Apartado de Jorge Aniceto Molinari.
Bienvenido ¿o no?, a la crisis: Presidente Trump.
(Abordando eso gris, que parece la teoría).
La crisis omnipresente abarca como el capitalismo prácticamente todo el planeta. Sus desequilibrios son el comentario diario en el quehacer político de cada Estado, un mundo de relativas sorpresas como esta elección en Estados Unidos.
¿Qué es lo que con ello se intenta generar, como en este caso?: en primer lugar un proceso de cambios en el aparato económico de la sociedad. Si bien hoy en los análisis más importantes se reconoce la gobernanza, en medios de sus disputas, de los conglomerados empresariales multinacionales; en los Estados quedan los aparatos económicos nacionales, y son ellos los que dan la batalla en el primer frente de acción de los partidos políticos. Nadie ignora que son estos conglomerados multinacionales los que más aportan e imponen, en costosísimas campañas electorales y que los aparatos reaccionan buscando agradar a esas exigencias. Algo de esto hemos visto en un Partido Republicano despegado de la candidatura Trump, cuando ésta de alguna manera expresaba la voluntad del empresariado de EE.UU. de mejorar las condiciones en las que hoy lo ubica la crisis, con un Estado terriblemente endeudado incapaz de abordar necesidades elementales, más aún los apetitos empresariales. No estamos definiendo fronteras nítidas entre una cosa y la otra, porque además todo el marasmo de notas sobre el tema poco o nada contiene sobre la relación económica de Trump con todos estos mecanismos. Además, el sistema electoral de EE.UU., facilita este tipo de resultados.
Cuando los aparatos económicos nacionales sin ninguna independencia posible frente al desarrollo económico del mundo, se sienten ahogados se facilita este tipo de maniobras, en similar sentido es lo que ha venido ocurriendo, por ejemplo en Brasil, donde el retiro del apoyo del aparato económico al PT, ha dado paso a un proceso de retroceso en el que la propia burguesía se siente insegura. O el caso argentino donde los números cada vez cierran menos. Conclusión, si el marco para estos cambios ha sido «democrático» su fracaso va camino de hacer «a peligrar» la democracia, juicio que suena fuerte dicho por Dilma pero que es real, más allá, precisamente por eso, de que no haya una respuesta política viable, al menos que se pueda proyectar en el futuro.
Trump arriba a la Presidencia en medio de esta realidad, más producto de los errores del actual Partido gobernante, que a sus propios méritos e ideas que tienen un campo estrictamente acotado para llevarse a la práctica.
Acá algunas reflexiones: los errores del actual Partido gobernante son particularmente los que comenten intelectuales de primera línea en todo el mundo, en no visualizar la crisis en su conjunto y apelar siempre a soluciones paliativas –algunas veces necesarias pero que son paliativas– a los que siempre hay que agregar los oportunismos de una lumpen burguesía que en cada país tiene características propias, insaciables y con la característica de acompañar prácticamente a todo el espectro político.
En cuanto a meritos e ideas, es como pedirle a Trump que razone distinto a como razonan Macri, Temer, Rajoy o el propio Putin,... etc., etc. Tienen en común un abanico de necesidades empresariales, que les complican las propias necesidades del funcionamiento del aparato económico del Estado.
Es poco lo que gobiernos como el de Trump, si uno ve la realidad de hoy, pueden modificar, pero es una «gotita» más que acumula en una realidad insostenible, si aumenta, la preocupación por la paz porque son gobiernos que están caminando por el pretil.
El de generar la voluntad política que aborde la crisis con el concepto de que hoy la humanidad ya tiene las herramientas para superarla rápidamente, sigue estando en el debe, apenas si las insinuó Mujica en la ONU en setiembre del 2013, y luego el silencio: «de eso no se habla».
Jorge Aniceto Molinari.
Montevideo, 10 de noviembre de 2016.