Penedès Econòmic. Junio de 2019. Página 8.
Encontramos la fuerza cuando aflojamos la mente.
Dolors Marín Tuyà. Psicóloga y miembro del Grupo de Investigación Globàlium de la Fundación Randa - Lluís M. Xirinacs.
El exceso de mentalización teórica que sufrimos actualmente nos aleja de nuestra espontaneidad, autenticidad e ingenuidad. A menudo lo que tenemos en la cabeza lo invade todo y nos agota nuestra fuerza física y psíquica, la viviente, de valor, de empuje, de deseo, de impulso.
Para el Globalium de Xirinacs, una cosa es la realidad práctica y otra las teorías que hacemos de aquella. Nuestra mente se mueve en el mundo vacío de la teoría que tiene el orgullo de dominar, agotar o suplir la práctica, que es radicalmente autónoma, dinámica y dominadora de las veleidades de la mente. Podemos frenar la realidad práctica, de momento, pero pronto veremos que sale por otro lado. Podemos conducirla... Si se deja.
Nuestra mente reflexiona y hace teorías de toda la realidad, mientras que la práctica es la realidad que todavía no ha pasado por el filtro de nuestra reflexión mental. La realidad práctica es una fuerza empapada de luz interior, que es la raíz de la conciencia y de la autoconciencia, que denominamos intuición, evidencia, contemplación experimental / imperimental, sentido ético, sentimiento de felicidad.
La fuerza psíquica nace espontánea y gratuita dentro nuestro como lo hace la fuerza sentida, emocional, el tono vital, el empuje y el espíritu emprendedor. Estas fuerzas no evitan la actividad mental, pero son inevitables, necesarias y permiten mucha flexibilidad mental.
Nos conviene saber hacer el ejercicio de aflojar la mente. Consiste en retirar toda resistencia reflexiva a la presión del mundo práctico, al interior de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu, alejándonos de las cuestiones básicas del día a día. Cuando sabemos prescindir de lo que sentimos o de lo que hacemos, accedemos a la experiencia pura de nuestra fuerza. Sentimos que somos fuerza y dejamos de pensar si tenemos bastante fuerza. Si lo hacemos por partes y con suavidad, notamos un aumento progresivo de fuerza, antes reprimida, ahora liberada, que invade de forma placiente todos los ámbitos de nuestra vida. Para sentir que somos fuerza, hay que olvidar que somos nosotros. Entonces es fácil que todo nuestro cuerpo se ponga a vibrar. No hay que temer nada. Somos fuerza pura. No hace ningún mal, nos refuerza, si no se fuerza nada desde fuera. Es como el rum-rum del niño dormido en brazos de su madre. Vivir la fuerza de la práctica pura es esto.
Dolors Marín Tuyà.
Psicóloga y miembro del Grupo de Investigación Globàlium de la Fundación Randa - Lluís M. Xirinacs.