El Punt Avui. Domingo, 1 de Diciembre de 2019.
Punt de vista. Opinió. Tribuna.
Veracidad.
Dolors Marin Tuyà. Psicóloga.
Encontrar el sentido, esto es veracidad. La veracidad es encontrar sentido en las vivencias, experiencias y nos moviliza a nuestra inteligencia y sabiduría personal. Veracidad es la gracia o la desgracia que adivinamos a través de lo que se llama o se hace sobre aquello que no es ni dicho ni hecho. La gracia es el auténtico complemento de la verdad. Las enemigas de la verdad son la mentira (más subjetiva), el error (más fenoménico), la falsedad (más objetiva) o la calumnia (más nouménica), y la desgracia.
La veracidad pide capacidad de jugar con la contradicción, la sorpresa, el juego mental libre llevado al extremo de su pureza. La veracidad provoca el estallido de la conciencia donde se halla el sujeto libre y responsable, sorprendente y creativo, que es quien da libremente la dimensión interpretativa, coherente o contradictoria, de los acontecimientos. El sentido de la vida, de la historia. El sentido es la imagen de mí y de nosotros que tengo yo, tanto si es buena como si es mala, tanto si es verdadera como si es falsa y que conforman los ideales que animan a mi vida. Los poderes mundanos odian el sujeto y el libre pensamiento. Quieren poder controlar la conciencia, y que sintamos pereza de ser yo, y que nos sea más fácil ser cosa, con nombre fijo y definición significativa convenida... u obligada. Así al dominador le es fácil de subyugarnos.
En el Globàlium de Xirinacs, sentido es subjetivo y significado es objetivo. Tenemos que entender el sentido como un acto propio del sujeto, que trata de coger la inteligibilidad de las definiciones significativas. El sentido es la interiorización, la conciencia trascendente clara, del significado objetivo. Si la razón se gobierna por el principio de no-contradicción, la inteligencia lo hace por el principio de contradicción. Desde el punto de vista racionalista, de la razón, de la cordura, de la no-contradicción, siempre el sentido parece cosa de locos. La persona enorgullecida tiende a clasificar como locura aquello que no entiende. Inteligencia (inter-y-legere, leer entre líneas), leer precisamente aquello que no se dice o, incluso, lo contrario de lo que se dice. No se entiende el sentido sin usar la inteligencia. Adivinatoria, con sus pros (amplitud de campo y poder de convicción) y sus contras (indefinición y falta de objetividad). Hay gente que no sabe pensar (inteligentemente) dentro de sí mismo, que sólo sabe pensar (razonablemente) alienado en los significados que le llegan descifrados. Gracias a la inteligencia humana que es rápida como una centella, cuando ha creado diez signos propios, ya ha creado a la vez cien chispazos intelectuales todavía sin nombre. Muchos filósofos, literatos y místicos han hablado de la locura del amor de pareja. El libreto de Amic e amat, incluido en la novela Blanquerna de Ramon Llull o la obra maestra de Erasmo de Róterdam, Elogio de la locura.
Podemos tumbar la astucia mundana, una forma subjetiva de engañar eficazmente sobre la estructura del mundo con mentira, malicia, falacia, trampa, reclamo, etc. cuando activamos la astucia de sentido enigmática. Lo tumbamos con la oposición inteligente que no gobierna en el mundo objetivo pero que avisa, porque ve donde no se ve nada. La vera síntesis de sabiduría no es negar la negación más bien el juego permanente y sorprendente entre afirmación/significado y negación/sentido.
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.elpuntavui.cat/opinio/article/8-articles/1703537-veracitat.html