El camino estrecho entre los dos abismos.
La Humanidad camina por una larguísima cresta montañosa donde hay un estrecho camino flanqueado, a ambos lados, por dos abismos.
Explicado de una forma medio poética tenemos, por un lado, el abismo donde podemos ir a parar por un exceso de población humana y quienes nos advierten de la existencia de este abismo son los seres humanos que trabajan para la Muerte humana. Entre sus miembros encontramos a banqueros, grandes empresarios y políticos que siguen las indicaciones de los anteriores, junto con los expertos que les asesoran.
Por el otro lado, tenemos el abismo donde podemos ir a parar por un exceso de toxicidad y enfermedades provocadas entre los seres humanos y quienes nos advierten de la existencia de este abismo son los seres humanos que trabajan para la Vida humana. Entre sus miembros hay científicos, terapeutas y militantes honestos y conscientes en favor de la salud.
Hay un tercer colectivo que nos advierte de la existencia de los dos abismos a la vez. Son los defensores de la ecología, que se preocupan de mantener vivos a los ecosistemas naturales de la excesiva depredación de los seres humanos, pero a la vez saben que la preservación y el mantenimiento de los ecosistemas naturales ayuda a favorecer la salud humana. También forman parte los defensores de la paz, que se preocupan de evitar una guerra generalizada que acabe con la vida dentro de la superficie de la Tierra.
Dentro de las polémicas entre quienes trabajan para la Muerte y quienes trabajan para la Vida, estos últimos afirman que si la Humanidad entera resuelve el proceso de transición demográfica, manteniendo el bienestar de los humanos, se podría lograr cierto equilibrio ecológico y de población a lo largo del tiempo. Pero los primeros saben de la existencia de los ciclos históricos y cualquier equilibrio logrado en un momento dado, posteriormente se rompe para recomenzar el proceso con un número de población superior. Siguiendo esta lógica, quienes trabajan para la Muerte humana afirman, pues, que hay que eliminar el libre albedrío de los humanos mediante un férreo Sistema de Control y su alternativa es avanzar por la vía de la evolución tecnocrática.
Hay el deseo de encontrar otros planetas con vida donde repartir nuestros excedentes de población. Pero el planeta donde se localiza nuestro hogar está situado en un lugar muy concurrido donde, a su alrededor, todo está, o bien yermo, o bien ocupado por otros habitantes. Las autoridades de nuestro planeta no informan al resto de los humanos de la realidad exterior y nos entretienen con una astronáutica ficticia mostrada de cara al escaparate.
Queda una luz al final del camino y una esperanza. Que es avanzar por la vía de la evolución intuitiva y espiritual. Una conciencia individual espiritualmente evolucionada sería capaz de materializar cualquier creación dentro de los límites de la ética sin necesidad de artefactos ortopédicos, ni de robotizarse, sólo con su voluntad. Una civilización planetaria espiritualmente evolucionada se convertiría en una comunidad completamente ética que sería capaz, si así lo quisiera, de abrir un portal directo a otro universo o a otra dimensión y ser su implacable aduanera, derribando todas sus limitaciones materiales, de espacio y de tiempo.
Brauli Tamarit Tamarit.
Fecha de creación: Martes, 15 de Septiembre de 2020.
Última modificación: Viernes, 18 de Septiembre de 2020.
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