Sí.
Avui. Martes, 10 de mayo del 2005.
Sí.
Isabel-Clara Simó.
Isabel-Clara Simó i Monllor (Alcoy, l'Alcoià, 4 de abril de 1943 - Barcelona, 13 de enero de 2020).
Si tuviéramos la independencia y nuestra bandera estuviera bien colgadita en la puerta de la ONU, ondeando al viento como tienen que hacer todas las banderas, vendría el presidente Bush y nos diría que nos ama. Que encuentra escalofriante que España nos haya oprimido, y pondría florecitas en el monumento de Casanova. Podéis subir de pies que iría exactamente así. Tanto se vale cuántas manos se hayan estrechado o cuántas declaraciones se hayan hecho: si tienes la bandera puesta, existes. Ya nadie te dice que eres un malvado nacionalista ni te habla de tu solidaridad, dado que te pertenece. Y, a pesar de que cueste de imaginar, el presidente español y el presidente de los Países Catalanes se encontrarían entre sonrisas y abrazos y se llamarían países hermanos. No vendría nadie a decirnos qué Estatuto tenemos que redactar –entonces se llamaría Constitución–, y la Liga nunca la podría ganar el Real Madrid. No habría balanzas fiscales y nadie nos robaría lo que ganamos trabajando. Todas las películas, excepto las V.O., estarían dobladas al catalán. Cuando viajaríamos no tendríamos que explicar quienes somos, puesto que nuestro pasaporte sería propio. Si venían a veranear a nuestras playas toda la familia real española embarazada y todo el gobierno en peso, pagarían su estancia; nosotros escoltaríamos y protegeríamos, corteses, las autoridades extranjeras. La red de carreteras, de trenes y de aeropuertos seria para nuestra propia conveniencia, y confeccionaríamos nuestro propio plan hidrológico. Nos pelearíamos y nos enfrentaríamos políticamente, como en todas partes, pero nadie iría a llorar a Madrid. Jiménez Losantos dejaría de incordiar y la COPE caería en picado. Nuestros quioscos estarían llenos de prensa en catalán y protegeríamos amablemente la literatura en otras lenguas que se produjera en nuestra casa, sobre todo en occitano, puesto que el Valle de Aran tiene derechos inalienables. El petróleo de Tarragona sería en beneficio nuestro y en la Unión Europea defenderíamos nuestro aceite, nuestras naranjas y nuestro malogrado textil. Con voz propia. Y si alguien decía de hacer una foto en las Azores, sacaríamos de nuestros archivos –con los cuales tendríamos mucho cuidado, una vez recuperados los que nos incautaron en el franquismo– la foto Bush-Blair-Aznar y diríamos, ¿ves?, al primero le han premiado, al segundo le han castigado un poco y al tercero le han echado a la calle, por tonto. Y no harían falta manifestaciones para continuar siendo pacifistas.
Artículo reproducido por «Llibertat.cat», el martes, 23 de enero de 2024:
https://www.llibertat.cat/2024/01/si-56018