Penedès Econòmic. Marzo del 2019. Página 20.
La seguridad anímica.
Dolors Marín Tuyà. Psicóloga y miembro del Grupo de Investigación Globàlium de la Fundación Randa - Lluís M. Xirinacs.
Cada día que pasa, procuro vivirlo desde mi propio centro. Razono, estructuro, construyo, monto. Pero no soy razonable, ni estructurable, ni construible, ni montable.
El Yo es algo más que el ego freudiano, viste como un mecanismo que responde entre las pulsiones inconscientes instintivas de la id, y las pulsiones sociales impuestas del superego. El yo es mucho más que esto, es la autodecisión, la autonomía, la soberanía. Puede elegir más allá de deseos y de ilusiones, de instintos y de imposiciones. Se puede oponer al instinto y se puede sublevar contra la opresión. Este es su misterio.
Lo que hacemos y trabajamos cada día lo ve todo el mundo. El que no ve todo el mundo y quizás no prestamos mucha atención es la fuerza de nuestro subconsciente, la parte femenina del yo, nuestra alma.
El alma es la que inicia las relaciones entre el yo consciente y nuestra parte instintiva. Lo hace si es que lo ha podido practicar porque no le hemos impedido y lo tiene por la mano. Llegar a este punto pide que aprendamos a sacrificar algunos poderes de nuestro Yo aproximándonos a la parte femenina que es la que nos permite encontrar unos nuevos tipos de fuerza. El lado femenino del hombre, lejos del afeminamiento, es una fuerza muy poderosa. Entonces aparece el coraje y la fuerza de una alma valiente que hasta ahora sólo podía expresarse a través de los sueños y las visiones y restaba escondida en un lugar psíquico muy profundo muy alejada del control del yo consciente.
Tenemos seguridad anímica cuando somos nosotros quien dominamos nuestra propia naturaleza animal y esta no nos domina.
El deseo de poder, el orgullo, la ira, algún afecto o emoción repentina que puede con nosotros, como también sentirse fuera de sí por la rabia, consumido por los celos, poseídos por la lujuria, son fuerzas instintivas que anulan la conciencia del yo y nos hacen perder el control sobre nuestra mente y nuestro cuerpo. Si no las encaramos, se nos vuelven más brutales y combativas. Las energías instintivas persistentemente ignoradas y reprimidas explican perversiones, violencias, destrucciones, abusos y crímenes pasionales. La disociación de las fuerzas instintivas pueden originar dolencias mentales graves.
Prestemos atención y acerquémonos a nuestra bestia interior, cuando llama, berrea o gime. Escuchemos lo que nos dice. Con paciencia y moderación, vamos compartiendo los secretos y nos compenetramos.
Unas veces hará falta de forma directa, agresiva y masculina, enseñar los dientes y morder si no se quiere ser chafado. Si bien en la mayoría de las situaciones será más efectivo acercarse desde el lado del inconsciente, indirectamente, con calma y con la suavidad de la parte femenina.
Dolors Marín Tuyà.
Psicóloga y miembro del Grupo de Investigación Globàlium de la Fundación Randa - Lluís M. Xirinacs.