100.000 usuarios que priorizan las compras en los establecimientos adheridos. Con la misma voluntad, el pasado abril la UdG implantó el RES en el mercado gerundense con la gestión del spin-off Social concurrencies Management, que trabaja en la investigación, desarrollo e implementación de monedas complementarias.
El RES, que tiene el mismo valor que el euro, pretende dar un apoyo adicional a las pymes y los autónomos locales. Según la experiencia belga, los negocios adheridos incrementan hasta un 5% su volumen de negocio, ya que todo el mundo que tiene la moneda se convierte cliente potencial debido a que sólo la podrá gastar en la red. Las empresas pueden recibir todo el importe o sólo una parte del precio total en RES y, con la cantidad que ingresan, pueden hacer las compras que necesiten, siempre dentro de la red. Actualmente, el RES reúne más de 250 establecimientos y más de 1.400 particulares adheridos a Girona y va abriendo mercado en Figueres, donde cerca de una quincena de empresas ya son miembros. Entre los asociados hay negocios de diferentes sectores, desde arquitectos y psicólogos hasta gestores, pintores y librerías, pero también está el centro de visitantes del Consejo Comarcal del Gironès. «Queremos abrir una nueva comunidad cada tres meses, siguiendo por Platja d'Aro y Palamós, y la idea es haber llegado a toda Cataluña en cuatro o cinco años», dice la responsable de comunicación del proyecto, Isabel Blanch. El creador del RES, Walther Smet, tiene un objetivo mucho más amplio, sin embargo, ya que pretende extender la moneda en el ámbito europeo.
En el caso del RES, los negocios que forman parte de la red tienen acceso a líneas de crédito sin interés. Sólo por el hecho de adherirse, obtienen una póliza de 2.000 RES (la cuenta podrá estar hasta 2.000 RES negativos) para poder hacer las primeras compras sin tener que desembolsar dinero. Existe la posibilidad de acceder a líneas de crédito más elevadas, también sin interés, que se devolverán periódicamente en cuotas RES establecidas. En el caso de esta moneda, se ha creado una red de proveedores, de manera que las empresas pueden pagar con RES desde el seguro del local, hasta el gestor o el abogado.
En cuanto a los particulares, el RES ofrece beneficios exclusivos para fidelizar a los usuarios. Cuando el saldo de la tarjeta se agota, hay que recargar a través de la página web y, cada vez que el particular lo hace, dispone de un 10% más de RES, es decir, obtiene una bonificación de un euro por cada 10. «Aquí tenemos el valor añadido para incentivar que el consumidor vaya a los negocios adheridos y utilice esta moneda en vez del euro, potenciando las ventas de ese establecimiento», destaca Blanch. Los usuarios también disfrutan de ofertas y promociones.
Artículo en «The Washington Post».
El rotativo estadounidense The Washington Post publicó en agosto un artículo sobre un nuevo tipo de economía que ha surgido en varias partes de Europa y del Estado español, en el que no se utiliza el euro. Entre las experiencias que mencionaba, destacaba la moneda local impulsada en Vilanova y la Geltrú, la Turuta, y el banco del tiempo. El artículo, titulado «In Spain, financial crisis feeds expansion of a parallel, euro-free economy», explicaba las alternativas que se han buscado para hacer frente a la crisis y también que cada vez hay más establecimientos en la ciudad que informan los consumidores que se puede pagar con Turutas. Recogía también la experiencia de los bancos del tiempo, algunos de los cuales funcionan con cuentas individuales, talonarios de cheques y, incluso, con auditores.
Encuentro de monedas sociales.
El encuentro anual de monedas locales, sociales y complementarias se realiza este año en Sevilla, ciudad que tomará el relevo de Vilanova y la Geltrú. Las jornadas de la capital del Garraf se celebraron en julio pasado de la mano de la asociación ECOL3VNG, que aprovechó el evento para presentar la moneda de la ciudad, la Turuta. Al encuentro asistieron unas ochenta personas de diferentes puntos del Estado y de países como Costa Rica o el Reino Unido. De las sesiones surgieron grupos para trabajar en la creación de una red estatal de monedas sociales y avanzar en los protocolos de conexión e intercambio entre monedas.
Última actualización (Domingo, 10 de febrero de 2013, 09:05).
Enlace original (en catalán):
http://www.elpuntavui.cat/noticia/article/2-societat/5-societat/617087-laltra-cara-de-la-moneda.html
L'Espiga d'Or es uno de los establecimientos de Vilanova que acceptan turutas. Foto: J. Fernàndez.