Penedès Econòmic. Lunes, 4 de Diciembre de 2017.
Empuje vital.
Dolors Marín Tuyà. Consultora Especialista en Psicología Clínica y Comunitaria. Master Investigación en Psicología de la Salud.
Publicado el Lunes, 4 de Diciembre de 2017, 10h24'.
Cuando tenemos empuje vital estamos alegres, somos optimistas y notamos energía interior a granel. Cuando no lo tenemos, nos inunda la tristeza y somos pesimistas. Sentimos íntimamente, cada vivencia, el tono vital, un estado de ánimo, el empuje vital que va conformando nuestra propia vida psíquica, como se explica en el Modelo Mente Global de Lluís Maria Xirinacs.
El yo decide, es el poder pleno, es soberanía, emancipación, independencia. El alma es mía, es la raíz del espíritu emprendedor y se expresa a partir de lo que hace.
El ánimo nos sujeta el yo. Conocer nuestro estado de ánimo y saber reponer / descansar y reponer / recargar fuerzas, y como ir calibrando nuestra energía interior disponible nos puede evitar enfermar de animosidad o desánimo.
Depresión es lo que nos pasa cuando nos falta energía vital.
Angustia es el exceso de energía vital concentrado en los núcleos nerviosos. La angustia puede ser el signo de una enfermedad de adolescencia mal resuelta, a menudo debido al imperialismo de los adultos sobre los jóvenes. Una concentración excesiva de energía vital ahoga de angustia el sujeto haciendo que explosione por su punto de fuga más débil. Obsesiones como la glotonería, las tormentas emocionales, tics, hábitos tóxicos, etc. aparentemente sofocan y curan, cuando en realidad aprisionan. La persona «No puede no» hacer lo que aparenta calmarla. Toda la energía sobrante escapa compulsivamente. Por ejemplo, la persona que fuma gasta obligadamente el exceso energético fumando, pero no puede no fumar.
Para recuperar el propio y genuino empuje vital haciendo que juegue a nuestro favor, necesitamos aprender a separar el sujeto del objeto del deseo. Desidentificar del tabaco, el alcohol, el dinero, el sexo, o lo que nos tiene captados. Y re-identificarnos con nuestro querido yo. A mirar con distancia los placeres y los dolores que dan las cosas, sin negarlos, sin reprimir directamente el deseo o el miedo. Aprender a meditar ayuda a hacer desaparecer la compulsividad, la identificación alienante. Ir asumiendo el exceso de energía vital que se almacena en los centros nerviosos en forma de angustia. Aprender a expresarse a pesar de los miedos. Y a ir sabiendo cuando disponemos de la dosis de energía proporcionada y armónica del conjunto.
Enlace del artículo original en catalán:
https://penedeseconomic.com/dolors-marin/671-empenta-vital