Penedès Econòmic. Diciembre de 2021. Página 22.
La fuerza del alma colectiva.
Dolors Marín Tuyà. Psicóloga y miembro del Grupo de Investigación Globàlium de la Fundación Randa - Lluís M. Xirinacs.
Captar y hablar del alma colectiva, el Ecumene, nos cuesta porque nos mete en el mundo místico y no en el físico como lo es el de la Economía. Los filósofos empiristas y los economistas ingleses creían que sumando las voluntades individuales daba, mecánicamente, una voluntad colectiva unitaria. Así, el liberalismo funda la sociedad anónima: una coincidencia ocasional de egoísmos, donde una mano oculta misteriosa vela, según ellos, por el conjunto por encima de los particularismos.
Para el filósofo Lluís Maria Xirinacs, la fuerza del alma sube de la base práctica, no viene del mundo trascendente nouménico y hace falta una disposición positiva de las almas componentes para hacer nacer la superior alma colectiva. El Ecumene acontece de un triple chorro de fuerza práctica que hace madurar el espíritu: a) Una fuerza emotiva Práctica que empuja, b) Una fuerza de Amor nouménico, lubricando, suavizando, sintetizador concreto y transcendidor de la pluralidad y c) Una fuerza de la existencia de un Mundo resultante, el cuerpo del Ecumene en transformación y mejora que va encaminando el futuro. En un momento dado puede pasar que salte el chispazo creador del Ecumene unitario, fuerte y permanente, entre estos tres pulsos «eléctricos». Entonces, voluntariamente, el todo es más importante que la suma de las partes y que las mismas intenciones particulares de los componentes del conjunto.
Talmente como en el dominio de mi cuerpo, sentimos fuerte, indiscutible y valiente el alma, que es la vivencia de la unión de las partes corporales, así el Común social, cuando sabe que puede tener auténtica alma común y se dedica a rebuscarla porque la quiere, acaba que la encuentra llena de toda la fuerza y le resulta tan atractiva y gratificante que los elementos del Común mueren voluntariamente en los mismos intereses particulares, cuando estos no ayudan a la gran Persona colectiva, que emocionada y amorosamente anima un nuevo Cosmos, un cuerpo comunitario, dentro del cual los elementos viven felices.
El resultado es la unión profunda que protege a la comunidad de la desgracia de las escisiones, la satisfacción de los intereses y deseos particulares, porque gustosamente se supeditan al interés común, más preciado para cada cual que las propias obsesiones y la existencia real concreta de la utopía en la tierra.
Dolors Marín Tuyà.
Psicóloga y miembro del Grupo de Investigación Globàlium de la Fundación Randa - Lluís M. Xirinacs.