El Punt Avui. Domingo, 3 de Noviembre de 2019. Página 4.
Punt de vista. Opinió. Tribuna.
Somos comunidad en acción.
Dolors Marin Tuyà. Psicóloga.
Dicen que somos entre dos y tres millones de personas movilizadas en favor de la autodeterminación del pueblo catalán. Sabemos que lo lograremos, puesto que confiamos y persistimos sin desfallecimiento en este proyecto que nos une y acopla. Somos comunidad en acción, sujeto colectivo, un todo con psiquismo y personalidad colectiva concreta y demótica.
Somos la fuerza con plena soberanía, somos democracia. Y estamos en acción por una razón, queremos que todos los poderes del Estado emanen de nuestro pueblo, y no ser mandados por otro pueblo ni ser aplastados por sus poderes. Confiamos en nosotros. Viviendo el momento presente sentimos que nos acompaña la fuerza necesaria. Vivimos una gran experiencia que, como las grandes gestas, nacen con todos los ingredientes para llegar a término: luz, fuerza y gozo.
La fuerza necesaria nos viene de la pasión. Hay quién nos recomienda que dominemos las pasiones y las sujetemos a la razón. Cuando en realidad son cosas diferentes e independientes, pero también estrechamente relacionadas. La fuerza pasional, una vez nacida, no puede ser negada, sólo puede ser guiada a fin de bien... como el agricultor que con un golpe de azada distribuye el chorro de agua por los diferentes canalones de su huerto. La pasión es empujón vivencial y nos hace de motor, nosotros la conducimos.
Somos un pueblo profundamente emocional. La emoción que nos mueve es deseo y es ilusión, cautivamente por la vida conjunta, proyecto vital de futuro, y es entusiasmo. Ni con la represión ni las porras nos convertirán en una fanática sociedad masificada y amorfa. Bien al contrario, nos empujan a persistir y a cohesionarnos en torno el Consejo de la República y la comunidad de comunidades de los Países Catalanes, tal como proponía en Luis Maria Xirinacs y nuestra juventud que también se planta.
Somos una comunidad viva, cambiante, creativa, adaptativa con la sensibilidad y la habilidad despiertas y a flor de piel. La vida es un arte, y aquello que no tiene arte es inerte, muerto, pura mecánica, y descuartiza la comunidad. Cuando falta el arte se fragmenta la intercomunicación esencial. La arte reivindicativo siempre florece cuando el pueblo está luchando por su futuro. Lenin sólo encabezaba masas, plebes... que tristemente tienen que menester protectores (tribuni plebis) que pasen por delante.
La comunidad, el pueblo, no tiene que menester líderes. Y el pueblo nunca va un paso atrás. Va hacia el lugar oportuno en el momento oportuno, y esto es exactamente exactitud, ex‑actis, según acontecen las cosas. Tenemos el yo comunitario, la autoconciencia colectiva, en forma.
Hay que hacer un lugar de honor en nuestro espacio cerebral, invadido de egoísmos, al egoísmo comunitario. Si somos generosos y magnánimos cederemos la mejor parte de nuestra mente a la persona comunitaria y descubriremos que, en vez de perder, ganamos el ciento por uno en favor de participar en una realidad francamente superior.