La falacia escondida en el referéndum de autodeterminación.
Es, el referéndum de autodeterminación, una práctica aceptada comúnmente, como herramienta de acceso o no a la independencia de una nación respecto a otra que la tutela o la domina.
Se podría construir una teoría crítica sobre este tema, pero aquí trabajaré con ejemplos concretos y el inteligente lector ya hará el trabajo de generalizarlos.
Supongamos que España, después de tantas presiones seculares, cede y convoca para los Países Catalanes el esperado referéndum de autodeterminación. Si lo convoca España, al menos, es heterodeterminada y heterodeterminante la convocatoria, así como los términos de la pregunta, el ámbito preguntado, las condiciones técnicas de la consulta, el momento, las condiciones comunicacionales, de seguridad, de presencia de coacciones, militares, económicas, culturales, religiosas, etc. No es pequeño el peso de la alteridad («hetero-») del proceso. Aún hay más. Si se trata en igualdad de evaluación de resultados los que votan independencia de los PPCC, los que no votan o votan en blanco y los que votan España, también se incurre en falacia pues se mezclan autodeterminación, no determinación y heterodeterminación.
Este es un aspecto muy importante y difícil de ver cuando se es prisionero de la ideología dominante. A un chico que ha alcanzado la mayoría de edad no le consultan los padres si quiere o no quiere emanciparse. La consulta electoral no es previa a la mayoría de edad. Es un derecho y un deber cuando ya se es maduro (populus publicus, derecho y deber de incidir en la vida pública). Ser maduro, emancipado o independiente no es cosa de consulta, votación o referéndum sino viceversa. Gandhi en la India no toleró ningún referéndum de autodeterminación convocado por Inglaterra, el imperialismo allí presente. Tampoco Patrice Lumumba lo toleró a los belgas dominadores del Congo (Zaire), a pesar de que la resistencia a no votar costó vidas humanas a los congoleños.
En los PPCC se autodeterminan sólo aquellos habitantes que la quieren como nación libre y responsable, por lo tanto independiente. Aquellos habitantes que se desentienden culpablemente, inocentemente, engañados, atareados por necesidades de la vida inmediata, etc., no se determinan. Cuentan sólo a efectos de derechos humanos no nacionales. Los que votan España, por las razones que sean, tampoco cuentan para que se heterodeterminen. Quieren antidemocráticamente que España domine los PPCC. Si queremos España lo hemos de autodeterminar desde la independencia de los PPCC. Ellos quieren PPCC con la condición previa de la existencia de España. Los PPCC desde España. Heterodeterminación de los PPCC. Infantilismo, provincianismo. Quien no es no se puede autodeterminar. La determinación «de bajada» es dependencia. En este caso, nacionalismo españolista.
Dicho esto, hay que decir lo mismo y con la misma contundencia a los independentistas «clásicos» de la nación catalana o de cualquier otra nación. Si se postula la nación directamente, se está imponiendo la nación al País, a la Región, a la Comarca, al Municipio, al Barrio, al Hogar, a la persona individual. Se aplica un concepto esencialista de la nación catalana, como antes los españolistas hacían con su nación española, superestructural, tejado de un espacio interior hueco de autodeterminación y, antes, de existencia independiente de todas las comunidades humanas más pequeñas que la nación y, en último término, de la persona individual. La nación, en este caso, la catalana heterodetermina las comunidades menores incluidas en ellas.
Los antropólogos avisan de que el término de nación, aplicable a todos los seres vivientes y el término etnia (etos [costumbre] + genos [nación]), aplicable a los seres humanos, en sentido riguroso tanto vale para la nación, en el sentido actual sociolingüístico, como para cualquiera de las comunidades menores mencionadas. Un hogar de convivencia, una comunidad de vecinos ya son unas pequeñas naciones y cada una en su nivel tiene su «esencia», su identidad, sus responsabilidad y libertad soberanas. Y más. Primero las más bajas, con derecho a participar en las más altas, de abajo a arriba, democráticamente. Eso sí: si las más bajas no quieren participar en las más altas –por ejemplo, un barrio no quiere participar en la nación– deberá atenerse a las consecuencias. Estas comunidades abstencionistas quedan excluidas en la formación de consenso sobre temas que sean decidibles por comunidades superiores.
El «privilegio» siempre es de las comunidades inferiores, pero no de aquellas comunidades inferiores que se cierren en su localismo. El ideal democrático es la construcción de todo consentimiento de abajo hacia arriba, pero quien, por otra parte, no se corresponsabiliza de todo el edificio comunitario, no sufrirá las consecuencias no deseadas de las decisiones conjuntas adoptadas por los corresponsables, pero tampoco podrá beneficiarse de las favorables. Decía San Agustín: «Adán es Adán y todo el género humano».
Lluís Maria Xirinacs.
Viernes, 31 de marzo de 2000.
Publicado dentro del documento Demótica.
Frase de clausura:
«La independència no es demana, es pren» («La independencia no se pide, se toma».)
Lluís Maria Xirinacs Damians (1932-2007).
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